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Una luz

No hagas cosas buenas...

ENRIQUE IRAZOQUI

Ayer se anunció que las autoridades sanitarias y la directiva del Santos Laguna han llegado a un acuerdo donde las primeras han dado su venia para que el próximo juego del equipo albiverde se celebre permitiendo el retorno de los aficionados al estadio Corona.

Obviamente la autorización es parcial en cuanto al aforo permitido. El recinto futbolero ubicado dentro del complejo Territorio Santos Modelo puede albergar casi 30 mil asistentes. La autorización por ahora es de hasta el 40 %; específicamente se les dará acceso a 11,800 personas, que en estricto sentido sería entonces para un estadio de 29,500 de su cupo total.

La gente de pantalón largo del club lagunero expresó que entre sus abonados, que oscilan entre 10 mil y 12 mil, más patrocinadores, más compromisos, la cifra de 11,800 cumple en todos los sentidos.

Evidentemente se está avisando que se llevarán los protocolos sanitarios correspondientes. Se cuidará la sana distancia, se tomará la temperatura a todo el mundo antes de ingresar al inmueble y se exigirá el uso de cubrebocas.

No deja por supuesto de ser una decisión aventurada por parte del gobernador Miguel Riquelme, quien legalmente es la persona que debe decidir sobre este asunto. Habrá quien pueda decir que es imprudente permitir que el juego se lleve a cabo con presencia en las tribunas.

Sin duda que por supuesto hay un riesgo inherente. La pandemia de COVID no se ha ido en lo absoluto y sigue cobrando vidas. Pero también es innegable que el ritmo de contagios y, sobre todo, el número de camas de hospital ocupadas por enfermos de este flagelo están casi rozando en Coahuila el 10 %. Es decir, por ahora se está lejos de que un brote considerable de esta enfermedad pudiera colapsar el sistema de salud.

Cuando se dio a conocer la gravedad de la pandemia hace poco más de un año, la principal preocupación era sin duda que las consecuencias obvias de este nuevo y despiadado virus fueran en algunas ocasiones el colapso del sistema respiratorio de los infectados, que los obligase en el mejor de los casos a requerir internarse en un nosocomio para la atención y controlar el mal, si no es que su gravedad les obligase a necesitar un ventilador mecánico que los auxilie en la función elemental de respirar, si es que se pretende apenas sobrevivir. En el caso mexicano, casi 190 mil personas, según cifras oficiales, han muerto por este mal (es innegable que en México han muerto más que los que reconoce el Gobierno federal, pero esa es otra historia).

Brutales han sido las consecuencias en todos los sentidos para la humanidad en la irrupción de esta enfermedad surgida en un mercado de la ciudad china de Wuhan, y que ha marcado la vida de toda una generación, que en el mejor de los casos recordará esta funesta época como la etapa más calamitosa de sus vidas; esto en el mejor de los casos, si es que no tuvieron que sufrir alguna pérdida de un ser querido por tan terrible mal.

Sin embargo, y retomando, no hay que ignorar el asunto de que particularmente en Coahuila los índices de ocupación de camas de hospital destinadas a tratar a los enfermos COVID se encuentran en los niveles más bajos en muchos meses.

La devastación en cuanto al saldo de miles de personas ha sido brutal, pero también ha sido brutal la hecatombe económica que afecta a millones de personas. La pandemia además de poder enfermar y matar por padecimientos propios de lo que en sí provoca, está empujando a una inmensa parte de la población a la miseria.

Entonces, si bien es un riesgo calculado, y ejemplo en realidad, permitir que gente vaya al estadio, se empiezan a dar pasos hacia una reactivación económica, urgente si se quiere evitar llevar a las personas a la pobreza.

Hay que hacer votos para que paulatinamente y con prudencia, pero en lo posible con celeridad, la rueda de la economía vuelva a girar. Con tropiezos en México y con mayor velocidad en los Estados Unidos, parece que la vacunación masiva está funcionando, lo que puede albergar esperanza en que se empiece a ver la luz al final del túnel en cuanto al control de la enfermedad. Ahora toca atender pronto lo económico, que tan dañado está también.

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