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La pandemia y el Metrobús

No hagas cosas buenas...

ENRIQUE IRAZOQUI

Estos largos meses de que el COVID se lleva todos los reflectores de nuestra vida y que nos ha recordado colectivamente y en todos los idiomas nuestra fragilidad humana, es irremediable que la vida continúe. Por fortuna hay ya visos de que la invención para la vacuna de este mal se aproxima, pero tomará meses e incluso más de un año para que esta aleje el riesgo de contraer la enfermedad que en México, al menos, ya ha matado a más de 55 mil personas.

Con la pandemia y el claustro necesario para paliarla se vino el colapso económico, al detenerse la movilidad humana en grandes sectores, y el mundo que las últimas 7 generaciones habíamos conocido no podrá ser igual, al menos durante un par de años. El actual 2020 vio estallar en el mundo occidental la infección del germen que dio sus primeras muestras de existencia en la ciudad de Wuhan, China en diciembre pasado, y que al ser trasladado a Europa y el resto del mundo ha arrasado con la manera de vivir de millones de seres humanos.

Sin embargo, aún con toda la gravedad que han significado los estragos en la salud pública que ha causado el coronavirus, la vida sigue, si bien es cierto que en el plano económico la cosa está siendo por de más complicada. Miles de empresas y negocios han tenido que desaparecer por la paralización de la actividad y por supuesto esto está generando y generará angustias y carencias. En el importantísimo ramo educativo millones y millones de estudiantes han visto interrumpidas sus respectivas instrucciones académicas y formativas en las escuelas, que han tenido que cerrar desde marzo y que cinco meses después no se tiene claro cuándo habrán de abrir sus aulas nuevamente para el elemental proceso de formación de los individuos para su madurez. Y en cada aspecto la vida humana, que por su naturaleza misma tiende a ser social, se ha visto trastocada; aun así, esta continúa y hay que seguir viviendo.

En este contexto, ayer se informó que nuevamente las autoridades estatales están convocando una reunión con concesionarios del autotransporte para analizar una vez más el modelo económico que se quiere construir para la futura operación del dichoso sistema Metrobús.

Alfonso Tafoya, titular de la dependencia que operará este nuevo (nuevo, es un decir) sistema de transporte público de pasajeros, señaló con tino que es una realidad que La Laguna de Coahuila no puede seguir con el tipo de servicio que hoy se ofrece porque es ya insuficiente, y yo agrego: obsoleto y, peor aún, indigno. En el caso de La Laguna de Durango su sistema es similar o peor, pero hay que especificar que la antipatía entre los hermanos Moreira de Coahuila y los exgobernadores de Durango Ismael Hernández Deras y Jorge Herrera Caldera truncó desde un inicio la posibilidad de que el Metrobús conectara las cuatro ciudades más pobladas de la Comarca Lagunera, Torreón y Matamoros por Coahuila, así como Gómez Palacio y Lerdo por Durango.

Qué bueno entonces que se celebrará este encuentro con los transportistas y que ojalá encuentren un plan financiero que les permita a los concesionarios del transporte obtener utilidades mientras que los usuarios del Metrobús tengan acceso a un sistema de transporte más ágil, con unidades decorosas y que les permita trasladarse de una manera más eficiente por la ciudad. Incluso, es deseable que la operación del Metrobús contribuya a descargar el tráfico pesado que solía hacerse por años en el bulevar Revolución y que hoy se ha distendido por la pandemia.

La duda que queda y de la que Tafoya no dice nada en su declaración es la de la obra en sí, que depende de la Administración que él representa, y particularmente de la cartera que lleva el secretario Gerardo Berlanga, pues sigue y sigue demorándose, acusando sin duda una falta de capacidad para terminar la obra, que lleva más de cuatro años de gestación y que en los hechos demuestran que no hay o capacidad o interés en terminarla. La pandemia no puede ser pretexto, pues la construcción fue de las primeras actividades que fueron declaradas como esenciales, con lo que se pudo haber seguido trabajando.

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