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Desamor

Diálogo

YAMIL DARWICH

Estamos por festejar el día de los enamorados, esas veinticuatro horas dulzonas en que nos ratificamos sentimientos amorosos -algunas veces con cierta falsedad de fondo- tiempo en que intercambiamos votos de cariño, manifestados con regalos siempre bien vistos y promocionados por el sistema de consumo.

Sin embargo, en esos días "del amor y la amistad" casi nadie quiere mencionar el dolor que llegamos a sentir con la pérdida de relación amorosa; ahora, pensando en esos taciturnos y adoloridos, le propongo dialoguemos sobre el tema.

El desamor es un sentimiento doloroso por la pérdida de amor; se puede vivir en forma temporal o definitiva, caso de los rompimientos sin retorno.

Se manifiesta con un intenso sentimiento de pérdida y, como han escrito poetas enamorados "que la vida ya no tiene razón de ser"; sin embargo, luego de algunas etapas, retornamos a nuestro estado emocional equilibrado, listos para otro enamoramiento que traerá alegría, satisfacción, plenitud y felicidad, alternados con disgustos, enojos, malos entendidos o acciones de la pareja que nos parecen poca correspondencia y egoísmo: "¡Ya no me quieres!".

La bioquímica del amor es maravillosa, ahora sabemos que participan hormonas y precursores que nos estimulan a sentir afecto especial por la pareja. Ya en otros diálogos tratamos sobre la dopamina, difeniletilamina, oxitocina, adrenalina, dopamina, colinesterasas, etc.

Lo cierto es que, con el paso del tiempo, las sustancias que funcionan como drogas atrayentes, van enfrentando la desensibilización humoral, consecuentemente disminuye la sensación amorosa que llegó hasta a ser eufórica. Interesante que algunos investigadores hablen de un período de alrededor de dos años y que las estadísticas de relación de parejas describan la primera gran crisis y hasta rompimiento en ese lapso; claro que, al estar constituidos por mente, cuerpo y sociedad, los factores psicológicos y de relación cuentan mucho.

El proceso es lento y paulatino, salvo en los casos de fuertes decepciones -el adulterio, por ejemplo- y se va instalando insidiosamente en medio de la pareja, con síntomas que pueden detectarse, entre ellos: falta de comunicación y distanciamiento manifestado por disminución o ausencia de contacto físico, regalos o comentarios que alimentan al espíritu del enamorado; olvidar fechas importantes para la "media naranja", como aniversarios, onomásticos o el día y detalles del encuentro.

Usted puede agregar diferentes olvidos que, para las féminas, son verdaderas ofensas y agresiones al ser y sentir. Los varones somos descuidados.

La falta de caricias puede incrementarse y llegar a generar la pérdida de interés por un beso, abrazos y hasta la relación coital; las excusas usted ya las conoce: cansancio, preocupaciones, presencia de niños o familiares y el clásico "dolor de cabeza".

Ese distanciamiento se presenta casi en forma imperceptible, terminando por generar la falta de comunicación y mayores manifestaciones de insatisfacción a través del lenguaje corporal. Recuerde que un gesto llega a ser más comunicativo que muchas palabras dulces.

El siguiente paso será la pérdida de admiración, reconocimiento, comprensión y hasta respeto a la otra persona. Las agresiones con injurias y malas palabras son señales de alerta y así, aparentemente de pronto, la pareja descubre que "se equivocó en la elección", "nunca pensé que estuviera fingiendo" y ¡El (ella)… nunca me quiso!

Los terapeutas de pareja exploran en sus pacientes tales etapas y, de acuerdo a ello, proponen tratamientos en casos de desamor y separación; el dolor psíquico es enorme, comparable a la muerte de un ser cercano y/o querido.

En el proceso del desamor, primero vendrá una fase de aislamiento que favorecerá la ansiedad y depresión, proceso neuroquímico muy interesante. En algunos casos se presenta "negación", considerando la situación como pasajera, que de cualquier forma genera desasosiego, incluyendo la baja de productividad.

Pasado el tiempo -desde días, semanas y hasta meses- llega un sentimiento de reproche, sensación de engaño y malestar que genera ira y no será extraña alguna agresión verbal y al extremo física. "¡Cómo me engañaste!", "¡Me usaste!", "¡Me utilizaste!", y otras acusaciones similares.

Es común que siga un proceso de "negociación", intento de uno o ambos de reanudar la relación. Cuando la pareja acepta la apertura al diálogo puede haber buen resultado; si las ofensas fueron graves o las promesas son incumplibles, podría ser una prórroga del rompimiento.

De no haber reencuentro, las sensaciones de dolor psíquico profundizarán, inclusive llegando a tener depresión profunda y en casos extremos al suicidio o el intento -algunos casos pueden ser verdaderas dramatizaciones-.

Pasado el tiempo vendrá la serenidad y la revaloración de lo sucedido, con la medición adecuada de las causas y los efectos.

Ese será el momento de recuperación emocional, aunque por algún tiempo -variable de persona a persona- persistirá la negación, por temer decepcionarse con un nuevo enamoramiento.

Espero que el Diálogo le sea útil, aún en tiempo de cuidar al enamorado; caso contrario, apoye su sanación.

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