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La muñeca otomí en tiempos navideños

Estas artesanías queretanas se asoman en la ciudad para recordar su tradición

Esfuerzo. Virginia Durán Rosales ofrece sus tradicionales creaciones en las escaleras del Museo Arocena.

Esfuerzo. Virginia Durán Rosales ofrece sus tradicionales creaciones en las escaleras del Museo Arocena.

SAÚL RODRÍGUEZ

Un grupo de coloridas muñecas acompaña a Virginia Durán Rosales en las escaleras del Museo Arocena. Es sábado por la tarde y el flujo de gente se mantiene constante sobre la acera de la avenida Juárez. Además de una chamarra roja, Virginia porta consigo la esperanza de alguna venta, así que responde los precios de sus creaciones cuando le preguntan su costo.

Originaria de la localidad de Santiago Mexquititlán, en Querétaro, Virginia narra su llegada a la ciudad. La pandemia ocasionó que se quedara sin empleo en su lugar de origen, así que empacó el conocimiento heredado, tomó sus materiales y se trasladó a Torreón, donde confecciona y comercia las típicas muñecas Marías otomíes.  

Sus manos son capaces de confeccionar hasta cuatro muñecas por día. Es un trabajo duro y laborioso, cuya dificultad depende del estilo y tamaño de la muñeca. Señala que batalla más en la confección de muñecas pequeñas, puesto que debe forzar la vista y el tejido de los detalles se torna complicado. Algunas pueden tardar hasta dos horas en realizarse.

Los precios de sus creaciones varían de los 30 hasta los 200 pesos, pero su situación es tal que también intercambia muñecas por despensa.

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Y es que venir a Torreón no es nuevo para Virginia. Es una ciudad que conoce bien, pues desde niña acompañaba a sus padres que también llegaban de su pueblo para vender artesanías. De ellos recibió instrucción.

"Cuando empecé a trabajar me iba a maquiladoras. No me gustaba esto, porque es muy detalloso y trabajoso. Pero ya después, como me pagaban bien poquito, mi mamá me decía: "Si ganas bien poquito mejor trabaja por tu cuenta". Y ya empecé a hacerlas y pues sí, me convenía mejor venir a ofrecerlas aquí que trabajar en maquiladora".

Virginia lleva un mes en la ciudad y se quedará durante todo el mes de diciembre para vender la mayor cantidad de muñecas posible. 

"No hay trabajo en mi pueblo. Igual tengo unos animalitos, pero por la pandemia nadie los quiere comprar, porque no hay dinero. Por eso vengo aquí a ofrecerla".

Dice que prefiere comercializar en Torreón que en otras ciudades. La razón es porque aquí no ha tenido problemas para vender. Así que cada día llega a las 11 de la mañana para retirarse a las siete de la tarde.

Las muñecas otomíes son consideradas patrimonio cultural del estado de Querétaro. Su tradición es conocida en todo el país y en el extranjero. La leyenda narra que una un hombre y una mujer tuvieron una hija llamada María. Por razones del destino, el padre falleció y María también sucumbió de tristeza días después. Al encontrarse en soledad, la madre confecciono en dolor la figura de una muñeca que emulase a su hija.

Virginia conoce bien esta historia y la comparte a quien le pregunta el significado de las muñecas. Por eso invita a los laguneros a adquirir alguna de sus artesanías para regalar en Navidad.

ADAPTACIÓN

Mientras tanto, ante la crisis de COVID-19, las artesanas otomíes de Amealco, en Querétaro, también han padecido una complicada situación económica por las medidas de confinamiento, por lo que ahora ofrecen a sus clientes estas tradicionales muñecas indígenas decoradas para sus pinos navideños y hasta los nacimientos cristianos.

Lucía García tiene un taller en la comunidad de San Ildefonso Tultepec, que da trabajo a una decena de mujeres que mantienen sus bordados tradicionales en productos artesanales, como estas muñequitas que se han convertido en un ícono del estado.

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Pero su negocio ha resentido el confinamiento con ventas bajas a lo largo del año, por lo que se ha visto en la necesidad de reinventarse.

"Nosotros sí vivimos esta temporada o este año de la pandemia muy difícil porque en un inicio cerraron todo y nuestras ventas son de vender de persona a persona, de estar muy en contacto con nuestros clientes, de buscarlos, de ofrecerles, y con la pandemia no se podía", comenta.  

DE LA TRADICIÓN A LA MODA

Los otomíes son un pueblo originario del centro del país con más de 600 mil descendientes, de acuerdo con el Atlas Nacional de los Pueblos Indígenas del Gobierno de México.

Sus tradicionales artesanías son grandes atractivos turísticos de estados de la región, como Querétaro, Hidalgo, Puebla y Tlaxcala.

La muñeca otomí es una tradición con más de 100 años en el municipio de Amealco y el 18 de abril de 2018 fue nombrada patrimonio cultural de Querétaro.

Se estima que 10 mil mujeres indígenas se dedican a la fabricación de estas muñequitas conocidas como "Lele", que en otomí quiere decir "bebé".

Pero ahora, las artesanas otomíes ofrecen sus muñequitas con motivos de temporada para adornar los árboles navideños de los hogares con un detalle que brinde calidez y esperanza en estos tiempos de incertidumbre.

María Guadalupe Cruz, una de las trabajadoras del taller de Lucía García, destaca el trabajo de las creadoras de estos objetos.

"La muñequita artesanal se ha adaptado a esta época navideña, lo que se buscó es que cumpliera con lo que los clientes quieren que es tener la muñequita que pueda adornar sus hogares en estas épocas", expone.

"La muñequita es elaborada por artesanas en la comunidad, quienes ponen mucha dedicación para que esta muñequita pueda alegrar la vida de las personas que la compran", añade.

RENOVARSE O MORIR

La idea ha tenido aceptación entre su clientela, también por la variedad de adornos navideños que ofrecen, como un nacimiento único o pesebre elaborado con sus muñequitas, que pueden ser personalizadas por sus clientes.

"Se nos ocurrió lo de los nacimientos, estuvimos ofreciendo y varias personas nos dijeron que sí les gustaba y que sí podían ponerlo en su árbol, y que se veían bien", detalla.

"Le ponemos el color que nos piden o el color que nosotros vemos también que es navideño y los colores que se adapten, sí les llamó la atención y esperemos que sigan conociendo lo que hacemos y que consuman lo hecho a mano", expresa.

Para el árbol navideño prepararon en específico unas muñequitas vestidas con los colores de la temporada, en lo que termina por ser un sincretismo cultural, afirmó Eva María García, hija de la dueña del taller.

"Es una muñeca vestida de rojo y con un gorrito de Santa Claus. Esto no es como para que queramos cambiar nuestra cultura porque es una tradición de otro lado, pero buscamos que nuestra muñeca también pueda incluirse con otras culturas", justifica.

La prueba es que las muñecas otomíes han viajado a exposiciones en España, China, Estados Unidos, Reino Unido, Canadá, Australia y otros países para mostrar la cultura autóctona.

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