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Conductas disparatadas

Diálogo

YAMIL DARWICH

Así se definen aquellas conductas de las personas que padecen una seria incapacidad para adaptarse a las nuevas condiciones de vida personal o social que todos encaramos con la pandemia coronavírica. Algunos, muestran comportamientos, pensamientos y emociones por percepciones distorsionadas, que alteran sus vidas y las de los demás, a quienes hacen partícipes de las consecuencias.

Es interesante identificar en tales personas la aparente autosuficiencia, que les lleva a negar o aceptar recibir recomendaciones de otros y, menos aún, aprovechar la ayuda que se les ofrece. ¡Vaya que somos especiales los animales… ¿Racionales?!

Tal es el caso de las personas que niegan el peligro que representa el contagio por coronavirus y, negándose a reconocer la realidad, en muchas de las ocasiones, sin temor a las posibles pérdidas de seres queridos o la vida propia, organizan y/o asisten a eventos públicos, festejos diversos caracterizados por el descuido a las medidas de protección que se han señalado sobradamente por las autoridades internacionales de salud. Desafortunadamente, en México, tuvimos graves deficiencias y distorsiones, particularmente al inicio de la pandemia.

De fondo, frecuentemente se encuentra el miedo, la angustia provocada por la presencia de un peligro real; es el sentimiento de desconfianza que impulsa a creer equivocadamente que ocurrirá un hecho contrario a lo que nosotros mismos deseamos o tememos, según sea el caso. Los psicólogos le llaman negación: "mecanismos de defensa, que consiste en evadir enfrentarse a los conflictos, negando su existencia, su relación o relevancia relacionada con el sujeto".

Así, se comprenden las fiestas inaplazables: por los 15 años que ha cumplido la nena; la boda, con exagerado dispendio en lujos con que se desean demostrar -los padres del hijo o hija- lo alcanzado con esforzado trabajo -algunos honestamente- acumulado fortunas; o el simple festejo al santo de devoción, con danza y reliquia, que representa el desperdicio de un año de ahorros y/o endeudamiento en tarjetas de crédito, esperanzados en lograr sobrenatural protección durante un período más.

También, algunos, fatigados por la lucha, buscando la adaptación a esta forma de nueva vida a la que no pueden acostumbrarse, llegan a rechazar el cubreboca, aún en lugares cerrados y con hacinamiento o aceptan los saludos afectuosos y cercanos de quienes encuentran en su camino.

La UNAM se esfuerza por estudiar el fenómeno generado por la pandemia y han identificado 32 "emociones positivas", como: empatía, amor, solidaridad, gratitud y compasión, presentes en más de la mitad de los participantes de un estudio controlado -53% a 64%-.

Otras emociones, como tolerancia, esperanza, optimismo, paciencia, serenidad y diversión, fueron hallados en una tercera parte de los encuestados (33%), quienes encontraron la alegría y diversión como mecanismos eficaces de afrontamiento.

Los mexicanos somos sobresalientes en los mecanismo de defensa; bástele recordar los memes y chistes que diariamente circulan como respuesta evasiva a la amenaza, fenómeno que Peter McGraw, Lawrence Williams y Caleb Warren, psicólogos de la Universidad de Colorado, llaman "Ciencia del Humor". ¿Recuerda alguno?

Sin embargo, algunas personas no están capacitadas emocionalmente por deficiencias en su construcción emocional, presentando trastornos, entre ellos: alteraciones del ánimo, desde la ansiedad, depresión, hasta deseos de morir; otros, reaccionan en contrario, manifestando enojo, actitudes antisociales o para-sociales con agresividad. Desde luego que pueden desencadenarse estados psicóticos.

Podemos comprender -no justificar- esos estados de neurosis, que pueden llegar al suicidio -autodestrucción- o el maltrato de seres queridos y hasta el homicidio. La agresión incrementada en el medio familiar tiene, frecuentemente, tal explicación.

Los expertos nos recomiendan: no desatienda su cuidado personal y apariencia del vestido; infórmese en medios serios -no lo publicado en redes sociales-; conserve sus rutinas diarias y de ser necesario modifíquelas para bien personal y familiar; reduzca la exposición repetida a noticias desalentadoras que tienden a crear intranquilidad, ansiedad y obsesión. Basta actualizarse una vez al día; haga cosas que le gustan o esas que ha dejado "para después"; refuerce la relación y comunicación familiar y busque actividades recreativas que les atraigan a los demás, especialmente a los menores; haga ejercicio, mejor aún acompañado de cercanos debidamente protegidos; cuide su alimentación porque "encerrados en casa" tendemos a comer por ansiedad y/o aburrimiento; evite el alcohol y/o drogas, son soluciones equivocadas para escapar del desgaste emocional; limite el tiempo del uso de videojuegos y ver televisión; piense y aplique inteligencia emocional y social para ayudar a sus cercanos, interesándolos en romper sus propios procesos de ansiedad y temor; comparta información y sentimientos, haciendo ver a los queridos que tendemos a exagerar o desestimar la realidad.

Al salir, por necesidad de asistir al trabajo, recuerde las recomendaciones y no sea negligente en aplicarlas. "El COVID está escondido a la vuelta de la esquina¨ y si va de compras, planee y ajústese a cubrir una lista previamente elaborada. Salude, respetando distancias. ¡Ánimo!

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