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Una perspectiva sobre los prejuicios

Francisco Pineda

Un prejuicio es una opinión o idea sobre una persona u objeto la cual es procesada mentalmente con anticipación, o sin conocimiento. Los prejuicios generalmente son fuente de nuestras decisiones de la vida diaria, y a veces de discriminación hacia grupos considerados diferentes o minoritarios. Una perspectiva sobre los prejuicios es el concepto de prejuicio implícito o inconsciente.

Gran parte de las dificultades socioeconómicas que varios países han estado sufriendo este año tienen una correlación con el desastre que la pandemia sigue generando. Pero no todo se puede atribuir exclusivamente a este fenómeno biológico, ya que las condiciones políticas e ideológicas de varias de estas naciones también contribuyen a las divisiones sociales, y a las opiniones y conductas que involucran algún tipo de prejuicio. Predisposiciones que impactan nuestros entendimientos, acciones, y decisiones de una manera quizá inconsciente, y por lo mismo difícil de controlar. Me refiero a estereotipos y actitudes observadas en el trabajo, en las escuelas, en el sistema judicial, y en los servicios de salud pública. Comportamientos que en el campo de las ciencias de la conducta también son llamados prejuicios implícitos o sobrentendidos. Dos ejemplos de ellos son México y los Estados Unidos, por mencionar a los más conocidos en nuestra cultura occidental.

El concepto prejuicio implícito fue creado por los psicólogos Greenwald y Banaji (1995) quienes afirman que nuestra conducta social funciona frecuentemente de manera inconsciente, o sea, que la gente no tiene conocimiento de ciertos actos ante otros, y sus consecuencias. Prejuicios implícitos son actitudes que afectan nuestras acciones sociales, que debido a que son inconscientes, no nos damos cuenta de su impacto negativo, y por lo mismo no vemos la necesidad de corregirlas. Ejemplos de prejuicios implícitos pueden ser estereotipos sobre el género, creencias religiosas, raza o color de la piel, edad, orientación sexual, apariencia física, o clase social. Como muchos prejuicios, estos se desarrollan desde edad temprana como resultado de la influencia, directa o indirecta, de ciertos grupos con quienes nos identificamos, de nuestra familia o cultura, medios de comunicación, redes sociales, las noticias, y en general del ambiente donde nos desenvolvimos. Esas experiencias personales iniciales generalmente son generadoras de los prejuicios implícitos.

Según los autores consultados los prejuicios implícitos son comunes. Por ejemplo, un gerente puede contratar inconscientemente a un candidato a un puesto por su apariencia física o la universidad de donde se graduó, más que la experiencia de trabajo. O el rechazo de una amistad debido al léxico o forma de hablar de una persona, o sus creencias religiosas, sin darle importancia a otras virtudes o cualidades personales. El factor moralidad también puede ser de mucha importancia. Esto me recuerda el caso de un buen amigo quien tiende a rechazar a otros por el hecho de oler a humo de cigarro. Su valor muy arraigado de no fumar es tal que sin darse cuenta evita a estas personas. Mi punto aquí es que a veces podemos incurrir en prejuicios que manifiestan inclinaciones morales y culturales, lo cual para muchos es práctico y aceptable en ciertos círculos sociales. El dilema surge cuando los prejuicios implícitos son sistemáticos y negativos en la manera de tratar o despreciar a otros por factores que caen en discriminación relacionada a la etnia, género, capacidad mental, orientación sexual, clase social, inclinación ideológica o política, etc.

Por otro lado, el tema de prejuicios implícitos también es controversial porque algunos no están de acuerdo en que existan fuerzas inconscientes que provoquen conductas discriminatorias, ya que puede ser complicado medirlo, o quizá permita evasión de responsabilidades de muchos individuos al racionalizar sobre el no darse cuenta o tener conocimiento de su conducta racista. Mi opinión es mixta con respecto a este punto de vista. Creo que los prejuicios inconscientes si existen, y no necesariamente tiene que ser discriminatoriamente negativos. Pero también creo que muchas personas están plenamente conscientes de sus actitudes de subestimación hacia otros por una variedad de razones, lo cual es negado con frecuencia. Algunos por ignorancia, otros por identidad o convicción, y algunos por conducta antisocial. Hitler por ejemplo creía en la pureza de las razas lo cual provocó su decisión de exterminar a todo un grupo étnico, y otros grupos que consideraba inferiores.

Los prejuicios implícitos o inconscientes existen en todas las personas, y hasta cierto grado es natural. Creo que debemos tener la opción de decidir con base en nuestra forma de pensar siempre y cuando no caigamos en una subestimación y degradación humana. Gracias por su interés en esta columna.

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