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Crónica de una 'conquista' económica

Urbe y orbe

ARTURO GONZÁLEZ GONZÁLEZ

China ha conseguido con dinero lo que hace exactamente 2,500 años Persia no pudo lograr por las armas: apropiarse del puerto ateniense de El Pireo. En 2016 la empresa naviera estatal china Cosco tomó el control de la principal terminal marítima griega, tras lo cual anunció una inversión multimillonaria para ampliarla y modernizarla. El objetivo era claro: hacer de El Pireo la principal puerta de entrada de las mercancías chinas a Europa. Y en tan solo tres años lo alcanzaron. El histórico puerto de Atenas es ya el principal receptor de contenedores de mercancías del mar Mediterráneo, mientras que Cosco, la propietaria, se ha convertido en la naviera número uno en transporte de contenedores en todo el mundo. Este hito tiene importantes implicaciones económicas y geopolíticas, pero también históricas. El Pireo fungió un papel trascendental en la victoria griega sobre los invasores persas en la batalla de Salamina, en 480 a. C., año en el que la llamada "cuna de Occidente" estuvo a punto de caer bajo el yugo de la entonces gran potencia de Oriente, un hecho que hubiera cambiado radicalmente la historia de lo que hoy conocemos como Europa y, seguramente, de todo el mundo conocido.

Hace 25 siglos el mundo griego se enfrentaba a la mayor amenaza contra su celosa independencia: un ejército de cientos de miles de soldados, respaldados por una armada de cientos de naves de guerra, se aproximaba a la península helénica procedente de la primera potencia de la época, el Imperio Persa, gobernado por Jerjes. Diez años antes, Darío había intentado sojuzgar a las ciudades-estado griegas y castigar a Atenas por haber participado en el levantamiento de las ciudades jonias contra la dinastía aqueménida. No obstante, fue derrotado en la épica batalla de Maratón, que concluyó el primer episodio de una guerra que tuvo impacto internacional. Jerjes iba por la revancha. La estrategia de defensa griega fue concebida principalmente por el general ateniense Temístocles, quien antes de la invasión inminente convenció a sus conciudadanos de centrar los esfuerzos en el mar. Para ello, propuso la construcción de una armada que pudiera hacer frente a la flota persa cerca de las costas del golfo Sarónico, así como una medida polémica: desalojar Atenas, la ciudad más poblada de la Hélade, y poner a resguardo a la población en la isla de Salamina. Para garantizar el éxito de su estrategia, Temístocles necesitaba tres cosas: un nuevo puerto ateniense, más grande y funcional que el antiguo puerto de Falero; una alianza con la mayor cantidad posible de polis griegas, y, por último, la participación de los ciudadanos libres más pobres de Atenas como remeros de los barcos de la nueva armada, ya que no se podía confiar la defensa de la ciudad a los esclavos.

Este último hecho significó un impulso decisivo para la democracia, ya que para lograr la incorporación firme de los estratos bajos de la población, Temístocles propuso hacer concesiones importantes a ese sector para que tuviera mayor peso en la política ateniense. De esta forma, la batalla de Salamina no solo fue trascendental para la libertad y desarrollo de una de las civilizaciones más importantes desde la historia, sino también para el sistema político que promueve el poder del pueblo y para el pueblo y que, por cierto, hoy está en crisis en Europa y América. El nuevo puerto que los atenienses construyeron fue precisamente El Pireo, sin el cual no puede entenderse la victoria griega sobre los persas. El Pireo se puede considerar uno de los símbolos de la autonomía de la Grecia Antigua y de todo el mundo mediterráneo, por su papel protagónico en el freno a la expansión del Imperio Persa en la parte occidental del orbe conocido. La gran victoria de los griegos en Salamina, que se confirmó un año después en la batalla de Platea, a pesar de la considerable desventaja numérica frente a los persas, fue producto en parte de la estrategia de Temístocles y de una visión de futuro: el dominio del mar era necesario no solo para salvar a Grecia sino también para impulsar su crecimiento. Tras la guerra contra Persia, el mundo helénico vivió, liderado por Atenas, una época de auge comercial, intelectual y artístico sin precedentes que sentaría las bases de muchas de las disciplinas en las que se sustenta el mundo moderno.

Aunque no puede negar su herencia, la Grecia del siglo XXI es muy diferente a la del siglo V a. C. en el plano geopolítico. En aquel entonces se trataba de un cúmulo de ciudades-estado que en algunas ocasiones se unían, pero la mayoría de las veces estaban en guerra entre sí, lo que no impidió que pudieran ejercer la hegemonía en el Mediterráneo oriental. Hoy, Grecia es un estado nacional unificado que se encuentra a la zaga del "club europeo" de países con serias debilidades estructurales económicas que en ocasiones han puesto en predicamento su soberanía. La crisis de la deuda de finales de la década pasada obligó al Gobierno griego a solicitar un costosísimo rescate de su sistema financiero que se tradujo en la reducción del gasto social y la venta de activos públicos. Por ejemplo, en 2015 se concretó la privatización de 14 aeropuertos del país, cuya concesión quedó en manos del grupo alemán Fraport como condición del rescate llevado a cabo principalmente por bancos de Alemania. Un año después, y en el mismo contexto de desincorporación de bienes estatales, se concreta la toma de control por parte de la naviera china Cosco del emblemático y estratégico puerto de El Pireo con el impacto mencionado al inicio del artículo.

Una diferencia importante entre la adquisición de Fraport y la de Cosco es que esta última es una empresa estatal de China, mientras que el primero es un grupo privado alemán. La compra y modernización de El Pireo va más allá de la obtención de dividendos; forma parte del gran proyecto de Pekín Un Cinturón, una Ruta -mejor conocido como la Nueva Ruta de la Seda-, con el cual el Gobierno de Xi Jinping pretende colocar nuevamente a China en el centro del mundo, lugar en el que estuvo en varios momentos entre los últimos siglos de la Antigüedad y los primeros de la Era Moderna. Una estrategia que describe con agudeza el historiador británico Peter Frankopan en su libro Las nuevas rutas de la seda, cuya lectura es altamente recomendable para comprender el resurgimiento de Asia como corazón del mundo. La posesión de El Pireo, que los persas no pudieron conseguir hace 2,500 años por las armas, simboliza hoy el comienzo de una nueva era en la que el decadente Atlántico Norte (Europa Occidental y Norteamérica) ha dejado de ser el eje global.

@Artgonzaga 

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