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Novedades esperanzadoras

ÉDGAR SALINAS URIBE

Ya se ha hecho chiste considerar a este año y a cada uno de sus meses como bromas cargadas con noticias desalentadoras. El popular, "enero, sorpréndeme", ha pasado a un "agosto, no me sorprendas", dado que cada mes parece que trae envuelta una noticia peor que la del mes anterior. Se ve muy lejano aquel 31 de diciembre de 2019 en que todavía nos atrevimos a soñar y a pedir que se cumplieran optimistas deseos. Pese a que Wuhan padecía la propagación del COVID-19 en el resto del mundo no parecía importar demasiado. Así pues, en plazas, centros sociales, bares o en casa con la familia, pronunciamos la cuenta regresiva para el inicio de un año que, no lo sabíamos, traía envuelta una pesadilla planetaria.

Al cabo de este tiempo, 21.5 millones de personas han sido contagiadas oficialmente y, oficialmente también, 767,158 personas han perdido la vida, de las cuales 57,023 eran mexicanas. Si a lo anterior se agrega los efectos en la economía de las familias, en el desempeño de las empresas y la quiebra de miles de ellas el escenario amplía su trágico color. Y qué decir de los impactos emocionales, afectivos y en la dinámica general de las familias. La pesadilla permanece.

Pero la semana que pasó estuvo marcada también por buenas noticias. Para el caso de México y con el apoyo financiero de la Fundación Slim, se anunció la producción en nuestro país y en Argentina de la vacuna que desarrollan la Universidad de Oxford y la empresa farmacéutica AstraZeneca, y que ya se encuentra en la fase tres de pruebas. Esto, se dijo, abre la posibilidad de que en el primer semestre del próximo año haya vacunación en varios países de América Latina. Seguramente a ustedes también les invadió, como a mí, un sentimiento de alegría y esperanza. Ha sido una gran noticia saberlo.

De acuerdo con el panorama de vacunas candidatas para enfrentar al COVID-19 publicado por la OMS en su página, hasta la semana pasada ya había seis vacunas en fase tres. La que se mencionó anteriormente, tres chinas y dos norteamericanas. Seis candidatas a resolver el origen de esta tragedia. Eso es, a todas luces, motivo de optimismo. Es impresionante cómo en tan poco tiempo diversos equipos científicos trabajan en el desarrollo de la vacuna. Ese tipo de ejemplos son los que fortalecen la esperanza en el género humano.

Hay más noticias positivas. Quizá no son de la espectacularidad científica de laboratorios sofisticados y producto de millonarios costos como una vacuna, pero sí representan el consenso de la ciencia y también, paradójicamente, ha tomado meses probar su eficacia. Se trata del valioso cubrebocas. Visto lo visto, hoy por hoy es la tecnología al alcance de toda persona que mejor puede ayudar a contener la propagación del virus y a limitar sus impactos. Y ahí está: mientras la carrera por la aprobación final de las vacunas candidatas continúa vertiginosa, sabedores que vendrá una etapa de varios meses de producción, distribución y posterior proceso de vacunación, tenemos al alcance de la voluntad un producto que ayuda eficazmente a mitigar los efectos, no solo en salud, sino económicos también, de esta pandemia.

La aprobación rigurosa a la que se enfrentan las vacunas candidatas no se compara, triste y paradójicamente, con el tribunal de aprobación al que se enfrenta el cubrebocas. Las vacunas presentan su valiosa utilidad ante la realidad de su eficacia y ante el cuestionamiento de científicos. El cubrebocas presenta su valiosa utilidad ante la realidad de su eficacia y al cuestionamiento de la persona común: millones lo reprueban y hasta lo han convertido en objeto de posición política. Por eso, como leí en una publicación del doctor Alejandro Macías: ya se ha comprendido el comportamiento del virus y por eso estamos tan cerca de una vacuna definitiva, pero todavía no se ha logrado comprender el comportamiento general de las personas ante esta pandemia y por eso muchos no usan cubrebocas.

Como sea, acumulamos dos buenas noticias: las vacunas candidatas ya están en fase tres y una de ellas será producida en México. La otra gran noticia es que la humilde tecnología del cubrebocas nos hace más segura la espera de la vacuna anhelada. Esperemos con cubrebocas.

@EdgarSalinasU

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Escrito en: editorial Edgar Salinas Uribe

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