Columnas Social

Vibremospositivo

¿Desde cuándo los papás les tenemos miedo a nuestros hijos?

Vibremospositivo

LUCY HOP

Lo que te voy a decir te va a chocar, te voy a caer pésimo y te vas a enojar, pero no voy a cambiar mi opinión y te lo tengo que informar; Así empezó mi conversación el otro día con una de mis hijas cuando le informé que no tenía permiso de ir un fin de semana con sus amigas a Acapulco pues a su papá y a mí no nos parecía el plan que habían organizado sus amigas y menos en estos tiempos de pandemia e inseguridad a todo lo que da.

Yo sabía que esto no iba a ser miel sobre hojuelas, pero nunca esperé que mi niñita normalmente tan sensata y contenida se desbordara de esa manera. La palabra furiosa, no empieza ni siquiera, a explicar la situación. La delicia de la infancia con rutinas y reglas precisas y no negociables se acaba en la adolescencia, cuando uno de los grandes retos es que los papás necesitamos aprender a ser más flexibles, a escucharlos, a encontrar puntos medios, hacer acuerdos, bajarle a nuestros estándares de perfección y aceptarlos como una voz más en la familia y considerar su opinión para la toma de algunas decisiones.

Los chavos están en proceso de encontrarse a ellos mismos y para eso necesitan su espacio, paciencia y la oportunidad de aprender a ser independientes, hacer elecciones, equivocarse, organizarse la vida y por supuesto, responsabilizarse de sus actos y de sus buenas, o malas, decisiones.

Pero… de ahí al nivel que estamos manejando me parece que hay una muy grande diferencia. Explíquenme por favor, ¿por qué ahora son los pubertos los que mandan? Los que deciden cuál es el plan, cuánto dinero quieren o que van a pedir algo a Uber Eats en la comida porque lo que hay no les gusta.

Perdón, pero, ¿por qué siempre tienen que tener amigos invitados a la casa o esta ellos invitados a casa de algún amigo? Amo que mis hijas sean amigueros y traigan a sus personas importantes, pero me parece indispensable el tiempo de familia nuclear como algo regular en la vida. Necesitamos espacios de estar solos y de aprender a convivir sin intermediarios: a estar sin plan, a ser parte de un clan. Necesitar entretenimiento permanente y rodearnos siempre de terceros nos aleja de la realidad. Nos impide conectarnos realmente con los nuestros. Es increíble convivir con otros, pero hay que saber estar solos, aunque eso, a veces, esté de flojera.

A mí nadie me preguntaba si quería ir a casa de mi abuela a comer el domingo. O si se me antojaba el plan del sábado con los amigos de mis papás. O si me daban permiso de invitar amigos todos los fines de semana y así no pelar a mis papás y olvidarme de mi hermana. Ibas. Punto. De buenas, de malas, de las que quisieras, ¡pero ibas!

Parecería que ahora nos da miedo incomodarlos. Nos asusta que no la pasen bien todo el tiempo y ¡dios no quiera que se queden con ganas de algo o sean los únicos que no están en el evento del año. No queremos ni considerar que puedan aprender a adaptarse. Nos aterroriza confrontarlos, ponerlos en su lugar y decirles simplemente: No.

Los hijos saben perfectamente que nos tienen completamente secuestrados. Saben que por más que le hagamos al cuento, basta con que insistan tantito, nos pongan cara una hora, o nos azoten la puerta, para que cedamos, que en aras de su "felicidad" estamos dispuestos a cualquier cosa. Lo malo es que todos esos sí, no los van a hacer más felices, sino todo lo contrario.

Nuestros hijos, para sentirse seguros y desarrollarse apropiadamente, necesitan sentirse contenidos y la contención solo se puede lograr con límites que, se ponen así: Diciendo no. No, hoy no se puede. No, no puedes ir a la fiesta. No, no hay otra cosa de comer, ni va a haber bebida en tu reunión, ni me puedes contestar así si quieres conservar tus dientes. No, no porque tengas 15 años te mandas solo, ni haces tu vida aparte. No, no me importa que te de flojera el plan, esto es lo que vamos a hacer hoy.

Tenemos la idea de que en la adolescencia hay que soltarlos, que ahora ya son grandes, cuando es totalmente al revés. El adolescente necesita límites, contención y la mirada de sus papás más que nunca, dejarlos hacer su santa voluntad es en realidad abandonarlos a la deriva en el momento más confuso de su vida cuando no tienen idea de quiénes son, ni por dónde ir.

Necesitamos dejarlos experimentar, tratar, equivocarse y resolver, pero nunca dejarlos a su suerte. Necesitamos ser flexibles y hacer tratos. Pero con consecuencias, con supervisión y con límites clarísimos de lo que se puede y lo que no. Eso es lo que les va a dar confianza y fuerza.

Poner limites no es divertido. Créanme cuando les digo que anunciarle a mi hija que no iba al plan fue de las cosas más horribles que he tenido que hacer. Sabía que le iba romper el corazón y la importancia que para ella tenía ese evento. Pero darle permiso era ponerla en riesgo y protegerlos debe ser siempre nuestra prioridad. No den permisos que los pongan nerviosos papás. Ellos necesitan que les pongamos limites, cuidarlos y hacerlos sentir que nosotros somos el adulto responsable a cargo de ellos y tomaremos todas las decisiones que hagan falta mientras estén a nuestro cargo. Eso es lo que los va a convertir en adultos fuertes y seguros.

¡Recuerden quien manda en casa, papás!

Te invitamos a inscribirte en nuestra página www.vibremospositivo.com para darte más información de nuestro movimiento y seguirnos en Facebook como Vibremospositivo, en Instagram como @jorge_lpz, @vibremos_positivo2020 y @yad.rajamim. También todos los viernes estrenamos podcast por Spotify.

Leer más de Columnas Social

Escrito en: Vibremospositivo

Noticias relacionadas

Siglo Plus

+ Más leídas de Columnas Social

TE PUEDE INTERESAR

LECTURAS ANTERIORES

Fotografías más vistas

Videos más vistos semana

Clasificados

ID: 1881901

YouTube Facebook Twitter Instagram TikTok

elsiglo.mx