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El futuro y nuestras carcachas

ANTONIO ROSAS-LANDA

Las exportaciones son el soporte de la economía mexicana. Ante el desplome del mercado interno, son los productos que se venden fuera los que muestran dinamismo. Uno de los sectores más importantes es el automotriz.

México tiene una veintena de plantas ensambladoras de vehículos que vendieron más de 3 millones de unidades en el 2019, y 2 millones y pico en 2020, debido a la contracción causada por la pandemia. Ya que la mayor parte de las ventas son para el mercado estadounidense, hay optimismo ante el crecimiento estimado para el 2021 del 6.5% del PIB en esta nación. Mucha ideología, pero se reciben sin problema los benditos dólares del comercio internacional.

El problema con la industria automotriz es que producimos los vehículos equivocados. Quizá los autos y camionetas mexicanos encuentren clientes este año y otros más por venir, pero la carencia de opciones eficientes con el combustible, autos eléctricos o híbridos, promete poner esta bonanza en jaque.

2020 fue un año que muchos quisiéramos dejar en el olvido, no es el caso de los fabricantes de vehículos eléctricos quienes pese a la crisis aumentaron sus ventas en 43% a nivel global. Con estas cifras estas opciones de transportación representan el 4.2% del mercado mundial, y siguen creciendo a pasos agigantados.

Algunas empresas con armadoras en México presentarán este año opciones eléctricas en Estados Unidos. Así ocurre con la camioneta Ariya de Nissan, además del pionero compacto Leaf. Otro ejemplo es la empresa Ford que domina el mercado de pickups en Estados Unidos. Quizá por eso desarrolla la versión eléctrica de su popular F-150, y toma ordenes para su SUV, el Mustang Mach-E. ¿Qué modelos eléctricos se producen en México? Ninguno.

También, es interesante ver cómo una automotriz tradicional como General Motors promete dejar de producir vehículos de combustión interna para el 2035. Por lo pronto sus modelos, el compacto Bolt o el poderoso Hummer EV, capaz de producir mil caballos de fuerza, no aparecen en la agenda de las líneas de producción en México.

Hace años escribí en este espacio sobre las ventajas ambientales que tienen los autos eléctricos. Sobre todo, si se complementan con fuentes de energía renovable como los paneles solares. Invité con romanticismo a imaginar cuando un vehículo se reabastezca de combustible con la resolana. Hoy adoptar las nuevas tecnologías no es cosa de soñadores ecologistas ni utopías guajiras. En realidad, si México no busca vigorosamente subirse a la economía verde millones de empleos se perderán, igual que los ingresos derivados de sectores que se transforman a una gran velocidad.

Creo que en lugar de generar incertidumbre a las inversiones y al abasto de energía eléctrica, el gobierno haría bien en negociar con corporaciones como Volkswagen para incluir en sus plantas de Puebla y Tlaxcala la producción de sus vehículos eléctricos de la serie ID. Estos autos están destinados no al consumidor de alto poder adquisitivo, sino a las clases medias. En Europa el compacto ID.3 se ha vendido como pan caliente y el ID.4 hará su debut en Estados Unidos con grandes expectativas.

Si México quiere mantener su liderazgo automotriz se debe trabajar con las armadoras para que elaboren productos con gran demanda y valor agregado. El hecho de que este gobierno aproveche los huevos que las gallinas ponen, gracias a una infraestructura lograda por otras administraciones, no garantiza que los buenos tiempos continúen. Hay que renovar la industria automotriz o morir con carcachas incapaces de competir a nivel global.

Twitter: @ARLOpinion

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