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Ensayo sobre la cultura

Hernán Cortés

José Luis Herrera Arce

Hacia el norte, la conquista comenzó en Cuba y de ahí pasó a las costas mexicanas y a las de Estados Unidos, donde se buscó la fuente de la eterna Juventud. Hacia nuestro país hubo tres intentos y como dicen que la tercera es la vencida, el señor Cortés se empeñó en tener éxito, cortando toda relación con Velázquez el gobernador de Cuba.

En su camino, Don Hernán dio con la Malinche y Gerónimo de Aguilar quienes le sirvieron como traductores. En Veracruz comenzó a darse cuenta de las relaciones políticas entre los propios indígenas. Fundó Veracruz, dio al traste con sus naves para que nadie se volviera atrás. De la misma manera comenzó a medir la relación con Moctezuma a quien le pedía oro y se lo daba con tal de que se fuera, pero logró lo contrario. Fue a Cempoala con el rey Gordo, y de ahí a Tlaxcala. Se enfrenta con los Tlaxcaltecas a quienes logra derrotar y después hace un pacto con ellos para atacar a los aztecas. De ahí sigue para Cholula donde le advierten de una traición a la cual se adelanta lo que queda como un punto negro por la matanza que se provocó. Continúa su camino a pesar de que Moctezuma le pone todas las trampas posibles. Por fin llega al valle de México por la parte sur y Moctezuma se ve obligado a recibirlo con una actitud demasiado derrotista. Entran a la ciudad pacíficamente pero las relaciones permanecen muy tensas. Hay que recordar que eran pocos los españoles, en realidad los ejércitos estaban formados por los tlaxcaltecas.

Los españoles se dan cuenta de todo el oro que se guarda en ciertos cuartos donde los alojan. En eso a Cortés le avisan de la llegada de Narváez quien venía a apresarlo. Tuvo que salir a su encuentro dejando a cargo a Pedro de Alvarado quien no se comporta muy políticamente y ataca a los indígenas cuando realizaban una de sus ceremonias a las que les había dado permiso. Cuando regresa Cortés, encuentra a los aztecas fúricos y quiere obligar a Moctezuma a que los apacigüe pero no puede. El gran tlatoani muere y aquí hay dos versiones, de una pedrada y la menos verosímil, que lo mata Cortés. Tratan de salir en sigilo pero los descubren y entonces es cuando tienen que huir. Es la noche triste. Regresan a Tlaxcala donde se reorganizan. Arman bergantines. Ahora tienen que conquistar de nuevo todos los pueblos que se encuentran alrededor del lago y vuelven a pretender la entrada a la gran Tenochtitlán pero esta vez tendrán que hacerlo por las armas y metro a metro. Cuauhtémoc acaba encerrándose en Tlatelolco. Al final de la contienda intenta huir, es apresado, lo llevan ante Cortés. De ahí se van a Coyoacán porque la ciudad está completamente destruida. Se decide volver a edificar una nueva ciudad en el mismo sitio con las viejas piedras de los templos indígenas.

Los soldados de Cortés quieren volver a encontrar el oro que habían visto en el palacio de Moctezuma y que seguramente ellos mismos habían perdido en su huida. Le queman las plantas a Cuauhtémoc pero el mismo no sabía dónde habían quedado todas sus riquezas. Después recibe noticias de que se le revelan en Guatemala de la misma manera que él lo hizo con Velázquez. Comete el error de ir a enfrentar la rebelión y se pierde en las Hibueras. Se ve obligado a matar a Cuauhtémoc, por no sentirse seguro. Cuando logra salir de ahí y volver a la capital ya tiene muchas cosas perdidas. Las personas que habían dejado encargadas, lo traicionaron y cometieron muchos desmanes. De España se manda un triunvirato para que gobierne donde la cabeza es Nuño de Guzmán quien se convierte en enemigo acérrimo de Cortés e intenta quedarse con sus conquistas. Don Hernán tiene que ir a defenderse a España pero no es mucho lo que logra. Se vuelve a casa. Su primera esposa había muerto cuando fue a buscarlo después de realizada la conquista.

Logra el nombramiento de marqués del Valle de Oaxaca, pero políticamente ya no tiene poder. Se embarca en una nueva exploración por la costa del pacífico hasta llegar a lo que hoy conocemos como el mar de Cortés. Vuelve a México y a España donde habrá de morir.

En estos días se ha visto mucho las críticas al descubrimiento y conquista. Desgraciadamente, insisto, el crecimiento de la civilización ha sido por ello. El pez grande se come al chico y le impone su cultura y su civilización, además de su tecnología. Con la conquista nos llegan cosas esenciales el día de hoy como la rueda. Si bien los indígenas conocían la forma, el calendario es redondo, desconocían el uso, ya que no poseían carretas y todo lo cargaban a hombro. Ni siquiera contaban con animales de carga. Que dejen de usar el carro, la bici, el camión y el metro, o todo lo que se mueve por la rueda, a ver si es cierto que son congruentes.

La conquista sigue.

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