
Propuesta. Mónica Hernández presenta una novela histórica llena de enigmas y asombrosos personajes separados por siglos. (ESPECIAL)
La mexicana Mónica Hernández logra en su primera novela, Las perlas malditas del almirante (Martínez Roca), un verdadero retrato de memorias como escenario para narrar una historia en dos tiempos, en la que una maldición plagada de secretos, envidias y muerte es la protagonista del entramado entre sus páginas.
Recorriendo pasajes de la cronología de Europa que van desde la Florencia de los Medici, hasta el derrocamiento de Alfonso XIII de España, son descritos más de 500 años de historia, que entrelazan una trama cargada de misterio, en específico, la condena que habrá de acompañar a toda aquella persona que tenga en su poder, las enormes y preciosas perlas en forma de pendientes, que Luis XIV obsequiara a su amante Marie Mancini, sin imaginar que esas deslumbrantes perlas pertenecieron alguna vez a Cristóbal Colón y que se rumora lo llevaron a perder la vida trágicamente.
"Se dice que las perlas eran de Cristóbal Colón, que las encontró en América, en alguno de sus viajes. La peregrina y otras grandes son, como bien sabes de Panamá, donde los herederos tenían unas tierras, las de la Veragua. Pretendía obsequiárselas a la reina, pero la Católica murió y nunca pudo entregárselas".
Tras siglos en los que, después de haber pertenecido al descubridor de América y haber transitado por gran parte del continente europeo, enmarcando rostros de bellas mujeres que fueron reinas, princesas y también alguna que otra conocida cortesana, las perlas llegan a manos de Alix, una joven que trabaja en una casa de subastas.
Es agosto de 1969, el escenario ahora es Ginebra, ¿se comenzará a gestar lo que posiblemente sea el fin de la maldición de las perlas?, ¿será Alix quién sea capaz de acabar en pleno siglo XX con la cadena de tragedias que rodean a los pendientes?
En términos de narrativa, ¿qué tan complicado fue trazar un mapa histórico de V siglos para argumentar una ficción?
Es relativamente complicado, o más que complicado, porque escribir es un oficio. Complicada me parece a mí la física cuántica o la astronomía, cosas más científicas que requieren mucho detalle; acá se requiere leer, en este oficio hay que leer mucho, escribir y reescribir la misma línea muchas veces, y en ese sentido cuando tienes una historia que contar buscas la manera de controlarla, una manera que tenga sentido, que atrape, al mismo tiempo que siembras dudas: un misterio por acá, un misterio por allá, resuelves.
Más que complicado yo te diría que es entretenido, y te tiene que gustar mucho, porque lo rehaces muchas veces y se vuelve como un rompecabezas con las fechas, datos, pones un pieza del color que crees que va y la mueves por todos lados hasta que embona. Así te vas una por una, personaje por personaje.
Pero es ambicioso cuando presentas un marco histórico de 500 años cargado de cultura…
Te lo agradezco mucho. La idea era contra una historia desconocida de un personaje, bueno de muchos, pero contar una historia desconocida de personajes que en su vida fueron personas, porque nosotros tenemos a los personajes, Cristóbal Colón, Marie Mancini, los que salen ahí, como personajes que están en mármol, en pinturas, en bronce, en libros de historia (pero libros de texto), tal día hicieron tal cosa, datos y fechas, es una historia digamos con 'mayúscula'.
¿Un marco referencial más atractivo para ese lector que prefiere la historia sobre la historiografía?
Es correcto. Muchas veces la historia es como las matemáticas, te las enseñan mal y ya nunca te van a gustar. Entonces, estas historias de gente que conocemos, porque nosotros sabemos muchas cosas de Cristóbal Colón, pero conocemos poco, porque todo el mundo a escuchado algo sobre Colon, pero poco conocemos de él, no sabemos ni de su hijo ni de su nieto, su línea directa se extinguió muy pronto.
Sin embargo, después de 500 años nos sigue llamado la atención y seguimos descubriendo pliegues y dobletes, porque él mismo se empeñó en vida y en muerte en ocultar cosas, sólo quiso que se hiciera propaganda y publicidad de lo que a él le interesaba. Pero por ejemplo las perlas, que es un tema que a mí me llamó la atención; yo no sabía, a pesar de haber leído la historia oficial de Cristóbal Colón, que los contratos que firma con los Reyes Católicos en abril de 1492, especifica que va a ir a este lado del Atlántico por oro, especias y perlas, es decir que menciona las perlas, es un detalle al que no le había puesto atención.
Como su arresto…
Lo mismo que cuando tu veías los libros de la escuela que decían que Colón vino hizo un viaje y luego realizó otros tres; pues resulta que de esos tres viajes, en el tercero, el segundo después del descubrimiento, pues a un personaje que había sido llenado de honores y de riquezas, regresa encadenado y preso, y regresa preso, entre algunas razones, por esas mismas perlas de las que habló en la novela.
Humanizar a los personajes nos hace tener una perspectiva diferente de la historia, ¿ése era un objetivo narrativo?
Sí. Era un objetivo porque a mí siempre me ha interesado, esto que vez ahí en un museo en un libro, te hace preguntarte que hay detrás de esa persona, del personaje, porque antes que personajes fueron personas, respiraron, caminaron, comieron, fueron al baño; yo quería conocerlos como personas, darles una voz como personas, incluso, no sólo a los personajes que salen en este libro, sino también a las perlas, que tuvieran una voz que contara su historia, los objetos de uso cotidiano cuando pertenecen o han pertenecido a celebridades, adquieren un precio, no necesariamente un valor, pero un costo muy diferente a objetos cotidianos que usan otras personas.
Esta voz de estos objetos, se vuelve como otro personaje en cuanto a que también tiene algo que decir, por eso a mí me interesaba mucho enseñar que Cristóbal Colón y todos los personajes fueron como nosotros, personas que se mueven entre lo blanco y lo negro, como tú y yo que de buenas somos excelentes personas, pero de malas somos muy malas personas. Todos somos así, nos movemos en esta escala de grises, conforme a nuestras propias vivencias, nuestra familia, nuestros genes, nuestras cicatrices y estas personas también lo tuvieron; eso es algo que a mí me interesó mucho.
¿El misticismo de las perlas coincidió con tu curiosidad histórica, o solo hizo parte de la anécdota de Colón?
No fue coincidencia, aparte de esta humanidad que tienen los personajes y los objetos, en esta humanidad que le damos a los objetos, a mi me llamó mucho la atención que desde que el mundo es mundo los seres humanos somos supersticiosos, y en épocas pasadas éramos más supersticiosos, aun hoy, ya sabes, el espejo roto, los siete años de mala suerte, la escalera, si se te cae la sal mano derecha sobre hombro izquierdo, todas esas cosas con las que convivimos de manera cotidiana, también existían en aquella época.
Tenemos ahí un hilo sobre el que está tejida ésta historia, cada personaje, cada mujer que va usando estás perlas, sin saberlo forma parte de la historia. Ellas están amarradas, unidas por un hilo invisible y se las van pasando de una a otra. Por la manera en la que fueron adquiridas por parte de Cristóbal Colón, y como van pasando a lo largo de los siglos, se supone que él está muerto, siguen amarradas a este pasado del que incluso muchas veces desconoces y lo van descubriendo, en el momento que están vivas y cuando mueren van a formar parte de este rosario como bien mencionas.
El hilo se rompe también como parte de una maldición.
En algún momento tenía que dejar la historia, yo leí alguna vez la cita de un pintor que no recuerdo su nombre, que decía que los cuadros nos los terminaba, que los abandonaba. De alguna manera me siento identificada con este libro, que además es mi primero, porque la historia puede seguir eternamente, te puedes eternizar con muchas cosas, pero en algún momento lo tienes que dejar, y si efectivamente al cerrarla meto un personaje, ese sí de la ficción, porque todos los demás, excepto los de 1979, fueron reales: los nombres de los criados fueron reales, las nanas, las damas de compañía, las cortesanas, todas esas personas existieron, porque son reales los nombres, salvo estos últimos que si son producto de mi imaginación para darle un cierre a la historia de forma natural.
Es decir, si tú buscas en internet "perlas Mancini", te sale que se subastaron el 2 de octubre de 1969 y fue la última vez que vieron la luz, no se sabe quién las compró, y esa persona que las adquirió las tiene guardadas, si fue un él o ella quien las adquirió, y cada cierto tiempo surgen este tipo de joyas que adquieren un gran precio de venta por el valor sentimental que tienen, yo pienso que también se cerró de manera natural la historia porque no volvieron a aparecer.
¿En una cultura de la inmediatez audiovisual, puede la novela histórica atraer a las nuevas generaciones a nombres como el de Cristóbal Colón?
Uno de los objetivos que yo tengo al leer, que me gustaría que mucha de la gente que también le gusta leer, porque a los niños hay que engancharlos desde muy pequeños a la lectura, es poder cuestionarnos la historia, te puede gustar o no el enfoque, pero te puede ayudar a formar un criterio propio, para que cuando veas leas un post de 140 caracteres en redes sociales no te creas todo lo que te dicen solo porque alguien lo puso, sino que tengan un bagaje, toda una maleta de vivencias, datos en tu cabeza que hagan que te cuestiones.
Antes de compartir hay que preguntarnos ¿de verdad será cómo dicen?
Con este tema coyuntural que estamos viviendo de Cristóbal Colón, qué si las estatuas, qué sino; qué si esclavistas o no… pues hay que cuestionarnos las versiones oficiales. Yo no estoy a favor de ningún extremismo, ni de un lado ni del otro, porque todo lo que hay en medio es lo que lo hacer rico en matices, este tipo de novela histórica, que no deja ser ficción, yo creo que te ayuda a que te plantees si lo que leíste en el libro de texto es cierto.
Una vez una niña de primaria me dijo "Colón nació en Génova ciudad de Italia", algo poco probable, es más, estoy casi segura que no nació en Génova como dicen los libros de texto, entonces, cuando crezcas y leas pues te cuestionas eso que te ponen en los libros, es como Los Niños Héroes de México, que se aventaron y uno se enredó en la bandera… si lees historia, te cuestionas, como el Pípila, que es un mito, nadie carga una piedra de dos toneladas en el hombro. El tema no es que no aprendas la historia como te la enseñan en la escuela, sino que cuando tengas otras opciones te plantees cuál es el objetivo de que esta historia oficial haya sido escrita de esta manera y no de otra.