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¿Vidas humanas o camas?

ÉDGAR SALINAS URIBE

Más de cincuenta y tres mil personas fallecidas oficialmente por COVID-19 no suscita asombro ni indignación en una parte de la población en México. Al contrario, a través de diversas lecturas de la estadística se justifica ese horror como cosa esperada y sobre la cual nada podía hacerse. Para no hablar del tema, la vocería ha logrado que el enfoque de discusión pública no sea el catastrófico resultado sino una multiplicidad de factores (curiosamente todos ajenas al manejo de la crisis). En esa lógica, han sido culpables los medios de comunicación, las y los especialistas ajenos al sistema de salud, la clase alta, los gobernadores y ahora la industria de productos con altos contenidos calóricos. Mientras tanto, a través de convenientes enfoques para la lectura de la estadística se presume un supuesto éxito del modelo asumido en la gestión de la pandemia.

Se dice que un vaso está medio lleno o medio vacío según quien lo mira. Y si quien mira ese vaso tiene un altavoz que enciende las veinticuatro horas, seguramente influirá en la percepción general aún en contra de la evidencia. Pongamos un ejemplo futbolero de lo que una misma cifra con diversos enfoques puede ofrecer en las interpretaciones; notaremos lo relativo de ellas y lo perverso que puede ser la utilización de una u otra.

Tratemos de responder a la pregunta general de cuál es el equipo con mejor desempeño en las entradas a su estadio. Elegimos para el ejercicio a los más populares: América y Chivas, y a dos norteños: Santos y Juárez. Según los promedios del torneo Apertura 2019, con América entraron por juego 33 660 aficionados; con Chivas 32 916; con Santos 22 719 y con Juárez 18 727. Queda claro que el mejor desempeño estuvo en la tribuna americanista. Pero, un momento, ¿qué pasa si analizamos la misma cifra en relación con la capacidad del estadio en que cada equipo juega? Pues bien, resulta que con esas mismas cantidades de aficionados el mejor desempeño lo tiene Juárez con el 84 por ciento de ocupación en su estadio, seguido de Santos con 77, Chivas con 66 y al final, América con solo el 41 por ciento de sus tribunas ocupadas. ¿Resulta entonces que el mejor desempeño fue en las tribunas de Juárez y no en las del América como sugería el primer indicador? Depende desde dónde se juzgue.

Este ejemplo simple solo pretende anotar que una misma cifra contiene varias lecturas según el lugar del análisis. Lo que ha sucedido con las cifras, pronósticos, tendencias y valores raros en el manejo de la pandemia es mucho más complejo y se ha prestado para múltiples lecturas y no pocas perversiones.

El argumento esgrimido para señalar como exitoso el modelo seguido, y por tanto relativizar la cifra de personas fallecidas, es que en ningún momento ha estado en riesgo el indicador central: la disponibilidad de camas hospitalarias para atención a pacientes con el virus. De acuerdo con los datos abiertos de la propia Secretaría de Salud, del total de casos positivos al 9 de agosto, solo el 26.6 por ciento fue hospitalizado, es decir, 127 mil personas, de las cuales falleció el 36.3 por ciento, o sea, 46 374 del total de muertes reconocidas oficialmente. Las otras 6 mil murieron sin llegar a un hospital pese a la disponibilidad de camas. Se podrán acumular muertes, pero no poner en riesgo la existencia de camas. Así pues, se juzga exitoso el modelo.

Otro argumento de coyuntura utilizado para minimizar el escándalo de las cinco decenas de miles de personas fallecidas es la tasa por millón de habitantes. Esa cifra palidece cuando se compara con Japón que con una población ligeramente mayor a la mexicana ha registrado un número 50 veces menor de fallecidos. Y aún sin considerar el enorme subregistro que ya diversos analistas han señalado para nuestro país y las propias autoridades han reconocido sin dar cifras.

La trampa en el discurso que minimiza la cantidad de personas fallecidas, con el uso de diversas lecturas de las cifras, radica en hacer de la muerte una situación relativa. Si una muerte es una tragedia, muchas no son, sin más, fría estadística. Aún podemos evitar peores noticias en los hogares de México. Responsabilidad es la tarea general.

@EdgarSalinasU

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Escrito en: editorial Edgar Salinas Uribe

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