Recuerdo la película de Cantinflas, la que me pareció muy representativa del médico ?de antes?, es decir, del profesionista que sólo le interesaba la salud de los enfermos y ayudar a sus semejantes. Se le consideraba ?como un sacerdote?; así se expresaba la gente cuando se refería al doctor que estaba atendiendo a la familia, al cual hasta se le confiaban secretos personales.
Vivimos épocas distintas y los médicos de ahora, salvo honrosas excepciones, de alguna manera, se han vuelto materialistas; sin embargo, esto ha beneficiado a los pacientes porque en la actualidad la medicina ha logrado alcanzar niveles de desarrollo inimaginables, curando enfermedades que anteriormente eran mortales por necesidad.
Cuando se llega a la tercera edad, los médicos se convierten en personajes tan importantes que, en múltiples ocasiones, es más frecuente el contacto con ellos que con los familiares cercanos, ya que si no le duele a uno la mano, le duele el pie, el cuello, el estómago, etc., y eso, hablando de enfermedades leves; porque cuando en la lotería genética a las personas les toca padecer una enfermedad con pronóstico reservado, la presencia de los médicos llega a ser indispensable.
En lo personal, quiero expresar mi agradecimiento a los doctores que en determinados momentos de mi transcurrir biológico, han sido mis médicos tratantes, porque estoy segura que, de alguna manera, gracias a ellos aún estoy viva. Y pienso que todos los habitantes de nuestro planeta tienen el mismo concepto con respecto a los propios.
Por ello, a los doctores de la Comarca Lagunera, especialmente a mis ex alumnos de la Facultad de Medicina, les deseo un feliz Día del Médico.