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Ensayo sobre la cultura

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Los ciclos

José Luis Herrera Arce

Cada ciclo es una nueva oportunidad y a los hombres les gusta vivir la vida en ciclos. Uno se acaba y otro comienza. Hay una esperanza para reformar nuestra vida y cambiar nuestro destino. Se termina lo echado a perder para que empiece una nueva oportunidad para solucionar las cosas.

Con la Navidad hay un nuevo ciclo religioso. Dios nace de nuevo para redimir los pecados del hombre. Es la única época del año donde se estrechan los lazos familiares y los niños sueñan con esos regalos que solamente en esta época podrán tener. Se adornan los hogares con luces multicolores y se respira otro ambiente. Los olores en la cocina son únicos. Ciertos platillos sólo podrán ser saboreados en estas fechas y es el momento de recuperar las recetas que nos han sido heredadas por los ancestros.

Aquellos, quienes creen en la navidad, forjan el ambiente con múltiples detalles. Antes, la ciudad hacía lo mismo; con el tiempo, se ha perdido mucho la esencia y se ha volcado en el comercialismo, desplazándose el centro de la fiesta, el niño Dios, hacia un personaje gordo, barbado, vestido de rojo, supuesto obispo que regala, llamado Santa Claus. Una especie de sincretismo comercial.

Volvamos a la reflexión sobre los ciclos. Seguramente surge de la conexión de la agricultura con los movimientos de los astros y la medida del tiempo. Las antiguas culturas se dieron cuenta de que había fenómenos que se repetían y que tenían que ver con las temporadas más propicias para plantar la semilla o cosecharlas. Todos los años es lo mismo, la naturaleza repite fenómenos que el hombre aprende a distinguir y se guía por ellos en los trabajos agrícolas, donde le resultan las buenas cosechas. Si en uno no hubo buenos resultados, la esperanza es el siguiente, en donde la fe nos dice que los habrá.

Si lo anterior lo relacionamos con los mitos y los ritos, las mismas viejas culturas se encargaron de imaginarse fuerzas divinas que manejaban los fenómenos y con los que había que estar bien, El rito es la ceremonia que establece comunicación con el mundo metafísico para obtener beneficios de las futuras acciones. De aquí provienen las historias de las mitologías que sostuvieron a las culturas durante muchos siglos. En los rituales hay representaciones. La iglesia aplicó el teatro, sobre todo en dos fechas importantes que fueron la navidad, con las posadas, y la semana Santa con la crucifixión.

Las posadas es un novenario donde se representa a José y María pidiendo alojo en Belén donde habían ido para empadronarse, encontrando el pesebre donde nació Jesús.

Hay canto y se rompe la piñata que también tiene sus significados y se reparte la colación; hay que darle prisa a Juana para que no se dilate con la canasta de los cacahuates. Así se introduce a la familia y a los niños a los misterios religiosos. Se pone el nacimiento, cuyo creador fue San Francisco con fines de catequesis. El árbol es un invento sajón con el que se ha querido desplazar al Belem. En nuestra cultura, se integra.

La posada también sufrió el sincretismo; se convirtió en una reunión familiar o comercial, despojado de todo sentido religioso, donde se baila y se bebe como en cualquier otra fiesta y que nada tiene que ver con el origen que le dio el nombre.

La necesidad de sentir el ciclo subsiste. La gente se reúne en un evento especial que de todas maneras le significa algo. Surge la necesidad de establecer lazos familiares fuertes. Es cuando más se puede sentir la soledad; o la necesidad de experimentar la pertenencia familiar, grupal o social. Hay que brindar con alguien, no hacerlo solo.

Todo el mundo aborrece el 2020. De alguna manera o de otra pensamos que el siguiente será mejor; y no lo ha sido desde hace décadas.

Aun así, la esperanza subsiste. Habrá que revivir la fe en los ciclos. El año nuevo significa esperanza. También depende mucho de lo que hagamos nosotros para que sea mejor. Después de los años de las vacas flacas, tienen que venir las vacas gordas.

¿Qué hará cada uno de nosotros para que esto suceda? Les deseo una feliz Navidad y año nuevo. Lo importante es saber que no estamos solos y más que nunca nos necesitamos, manteniendo la sana distancia y con el cubrebocas.

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