
Su sello. Abi Montes lleva cerca de dos años haciendo nudos intencionados en diseños únicos en forma de cortinas y cabeceras.
Una luz cálida se filtra por el grande ventanal del taller de Abi Montes, una lagunera que hace 10 años conoció la técnica del macramé. Recuerda que estaba profundamente aburrida cuando un video en Internet le llamó la atención: en él se veía a unas manos manipulando una forma de hilo que luego era transformado en una bella pieza tejida, esto logrado sin hacer uso de alguna máquina, herramienta o pegamento.
La magia se daba sólo entre las manos, la concentración y el hilo. Abi sintió un impulso y pronto buscó el material con el cual pudiera comenzar a trabajar. De eso ya hace una década.
Al principio, recuerda la artesana, sus nudos carecían de fuerza y se dejaba influenciar por el trabajo de otros. Pero pronto comprendió que debía dejar que su creatividad e ingenio comandaran a sus manos mientras tejían nudos. Aprendió a leer patrones y comenzó a sacar sus propios diseños.
Para ella el macramé "es sagrado. Me ayudó mucho, cuando empecé con mi negocio estaba pasando por un mal momento. Es terapéutico, el concentrarme en algo que tienes que estar atenta para que no se te vaya una cuerda, un hilo, que no lo hagas al revés. Yo lo veo y me da armonía, que todo sea tan simétrico".
La artesana informó que para aplicar esta técnica se puede usar "desde yute, cola de ratón, todo lo que sea hilo, a mí me gusta más trabajar con el algodón y con el algodón crudo. Me gusta cómo se ve más que a utilizar colores, todavía no me animo mucho a trabajar con colores".
El blanco es el color que más usa debido a la neutralidad que ofrece y por la armonía que se puede lograr en casi cualquier tipo de espacio.
Es así que en Nudista Macramé, Abi Montes lleva cerca de dos años haciendo nudos intencionados en diseños únicos en forma de cortinas, cabeceras, atrapa sueños, y otro tipo de objetos que son decorativos para el hogar u oficinas.
Abi comparte que sus diseños son únicos y libres. Hasta el momento, comparte, en la pieza más grande a la que le ha dado forma se llevó cerca de 700 metros de cuerda, pesaba 9 kilos y media un metro 85 centímetros por un metro 85 centímetros.
Para ella el macramé va más allá del sólo hecho de hacer nudos. "De verdad yo siento algo cuando lo estoy haciendo. Me gusta mucho que lo único que necesito son unas tijeras, una cinta métrica, mis manos y listo, algo se forma. No se necesita ninguna máquina, ni pegamento. Es sencillo y a la vez te da mucho".
Montes comparte que le agrada no sólo vender un producto, sino reflejar en él todo el corazón que le imprime dando siempre en las descripciones una breve reseña del procedimiento y de los materiales, para que el cliente vea que es un producto artesanal, que dice, está hecho con amor y no algo que se hace únicamente por obtener una ganancia, dirigiendo el resultado a personas afines con la decoración boho.
A la fecha, la lagunera logró un posicionamiento a nivel nacional, pues su trabajo ha sido solicitado en otros estados del país.
Todos los días Abi Montes se encierra en su taller ubicado en su propia casa y se concentra en hacer nudos. Deja que sus manos y mente se conecten en la simetría de crear una pieza única que contenga eternamente su sello.