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Panem et circenses

Diálogo

YAMIL DARWICH

Juvenal, poeta romano, en una sátira al gobierno corrupto que había perdido el control de las masas, escribió 100 años a.C.: "…desde hace tiempo -exactamente desde que no tenemos a quien vender el voto-, este pueblo ha perdido su interés por la política, y si antes concedía mandos, haces, legiones, en fin todo, ahora deja hacer y sólo desea con avidez dos cosas: Panen et circenses -pan y circo-".

Cuarenta años después, los politiqueros romanos, buscando votos entre los pobres, empezaron a regalar comida o entregarla a muy bajo costo -subsidios de entonces- sabedores que sería la forma de mantenerse en el poder. Finalmente, el Imperio desapareció.

Casi dos siglos después, continuamos viviendo las prácticas inmorales engañando al pobre, aunque sofisticamos y tropicalizando la mala costumbre, regalan láminas, adobes, varilla o tarjetas de débito para despojarlos. Migajas, a cambio de su voto.

Y seguimos evolucionando, hasta inventar programas de apoyos a los viejos y a jóvenes ociosos, que incluyen dinero contante y sonante, para que estudien y aprendan un oficio; acciones de inmoral politiquera que, de fondo, buscan comprar votos. Nada raro, ¿recuerda cuando los conquistadores truequearon espejitos por oro?

Sin embargo, el desgaste social se da y así como dejó de ser efectivo el circo y la repartición de pan entre romanos, en México, los politiqueros debieron acudir a mercadólogos especializados para que idearan campañas que favorecieran a su imagen, claro, repartiendo prebendas de diferentes tipos.

Desde ahora, pido serenidad a quienes se razgarán vestiduras y me atacarán por diferentes formas, desde recoratorios de Tenchita muerta, hasta comentarios socarrones e infundados. Me refiero a la pobreza intelectual de quienes compiten por los puestos públicos, miembros de los diferentes partidos… porque entre todos "no hay a cuál irle".

Esos expertos en campañas políticas son capaces de encontrar, hurgando en lo más profundo de la intimidad y luego, de ser necesario, retocar los hallazgos para transformarlos en mayores maldades que dan lugar al desprestigio y la eliminación de otros pretensos a enriquecerse ilícitamente. Disculpas al generalizar; aún hay pocos que se aferrarán a los valores humanos.

Hace años, nos sorprendimos con la información del caso de la francesa Cassez y su amante mexicano; ambos fueron atrapados por la policía como secuestradores y, ante la necesidad de promocionar al gobierno de entonces, se aceptó contruir y repetir la escena para mostrarla en televisión y ganar "rating" entre la audiencia. ¿Imaginación o maldad extrema?

Por cierto, la mujer agrede a México y pronuncia discursos y conferencias ganando dinero a costas de nuestro prestigio; en contraste, sentenciado por el mismo delito, su amante sigue preso.

Recuerde la desfachatez de la lideresa del sindicato de educación, quien, en un desplante ofensivo, regaló camionetas de lujo, a lo largo del territorio nacional, a sus allegados en un Día del Maestro. Luego de ser acusada fueron exhibidas su fortuna y posesiones, más adelante apresada y finalmente liberada por la oposición que llegó al poder. Ahora, libre, sigue buscando reposicionarse políticamente sin que nada ni nadie se lo impida.

Igual sucedió con el líder petrolero Joaquín Hernández Galicia, "la Quina", quien se atrevió a retar al candidato, quien luego electo presidente, orquestándole todo un espectáculo, lo encerró por años.

Algunos villanos han adquirido tal poder económico y político que son inafectables y las evidencias de sus maldades son descubiertas por el desenfado de los hijos; recuerde los retoños de expresidentes que, en su momento, fueron protegidos en su delincuencia y/o exhibidos usufructuando la riqueza del padre. Carlos Romero Deschamps es ejemplo que viene "como anillo al dedo".

Es una realidad poco denunciada la existencia de la llamada "mafia del poder", en singular, porque al parecer no hay oposición política o social contra ella, a menos que consideremos a los cárteles del narcotráfico que ya han quitado la fuerza de las armas al gobierno del sistema político mexicano. Hoy día no los combaten, negocian con ellos, hasta otorgar libertades en abuso de facultades que no les corresponden.

Siendo así, no nos extrañemos del espectáculo mediático que nos han montado, telenovela que durará -estirándola lo más posible, dosificándola magistralmente- hasta las elecciones presidenciales. Emilio Lozoya es solo un personaje, pero aparecerá un gran reparto. Sume a Pío López.

López Portillo, en su campaña presidencial, lanzó el lema "la solución somos todos", el chistorete nacional cambió la frase a "la corrupción somos todos" y, con la gracejada, olvidamos la falsedad del discurso y promesas; ahora tenemos otras sin desperdicio, como "vamos a acabar con la corrupción, barriéndola como las escaleras, de arriba abajo" y así, nos van conformando; el colmo, están despenalizando el crimen.

El país seguirá igual, en tanto no tomemos consciencia que el principal problema somos nosotros y nuestra parálisis paradigmática, en muchos: irresponsable displicencia. ¿Cómo ve, le seguimos?

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