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Optimismo razonable

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LUIS F. SALAZAR WOOLFOLK

El inicio de un nuevo año suele ser la oportunidad para el aliento del optimismo y la renovación de propósitos y el año que termina, pese a la adversidad que implica la pandemia de COVID-19, no debe ser la excepción. Es cierto que la sola marcha inexorable del reloj y el paso de las hojas del calendario, no son suficientes por sí mismos para enfrentar los retos que depara el futuro inminente sin embargo, además de la confianza en la Providencia de Dios que anima a los creyentes, existen motivos para el optimismo en el plano estricto de lo racional, en función de la creatividad y la inmensa capacidad de adaptación del ser humano, a las condiciones que le ha deparado el universo, sean las que fueren.

El combate a la pandemia se concreta en la distribución de las vacunas conforme a un programa coordinado por las Organización Mundial de la Salud a través de los gobiernos de los distintos países del planeta, y si bien se avizora que por su complejidad pueda requerir todo el año entrante, es de esperar razonablemente, que rinda frutos visibles conforme avance su aplicación. En un primer paso, la aplicación de las vacunas a los médicos y al resto del personal de salud, además de proteger a quienes han estado en la primera línea de combate, formará una barrera para reducir el contagio, no solo en los hospitales en los que se atienden casos de COVID-19, hoy convertidos en focos de contagio, sino impregnará todo el sistema de salud y por tanto, a la sociedad en su conjunto.

Lo anterior seguido de la vacunación a los sectores vulnerables, empezando por los adultos mayores, nos hace esperar resultados apreciables y medibles en el corto plazo, lo que no debe ser motivo para bajar la guardia, respecto a los cuidados que debemos seguir teniendo en lo personal y comunitario, hasta el final de la crisis. Por desgracia no faltan los agoreros pesimistas, ni los teóricos de toda clase de conspiraciones y por lo que hace a nuestro país, por añadido existe un golpeteo entre los diversos actores políticos en torno al tema de la vacuna, que está presente tanto en las redes sociales como en los medios de comunicación.

Este escenario se explica porque el año entrante será de gran actividad electoral a nivel Federal para renovar la Cámara de Diputados al Congreso de la Unión, así como Gubernaturas, Congresos Locales y Presidencias Municipales, en al menos la mitad de los Estados. Es difícil y se antoja imposible que los antagonistas en lucha por el poder, dejen de aprovechar el tema de la vacuna para llevar cada cual agua a su molino, y si resulta ingenuo apelar al sentido de Patria, la existencia de un electorado que calificará castigando o premiando la conducta de cada cual, permite esperar cierto grado de civilidad, aunque sea fruto del cálculo político y la conveniencia.

Otra gran fuente de retos y oportunidades que trae consigo el año venidero, deriva del cambio de gobierno en los Estados Unidos, lo cual concierne no solo a los ciudadanos de ese país como directamente involucrados, sino a todo el mundo, dado el papel de liderazgo que nuestro vecino y principal socio comercial, desempeña en el concierto internacional. Para el Gobierno y la Sociedad de México la importancia de nuestras relaciones con los Estados Unidos es cuestión de capital interés, porque en ello nos jugamos nos guste o no, nuestra estabilidad política y nuestro desarrollo económico.

En cuanto al equilibrio global, y la participación de los Estados Unidos frente a otras potencias como Rusia o China, existe una gran expectativa respecto al destino que correrán las relaciones del gobierno de Joseph Biden con sus aliados del Viejo Mundo, el Reino Unido y la Unión Europea. El giro que tomen los acontecimientos al respecto, marcará el rumbo de la conformación de los nuevos imperios en relación con América Latina, en donde el desarrollo se advierte continuamente pospuesto, o el Medio Oriente y África, en donde existen viejos conflictos irresueltos, en los que el nuevo ocupante de la Casa Blanca se tendrá que aplicar.

Cuando año con año en cada avance del calendario, cerramos el ciclo comentando temas que parecen los mismos por ser recurrentes y corresponder a problemas ancestrales que no alcanzamos a resolver; pareciera que el tiempo no transcurre, que la humanidad no aprende las lecciones de la historia, que la naturaleza humana no tiene remedio, o todas esas cosas juntas. Lo cierto es que la vida del hombre individual y colectiva es lucha continua, y no solo para conseguir objetivos históricos en el plano del progreso en términos de libertad y bienestar social, sino para mantener los logros obtenidos que son muchos en calidad y cantidad, y hasta para enfrentar retrocesos que suelen ocurrir, como en el juego de serpientes y escaleras.

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