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Adaptación y mitigación ante el cambio climático (II)

A la ciudadanía

GERARDO JIMÉNEZ GONZÁLEZ

En la colaboración anterior comentamos que es el clima y cómo este cambia, destacando que el fenómeno que actualmente enfrentamos a nivel planetario es provocado anticipadamente por las actividades humanas y que, si bien puede haber factores endógenos que induzcan cambios en el clima en los ámbitos locales, el Cambio Climático Global (CCG) actúa como una variable exógena que incide en estos niveles. También señalamos que el Cambio Climático afectará la economía y las actividades domésticas en que se basa nuestra forma de vida presente.

En virtud de que estamos ante un fenómeno que aún no se manifiesta plenamente, es decir, que aún no cambian los patrones a través de los que se mide el clima (principalmente temperatura y precipitación), sino ante una condición de variabilidad climática, ya se expresa una tendencia. Los estudios científicos que al respecto se están realizando indican que el calentamiento de la tierra es progresivo con impactos diferentes en los distintos biomas o ecosistemas, en las regiones y actividades económicas, o en áreas rurales y urbanas.

En el libro que publicó el INE (2004), se presentan parte de los resultados obtenidos de los estudios basados en tres modelos de simulación mediante los cuales se estiman impactos que podrían ocurrir en el país, construyendo escenarios donde se ventilan los riesgos que se enfrentarán y las medidas de adaptación y mitigación que debemos adoptar con la suficiente anticipación para no terminar improvisando. En estas notas destacaremos algunas de las predicciones generales que se contemplan y las asociaremos con la situación que vivimos en nuestra región.

Se prevé que podría cambiar el clima en alrededor de la mitad del territorio nacional (50 a 57%). Entre los ecosistemas que se contempla serán más impactados por el CCG son los bosques templados de encino-pino y los pastizales naturales. El escenario nacional será de afectación entre un 60 y 70% en los bosques, incluso se contempla la reducción de un 30% en la distribución de algunas especies de encino (Q. peduncularis y Q. laeta) y pino (P. chihuahuana, P. duranguensis, P. hartwegii y P. ayacahuite), en los estados de Chihuahua, Durango, Jalisco y Michoacán.

¿Por qué son importantes los bosques templados y los pastizales para los laguneros? Si bien todavía algunos paisanos piensan que el agua que consumimos a diario proviene de una llave o de un pozo desde el cual se bombea para suministrarla a nuestras viviendas, es necesario destacar que más del 73% del agua superficial que tenemos disponible en La Laguna proviene de la parte alta de la Cuenca del río Nazas, a la cual hay que agregar los flujos subterráneos que recargan nuestros acuíferos.

Algunos estudios indican que el 99.8% de la superficie de la parte alta de la cuenca (1.8 millones de hectáreas) presenta algún grado de erosión hídrica provocada por los aprovechamientos forestales y el cambio de uso del suelo (Aguirre et al, 2008). Otros estudios indican que debido a la presión humana sobre el bosque se está modificando el régimen hídrico afectando los flujos superficiales y subterráneos de agua en la cuenca (Descroix et al, 2004). Esta afectación se convierte en una amenaza no solo para la vida de las personas y demás especies que ahí habitan, también nos afectará a quienes dependemos de esta zona de captación de agua.

En la parte media de la cuenca del río Nazas se ubican los pastizales. En ellos también se observan procesos de deterioro graves provocados por el sobrepastoreo y los cambios en el uso del suelo, como se dató desde hace más de tres décadas (INIFAP-SARH, 1987) y recientemente (Quiñones et al, 2010). El bosque y los pastizales prestan servicios ecosistémicos invaluables: son la fuente de agua más importante dentro de la cuenca (servicios hidrológicos), también desempeñan un papel relevante en la descarbonización del ambiente (captura de CO2) y son generadores de oxígeno, o como áreas donde se conserva biodiversidad.

El deterioro del bosque es un proceso que viene ocurriendo desde hace siglo y medio, revertirlo requiere cuando menos de cincuenta a cien años dependiendo de la atención que se le preste, suponiendo que se detenga la tala y los cambios de uso de suelo, y de que a la par se implementen acciones para recuperarlo como obras de conservación de suelo y agua, reforestación, entre otras. Si bien se han emprendido esfuerzos en la sierra Madre Occidental de Durango con el programa Irritila, no son suficientes ante el tamaño del daño. El pastizal se empezó a degradar durante el último medio siglo y no hay acciones importantes para recuperarlo.

Ambos son ecosistemas sensibles al Cambio Climático. El primero constituye un tipo de vegetación con limitadas capacidades de adaptación ante la elevación de la temperatura, su recuperación debe importarnos a todos los habitantes de la cuenca por ser la principal medida de mitigación ante este fenómeno, particularmente a aquellos que dependemos del agua que en ellos se capta, de ahí que debamos fortalecer programas como Irritila, es decir, aportar más fondos, particularmente por quienes son los principales usuarios del agua, las élites empresariales que concentran las concesiones y volúmenes en la parte baja de la cuenca.

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