Dentro de todas las cosas raras y especiales que estamos viviendo en esta época, en la MX pasa algo que me llama más la atención que otras. Vamos por partes, nuestra Liga siempre se ha caracterizado por la fortaleza de los locales, sin importar la riqueza o pobreza de sus planteles, cualquier local puede vencer al más pintado visitante. Los equipos más limitados siempre apuestan prácticamente todo a su fortaleza como locales para mantener la categoría (cuando había descenso) o evitar pagar varios millones de pesos como multa por malos.
Yo la verdad creía que equipos tradicionalmente localistas como nuestro Santos Laguna iban a sufrir ante la ausencia de su afición en las tribunas, que los visitantes con futbolistas al menos mejor cotizados que los locales, ya sin la presión de la fanaticada iban a jugar más a gusto y llevarse puntos con relativa facilidad.
Pues no, las cosas no cambian, al momento existen ocho equipos invictos como locales y solo Pumas y Pachuca no han perdido como visitantes. Los Gallos Blancos son el mejor ejemplo de apostarle todo a la localía, Querétaro tiene diez puntos en el Corregidora y cero fuera de su estadio. Ha vencido en su terreno al Cruz Azul, América y Toluca, todos entre los primeros siete, y de visitante ha perdido entre otros con equipos como Atlas y Santos, de los últimos siete.
Pensé que ahora era el momento de que los equipos que visitaran a otro local imbatible como los Tigres aprovecharían para derrotarlos. La cancha de los felinos es una de las más difíciles con sus miles de enfervorizados seguidores, la tribuna tiene vida propia y se mueve creando olas y la marea que causan termina por ahogar al visitante, bueno al menos eso creíamos.
Este torneo es solo cemento frío y desnudo y aun así, los universitarios norteños no pierden y los rivales tiemblan solo por jugar en el Uni.
Pero veamos, sin un público hostigador, ¿Cuál es el pretexto de los visitantes que siguen bajando considerablemente su rendimiento fuera de casa? Cuando todo debería de reducirse como nunca al “somos once contra once, el balón es redondo, el público no juega” pero entonces, el solo hecho de trasladarse fuera de la ciudad sede de tu equipo, el viajar y llegar a un hotel, influye tan poderosamente en la mente de los futbolistas visitantes que a pesar de jugar en estadios vacíos se muestran temerosos y con la idea solo de no perder. Como en el caso del partido entre Guerreros y Gallos en Torreón, duelo de equipos eminentemente caseros, ¿Quién ganó? Pues el local. Los Gallos dejaron una imagen patética en la cancha del Corona, pero en su siguiente juego en su casa el estadio Corregidora liquidaron al Toluca en veinte minutos.
Este torneo nos está demostrando que los lugares comunes se siguen imponiendo al sentido común, seguimos escuchando a jugadores y técnicos hablando de lo fuerte que es como local este o aquel, sin reparar que los juegos ahora deberían de ser más parejos que nunca, sin gente que este presionando al árbitro a equivocarse a favor del local, sin que nadie te moleste a la hora de cobrar un córner, que sabes que saliendo del estadio nadie te intentara agredir física o verbalmente, es simplemente demostrar que eres superior al rival sin que otros factores extra cancha incidan. Es quitarse las telarañas de los ojos y jugar como nunca de igual a igual. Señores futbolistas no sigan exhibiéndose como provincianos a los cuales les asusta salir de la comodidad y confort de su hogar dulce hogar, aprovechen y salgan a jugar el deporte que han practicado por años y no por el hecho de jugar de visitante cambia sus reglas, las medidas de la cancha y porterías son las reglamentarias tanto en tu estadio como en el de los otros. Que liga la nuestra donde los visitantes se asustan con tribunas fantasmales y respetan hasta llegar al miedo la tradición de “cancha difícil por su público que alienta siempre” aunque en este caso ese factor sea solo un espejismo.