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Guadalupanos

Diálogo

YAMIL DARWICH

A punto de nuevamente celebrar la fiesta religiosa de la Virgen de Guadalupe, continúan las controversias sobre su aparición o invención, aún así, sigue siendo la mamá más festejada en el mundo iberoamericano.

Narra la historia que en 1531 se apareció en tres ocasiones al indio Juan Diego, pidiéndole que entregara un mensaje al obispo Fray de Zumárraga, quien debía construirle un templo en lo alto del Tepeyac.

Así empiezan las discusiones entre creyentes y detractores, los primeros aceptando como verdad el acontecimiento, los segundos negando su existencia, considerándola una estrategia evangelizadora.

En la historia, se cuentan hechos y circunstancias que han sido causa de investigación, empezando por la tela de la tilma del indígena, que se elaboró con fibras de agave, sobre las que apareció -se pintó- la imagen de la Virgen y un ramo de rosas de castilla.

El dato histórico refiere que los primeros bulbos de tal flor llegaron al continente 30 años después de la fecha en que se data el evento, lo que representa un misterio en sí; los detractores señalan como autor al pintor indígena llamado Pedro, conocido por sus habilidades artísticas, pero no se explica satisfactoriamente cómo imaginó a la flor y, en todo caso, qué tinturas utilizó. Toda la discusión se termina cuando se sabe que las telas vegetales, como las de fibra de agave, no resisten más de 3 décadas en buenas condiciones, acortándose la sobrevivencia cuando son expuestas a condiciones extremas. No hay respuesta satisfactoria al ver el muy buen estado de la tilma exhibida, tampoco sobre la técnica y tinturas utilizadas.

Sobre Juan Diego, no se ponen de acuerdo en su edad y la conclusión más aceptada afirma se trató de un hombre de alrededor de 50 años; hay otras discrepancias: algunos dicen era originario de Cuahutitlán, viviendo con dos esposas, debiendo renunciar a una al ser evangelizado, manteniendo su relación con la menor de edad -nada tonto… ¿verdad?- y al morir ésta, fue a vivir a Tulpetlac, cerca de Tlatelolco, con un tío enfermo, llamado Juan Bernardino, a quien debía de cuidar.

Curiosamente, la tela de la tilma no ha sufrido deterioro y sí diferentes atentados: uno de ellos, el 14 noviembre de 1921, estallando una bomba que dobló un crucifijo cercano, otro al serle lanzado ácido muriático, que quemó una esquina de la pintura y la mancha se ha ido desvaneciendo con el tiempo. Los detractores hablan de cambios de tela y los creyentes lo niegan.

La pintura, en sí tiene sus propios misterios, cuando no hay explicación del cómo se pintó el cuadro sin tener base de fondo, en una superficie rugosa y absorbente. Tampoco hay respuestas.

Al estudiar y observar con tecnología moderna los ojos de la virgen, es posible distinguir "el reflejo" de varias figuras humanas. Se menciona el hallazgo de hasta 12 personajes, identificados como testigos del suceso y un famoso oftalmólogo mexicano, el Dr. Enrique Graue, dio su testimonio, asegurando haber observado que la pupila se contrae y dilata con la luz que recibe -fenómeno de Purkinje- tal y como ocurre con los ojos vivos.

Según algunos investigadores, la posición de las estrellas dibujadas en el manto de la virgen de Guadalupe, de acuerdo a estudios astronómicos, correspondían a la configuración exacta del cielo el día en el que esta imagen fue impresa, luego algún religioso consideró necesario dar armonía al diseño y ordenó se le agregaran otras más.

Le dejo a su criterio hacer sus conclusiones sobre el fenómeno; lo indiscutible es la fe de los creyentes quienes seguimos manteniendo vivo el llamado Milagro de Guadalupe, que en esta ocasión no recibirá multitudes en su templo, siendo manifestación que envidian los politiqueros, quienes sueñan con tal aceptación de las masas. Ni pagando lo logran.

Habrá que comprender que entre fe y ciencia hay aún un abismo que no puede cerrarse y que el Milagro Guadalupano ha sido un medio excelente de unión entre los latinoamericanos, incluso reconocido y aceptado por papas y autoridades del Vaticano, quienes dedicaron una pequeña capilla en la Basílica de San Pedro.

Si "la fe mueve montañas", para el caso, la creencia nos acompaña a la inmensa mayoría de los mexicanos, reconfortándonos en momentos difíciles, dándonos esperanza, serenidad y confianza en nosotros mismos y eso también se complementa con el misterio del cómo nuestro cerebro nos cuida y protege con sus redes neuronales, precursores y hormonas que nos estimulan para seguir adelante con nuestras vidas.

Indudablemente es un fenómeno que tiene diferentes interpretaciones: de creyentes que disfrutan del acompañamiento y no creyentes, que nos ven con suspicacia como simples adoradores ¿Usted que cree?

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Errata: En la entrega anterior - Ubuntu- erré en el nombre de la Dra. María de la Luz Trasfi Mosqueda, funcionaria de la Universidad Autónoma de Yucatán. Disculpas.

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