Columnas Social

PEQUEÑAS ESPECIES

DIARIO DE UN VETERINARIO

M.V.Z. FRANCISCO NÚÑEZ GONZÁLEZ

Nuestra profesión es hermosamente compensadora, aunque no sea una fuente de riqueza, nos incorpora a un gremio selecto que nos invita a ser partícipes de las maravillas animales.

Mis alegrías y mis metas fueron alcanzadas, tuve ilusiones y lágrimas derramadas. Inicié en poblados mi profesión, aliviando a criaturas mudas de expresión, como hospital un viejo corral de tablones y la paja seca de mesa de operaciones. Pasaron los años y de las pequeñas especies me enamoré, regresando a la facultad con mis cuatro retoños en formación, pagándome la vida con tres hijas veterinarias de profesión. Desde entonces perros y gatos han pasado por mis manos, sonriendo sanos cuando alivian, siendo la mayor satisfacción de esta noble misión.

Que temprano se me hizo tarde y que rápido se fueron los años, cuando menos acordé pintaba canas cuando al espejo miré. Los veterinarios no solamente participamos en el milagro de la vida diaria, como ayudar a ver la luz por primera vez a las crías ansiosas por nacer mediante una cesárea, también convivimos con la muerte, saber que es definitiva pero no siempre desagradable, es nuestra misión quitar el sufrimiento al paciente de toda la vida, en enfermedades terminales como el cáncer, haciendo uso de la eutanasia.

Una de las mayores satisfacciones que un veterinario pueda recibir, es el agradecimiento de los dueños de nuestros pacientes a quien servimos durante generaciones, aunque los agradecidos somos nosotros, por la confianza y preferencia por la atención a sus animales que pasaron por nuestras manos. A nuestros viejos años no hay mejor medicina que tener la conciencia tranquila, el haber actuado con honestidad nos hace devolver el saludo con una sonrisa y la frente en alto, aunque al vernos notemos una arruga más en el rostro, siendo este el privilegio de estar con vida.

Mientras Dios lo permita, después de cuarenta y dos años seguiremos dedicados a la atención de mis queridos pacientes de patas y colas. Y si me llaman a cuentas, me iré con una sonrisa de haber cumplido mis metas, habiendo sido la perseverancia mi mayor fragancia en los aromas de mi profesión. Que importa los años que tengo, lo que vale es como me siento, tengo los años que necesito para decir a la vida: ¡Vida… estamos en paz!

¡FELIZ DÍA DEL VETERINARIO!

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