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¿Qué rumbo podría tomar la política exterior de EUA bajo Biden?

MAURICIO MESCHOULAM

Muchos actores, asumiendo ya una potencial derrota de Trump, están preguntándose qué rumbo podría tomar una política exterior estadounidense bajo Biden. Al respecto, hay varios elementos a considerar. El primero: ¿Es verdad que las actuales tendencias de las encuestas se traducirán en una victoria de Biden, y que ello resultará automáticamente en una salida de Trump de la Casa Blanca? Segundo, suponiendo que Biden sí asuma la presidencia, hay algunos temas en los cuales se esperan pocos cambios en la política exterior de EUA. Dicho eso, sin embargo, sí vale la pena echar un vistazo a otros aspectos relevantes en los que sí es posible visualizar una política exterior diferente.

Es verdad que las encuestas favorecen fuertemente a Biden. No obstante, no se puede descartar la posibilidad de que Trump termine sacando una ventaja en el colegio electoral de último momento o que decida disputar los resultados. Pero suponiendo que Biden efectivamente asume la presidencia, hay factores estructurales y consensos bipartidistas que influirán para que su política exterior no cambie demasiado en diversos rubros. Por ejemplo, la creciente deuda y el monumental déficit con el que EUA opera, restringen su capacidad de maniobra. La impopularidad de las intervenciones militares, además de los muy cuestionables resultados estratégicos de sus aventuras en Afganistán y en Irak, orillarán a una próxima administración a mantener una política de repliegue, no de expansión.

De igual modo, las confrontaciones con China o Rusia, las ciberguerras y guerras informativas, la competencia-y choque-por espacios de influencia, las carreras armamentistas y los desafíos de las otras superpotencias a la hegemonía estadounidense, son temas que van a persistir en la agenda. En este tipo de asuntos hay consensos bipartidistas.

Dicho lo anterior, hay varios aspectos en los que, sin duda, Biden se comportará de formas muy distintas a Trump a nivel externo. Menciono algunos:

Primero, la cuestión de la personalidad. Nos hemos acostumbrado a la toma de decisiones errática, reuniones internacionales abandonadas, declaraciones expresadas desde el estómago, insultos, burlas, órdenes y directivas emitidas por Twitter. Probablemente veremos una mayor estabilidad y, sobre todo, habrá una mayor predictibilidad tanto de la comunicación relativa a los asuntos externos, como de los caminos que se elijan para conseguir las metas de la superpotencia.

Segundo, Biden intentará reconstruir las vulneradas alianzas. Europa, por poner un caso, dejará de ser un "adversario estratégico" como la llamó Trump, y, aún con las diferencias que prevalecerán, Washington buscará sacar provecho de esas alianzas para competir o enfrentar a rivales como Moscú o Beijing. Lo interesante será ver en qué medida la confianza podrá ser restablecida.

Tercero, un mayor uso del multilateralismo para alcanzar sus metas. Por ejemplo, en lugar de golpear o ignorar a la Organización Mundial de Comercio, es probable que Biden intente emplear a esa organización como instrumento para combatir las prácticas comerciales de China.

En resumen, los problemas y conflictos estructurales que enfrenta la superpotencia no dependen de quién lleve las riendas de Washington durante los siguientes cuatro años. Sin embargo, Biden y Trump tienen estilos muy distintos de gobernar. Y si de verdad el exvicepresidente logra prevalecer, es muy probable que hará notar esa diferencia en personalidad y proyección de confianza con suma intensidad. Habrá que ver, llegado el caso, en qué medida esos elementos diferenciadores le funcionan.

@maurimm

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Escrito en: Editorial Mauricio Meschoulam

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