Columnas Social

PEQUEÑAS ESPECIES

UN AGRADABLE PASATIEMPO

M.V.Z. FRANCISCO NÚÑEZ GONZÁLEZ

Entre más pasa el tiempo, más estoy en deuda con la vida, desde que tengo uso de razón siempre me ha favorecido con mis ilusiones, no ha resultado fácil, han sido años de lucha, pero es cuando más se valoran los triunfos. Antes que naciera mi primer hijo disfrutaba de un sueño en secreto, el motociclismo, recuerdo cuando llegaba el día de pago de la colegiatura de mis cuatro hijos, se me hacia un nudo en el estómago cuando aún no la completaba, y cuando recibía algún ingreso extra de las actividades de veterinario, maestro o comerciante, de inmediato surtía la despensa que no alcanzaba llegar a la quincena, esto continua con el buen apetito de mis hijos después de treinta años, pero ahora sonrío. En ocasiones nos sentíamos agobiados mi esposa y yo, enfermedades, trabajo, guardería, doctores, colegios, recuerdo para un día último del año, le dije a mi señora que se encontraba exhausta con nuestros cuatro retoños, saldré unos minutos a la iglesia para dar Gracias, y solo me dijo con una sonrisa, ¿vas agradecer, o, a reclamar?.

Pasó el tiempo como una ráfaga de viento y al abrir los ojos habían transcurrido más de cincuenta años de mi vida, llegó la jubilación de maestro, excesivamente desgastante pero hermosa profesión. A partir de ahí, todo fue como miel con hojuelas, dedicado exclusivamente a mis pacientes de ladridos y maullidos. Fue entonces cuando empezó el señorial pasatiempo del motociclismo a pesar de mi edad. Cuando compré la primera motocicleta quedaron de entregarla el domingo, tuve que salir de casa y le dije a mi esposa que había adquirido un juguetito, hice hincapié que no lo fuera a devolver. Al regresar a casa ya se encontraba mi "juguete" en la cochera y también se encontraba "como agua para chocolate" mi esposa y mi hermana que le había llamado para darle la noticia de mi adquisición. Aún recuerdo las frases de aquél recibimiento; "después de vejez viruela" "ya no eres un adolescente" "no piensas en tu familia" "que inconsciente eres" "tendrás mucho dinero". Me había ido mejor de lo que había pensado, creía que sería peor la reprimenda. Con el tiempo me di cuenta que no fue el único mi caso, como también sucedió a otros amigos que conocí en el club de motociclismo, uno de ellos tardó un año en decirle a su esposa que había comprado una motocicleta ocultándola en casa de un amigo todo ese tiempo, con otros, tenía el honor de ser el veterinario de sus mascotas, y cuando charlaba con las esposas, me daba cuenta que mi señora no era la única en desacuerdo con nuestro "hobby". Pasaron los años y todo se transformó en risas y anécdotas recordando los melodramas cuando nos reuníamos con las esposas en los eventos sociales del club. Nuestro club de "Bikers" era muy especial, la mayoría era gente mayor, algunos jubilados y todos con excelentes y enormes "caballos de acero", no había domingo que no saliéramos a "rodar"; Parras, San Pedro, Madero, Mapimí, Nazas, Viesca, Cuencamé, la presa Fco. Zarco. En una ocasión nos invitaron a una comida a Mapimí con nuestras familias, excelentes anfitriones y suculentos platillos, carnitas, chicharrón, barbacoa, arroz, frijolitos, variedad de picosas salsas, sin faltar el alegre repertorio musical, con mi familia se encontraba mi hermana que había estado en desacuerdo cuando compré la motocicleta, y me dijo con una sonrisa al observar las más de veinte enromes y hermosas motocicletas de mis amigos, deberías de cambiar tu motocicleta por una más grande. Había varios eventos de motociclistas en el país durante el año, a los que más asistíamos; Monterrey, Mazatlán, Saltillo, San Pedro, Parras, Madero. Eran fines de semana inolvidables, por eso nuestras esposas aceptaron nuestro pasatiempo como el suyo, les agradaba asistir a los eventos, como los que organizaba la cervecería en Monterrey, nos obsequiaba el uniforme con su logo para dar un paseo por la ciudad, visitar sus instalaciones, museos y culminábamos degustando el tradicional cabrito asado, escuchando agradable música norteña saboreando su frio y espumoso producto que fabricaban. Y así disfrutábamos los otros congresos donde asistíamos acompañados por nuestras esposas. Es cierto que el motociclismo es de mucho riesgo, y por eso la prudencia más que la experiencia de nuestra edad fue primordial. Nunca olvidaré un regreso de un viaje a Monterrey, era medio día y antes de llegar a Paila, se oscureció el cielo con una gran tormenta, una lluvia intensa que no se podía ver a más de cuatro metros de distancia, corría el agua en la carretera más de veinte centímetros de altura, venía a vuelta de rueda y había transito en la carretera y no podía salirme, no se veía suelo solo el agua, venían autos atrás y delante de mí, solo confiaba en mi motocicleta que no fuera a detenerse o a fallar, oré sin perder la calma, diez minutos después se había despejado el cielo, llegamos a Paila agradecidos con una sonrisa y todo el resto del camino con un sol radiante, llegando a casa sano y salvo, le di un beso a mi Harley Davidson y recordé la plegaria de un Biker.

Señor con tu ejemplo quiero aprender a llevar mi cara con el rostro al viento. Padre enséñame a no temer, a transitar con mi moto como por la vida. Enséñame a disfrutar, a sentir en el rostro la suave humedad del rocío y de la lluvia. Enséñame a encontrar tu mano en un paraje que cruce a mi paso. Enséñame a aceptar mi humilde dimensión ante la majestuosidad de tus obras. Enséñame a vivir sin distinción y mirar a mis compañeros a través de tus ojos. Enséñame a servir a mis amigos eliminando todo rastro de egoísmo. Enséñame a enfrentar con serenidad las adversidades. Enséñame a conservar la prudencia para conducir con seguridad. Enséñame a mostrar que mi moto es un instrumento de paz. Gracias Señor por disfrutar el espíritu de libertad, por darme la oportunidad de conocer y no temer a la velocidad. Gracias por darme los medios para hacer del motociclismo el más agradable pasatiempo. Gracias por darme la estabilidad emocional que sustenta mi seguridad. Gracias Padre por permitirme conducir con el rostro al viento.

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