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El II informe anual del presidente

JULIO FAESLER

Poco tenía que añadir el presidente de la República en su breve II Informe de Gobierno ya que a lo largo de 500 conferencias matutinas ha declarado y acusado en sus mañaneras. Incluso los 42 minutos que ocupó en leerlo quedaron sobrados. Esos programas matutinos, alarde de disciplina personal, fueron el megáfono para las tesis que inspiran su gran propuesta. La Cuarta Transformación. Más bien sirvieron para afianzar su figura de líder total sin rival de México.

La trayectoria de Andrés Manuel, es quiérase o no, la de los dictadores del siglo pasado o el actual. Docenas de comentaristas de la prensa, radio, televisión y de las redes sociales lo dicen. A AMLO no le incomoda demasiado esta conclusión. Ve que su tarea se lo exige.

Centralizar todo en la cabeza de un solo individuo es un retroceso al pasado y convierte todo resultado en mérito o culpa.

Poco se dijo de la pandemia en el texto que leyó el 1° diciembre. A lo largo de los 8 meses de detectada la enfermedad el tema creció en olas de cifras: infectados, hospitalizados y decesos.

El presidente optó por una deliberada estrategia de despreciar las recomendaciones médicas y de la OMS sobre precauciones elementales necesarias para interceptar contagios. Su ejemplo personal frente a la emergencia nacional, aunada a confusiones en cifras, propiciaron incredulidad y descuidos en muchos sectores. El resultado actual es un millón 133 mil casos, 108,000 muertos y 11 mil infectados diarios. El altivo desprecio oficial a la ciencia merecería hacerlo responsable del desastre que es de esperarse se atienda con las vacunas en camino.

Aunado a lo anterior, tiene una culpa semejante en cuanto a las inundaciones en las tierras bajas de Tabasco. Por instrucciones presidenciales, las aguas apresas fueron soltadas sobre los poblados más pobres del Estado para mitigar la inundación de Villahermosa. El desastre arrasó miles de hectáreas de sembradíos y fincas ganaderas desahuciando a comunidades enteras incluyendo barrios de la capital, con todo y que se dijo que se estarían evitando las inundaciones en la zona mayor urbana de ese estado.

AMLO no se presentó a palpar y presenciar la desolación de pueblos enteros en las que no apareció la ayuda en forma de casas prefabricadas o estructuras de emergencia. A diferencia de los "despreciables presidentes anteriores neoliberales que acudían a zonas de desastre", la tragedia no le mereció al presidente más que un somero vuelo de helicóptero sobre su tierra natal. AMLO no se presentó a palpar la desolación de pueblos enteros donde no hubo casas de emergencias prefabricadas o estructuras de apoyo. La ayuda inicial vino de grupos solidarios de la sociedad civil y asociaciones privadas, esas a las que AMLO se dedica a desprestigiar. En cualquier otro país esos descuidos oficiales provocarían la caída de un gobierno o la destitución de su presidente.

En otro campo, también hay víctimas del descuido intencionado del gobierno. Ya son 4 millones de PyMES que a diario naufragan en la recesión que empeoró por la pandemia. Interrumpida su producción y reducidas sus ventas, centenares de empresas de mediana y pequeña dimensión no sobrevivirán la temporada actual al no poder pagar deudas a proveedores y bancos, cubrir nóminas, servicios públicos y bancarios y aguinaldos. No hay que olvidar que las 4 millones de PyMES emplean al 80% de la mano de obra nacional.

La Secretaría de Economía socorre con 24,000 MN algunos casos, pero esa pequeña ayuda no evitará que en menos de un año la mayoría de pequeñas empresas hayan desaparecido o sido vendidas a empresas más grandes.

En su empeño por probar que la fuerza ingente de la economía es suficiente para sacar adelante al país, el gobierno afirma que no se endeudará, aunque hay muestras en contrario. De hecho, los compromisos de pensiones y los programas de sus tres proyectos icónicos dejan sin dinero al erario. Los créditos de emergencia que la industria mediana y pequeña necesita rebasan la capacidad financiera del gobierno y obligan a buscar fondos en fideicomisos y entidades autónomas. Los ejemplos de financiamientos de emergencia en Estados Unidos y en los países europeos en México no se aplican y son miles las actividades que no pueden salir de la zanja de la recesión. El país está en honda depresión. La CEPAL y otras agencias pronostican que esta situación continuará más allá de 2021.

Solo una alianza entre empresas y el gobierno lograría una economía sana e incluyente. Nuestros empresarios, particularmente los de alto rango, declaran que no pueden realizar un programa sólido de largo aliento con un gobierno que no respeta los derechos adquiridos. Excepto, se entiende, cuando los contratos de grandes obras son adjudicados fuera de concurso.

AMLO, por su parte, es terco en sacar adelante su concepto de una economía pujante, fruto de una ecuación obrero-patronal dirigida por el Estado. No advierte que él mismo impide este propósito cuando sus pasos llevan a concentrar todas las decisiones en su persona fingiendo apoyarse en consultas populares controladas que niegan la esencia de una economía tripartita genuinamente consensada.

AMLO cree que con destruir lo antiguo y solo porque el gobierno quiere se germina un orden nuevo. Pero también ha cegado el talento creador. Frustrada toda intención, México queda atenido a las iniciativas que vengan de afuera. El extranjero seguirá captando nuestro potencial. Preferimos venderles lo nuestro a tomar las riendas, rescatar nuestro desarrollo de la corrupción que todo percude y realizarlo nosotros mismos.

El Segundo Informe Presidencial confirmó que todo sigue igual. Qué pena.

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