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Abejas

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YAMIL DARWICH

Me quedó la impresión de que la noticia sobre la petición de reformar la legislación para proteger a las abejas no fue suficientemente concientizada (https://www.elsiglodetorreon.com.mx/noticia/1776508.pide-reformar-legislacion-para-preservar-abejas-en-coahuila.html).

Sin ellas, el peligro de aridez es mayúsculo y generaría una crisis mayor a la que vivimos por el COVID. Representan hasta el 85% de la fauna polinizadora para la reproducción y conservación de muchos vegetales.

Alterar los ciclos de vida es peligroso; ejemplo: tenemos una sobrepoblación de palomas y éstas agreden con sus deshechos a los árboles de plazas y jardines urbanos, destruyendo hojas y raíces con la acidez de su excremento y acumulando residuos en el piso, representado peligro para la salud de los paseantes, comúnmente niños -alveolitis alérgica, criptococosis o histoplasmosis-. ¿Los por qué?: la desaparición de las aves de rapiña, cuijes, búhos y aguilillas que poblaban la región, mismas que directa o indirectamente hemos estado exterminado.

Recordemos que la cadena alimenticia, su cuidado, conservación y respeto, es base para mantener las mejores condiciones de vida, incluida la humana.

Las abejas -himenópteros- hacen el trabajo de inicio en la cadena alimenticia, estando los humanos al final de las mismas; son quienes transportan polen para fecundar a las plantas, permitiendo su fecundación para la floración y luego producción de frutos que comemos; también aseguran la reforestación, al favorecer la distribución de semillas que caen por tierra -las aves también participan efectivamente al defecarlas sin digerirlas.

Sin ellas, el ciclo de reproducción animal se vería afectado y, seguramente, muchas especies desaparecerían.

Recordemos que los frutos, hojas y flores, son alimento para las especies endémicas y las raíces nutren a aquellos animales que tienen sus guaridas bajo tierra; así, las aves y muchos roedores sobreviven, crecen, se reproducen y son alimento de depredadores a partir de alimento generado en tal ciclo de vida y reproducción iniciado con los vegetales.

Un ejemplo: los conejos, con su carne, alimentan a coyotes y otros carnívoros y ellos conservan en equilibrio en las poblaciones de roedores; incluya otros depredadores, caso de los reptiles.

Los animales que construyen guaridas y túneles en la tierra, la oxigenan al removerla y con ello incrementan su fertilidad para beneficio de los vegetales. ¿No le parece maravilloso?

Las aves se nutren de semillas y flores, alimentando a especies mayores, como los halcones y águilas, quienes controlan la sobrepoblación de roedores. Admirable.

Aún hay más: ese círculo biológico positivo, permite que la vegetación estimule la formación de nubes y éstas rieguen los campos, corriendo agua por los ríos para aprovecharse. Uno de nuestros problemas generados por la escasez de agua parte de la deforestación de la Sierra de Durango -desde ahí corre agua a nuestras presas- y la falta de reproducción de nuevos ejemplares de pinos y similares, sumada a la criminal tala ejecutada abusivamente por los deforestadores.

En el pasado, ya se había denunciado que hasta el 80% de los panales de la Región Lagunera, han desaparecido y los expertos cuantifican el daño con cifras desastrosas.

Los apicultores de La Laguna, calculan en 20 millones de pesos las pérdidas por la desaparición de las abejas y según el Sistema Producto Apícola de la Región Laguna, cientos de familias son afectadas.

La miel se produce en tres estaciones del año: primavera, verano y otoño, siendo esta última la de mayor producción, estimándose en 30 kilos, con valor de 2,000 pesos por cada una de las 8,000 colmenas; en los últimos años han desaparecido más de 6,000, representando una grave pérdida, solamente en esa recolección.

Si los colmeneros y sus familias sufren por su desaparición y los meloneros ven mermadas sus cosechas, nosotros seguiremos en la cadena de empobrecimiento con el encarecimiento de la alimentación; luego vendrán los problemas extremos, incluyendo hambrunas y desestabilización social.

José Luis Reyes Carrillo, investigador de la UAAAN, ha dedicado tiempo al estudio del problema, que ha definido como "Síndrome de Despoblamiento de Colmena".

Él, ha declarado que las causas no son muy claras; entre ellas se menciona el uso de plaguicidas; la baja en fecundación de las propias abejas; presencia de insectos depredadores que las atacan y matan, como la variedad de abeja africana que ha avanzado en el continente desde Brasil hasta Norteamérica; y las alteraciones de la temperatura que afectan su ciclo reproductor.

Tuvo que ser un legislador independiente, Benito Ramírez, quien pidiera mayor atención y efectividad en la solución del problema, declarando que: "la preservación de las abejas debe responder no sólo a razones de carácter económico, también debe ser resultado de la toma de conciencia sobre el desastre ambiental que hemos generado y del grave riesgo en que la eventual extinción de esta especie pondría a la supervivencia humana". Los legisladores de los partidos políticos ponen poca atención porque el tema "no deja raja".

Luchemos por las abejas. ¿Está dispuesto?

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