La pandemia sigue con toda su fuerza. Los pronósticos son de un incómodo realismo, pero es mejor estar apercibidos que alentar dudosas esperanzas.
Creo que es el signo de los tiempos, el de este Siglo XXI. Toca vivir lo que nos ha dejado el Siglo XX y anteriores, como las desigualdades sociales, los conflictos armados, las guerras culturales y tensiones religiosas que todo destruyeron y hundiendo a millones en la tragedia e infinito dolor, miseria e ignorancia. Es este el camino que nos heredaron.
La pandemia que ahora nos encierra obliga a reflexionar sobre la validez de lo que estamos haciendo y qué mandato estamos enviando a nuestros Gobiernos y cómo estamos manejando nuestras vidas.
Nos dicen que contra lo previsto la enfermedad se extenderá por más meses y que incluso puede repuntar en los que creíamos sanados. Más tiempo para prepararnos para el momento en que reanudemos actividades pero con planes claros de lo que vamos a hacer en lo personal y en lo colectivo.
En cuanto a lo que al Gobierno corresponde hacer, hay programas técnicamente diseñados, practicables y ensayados que están listos para ser implementados. El ejemplo está en la decisión que acaba de tomar el presidente de la república esta semana de reformar el sistema de pensiones del IMSS y que una vez aprobado por el Congreso aumentaría, entre 54% hasta 75% según el nivel de salario mínimo, la pensión que reciba el trabajador a la vez que se reducirán de 1250 semanas a 750 las semanas de cotización del trabajador.
Un aspecto importante de esta reforma al IMSS es el aumento en la aportación de las empresas al esquema del actual 5.15% a 13.875% en el curso de los próximos ocho años. La propuesta obtiene, por una parte, un aporte mayor del sector empresarial al sistema de pensiones, un aumento en los recursos que respalden la carga siempre creciente de las pensiones y un paso la eliminación de la aguda concentración de la riqueza que caracteriza a México.
Así como se puede dar este paso en cuanto a pensiones también hay otros posibles que desde tiempo atrás otros programas para completar la serie de apoyos personales y familiares como los apoyos a los adultos mayores, y a los estudiantes ya existentes.
Falta dar liquidez a las pymes que han visto esfumarse su capital de trabajo y que necesitan financiamiento de emergencia para seguir sosteniendo los niveles de empleo, e incluso aumentarlos, o para pagar adeudos a proveedores y, en definitiva, producir artículos para las demandas reprimidas en mercados nacionales y foráneos.
Son las pymes las que, por cierto están particularmente llamadas a integrarse como eslabones vitales de las cadenas de valor que se están expandiendo por todos los países en este mundo globalizado y desde luego dentro del esquema del T-MEC.
La Secretaria de Economía junto con el Banco Nacional de Comercio Exterior pueden desarrollar dichos programas que desde mucho antes de la pandemia, se necesitaban y urgían.
Otro programa en vías de ser examinado por la Cámara de Diputados y también recomendado por la CEPAL es el de la renta universal y que fue propuesto a durante la campaña por el PAN para aquellos ciudadanos que aun no gozan de otros apoyos sociales oficiales y que debe prepararse con cuidado para echarlo a andar.
La pandemia nos está uniendo en una conciencia colectiva que nos debe llevar a respuestas que corrijan situaciones injustas de los años pasados y a los que nos hemos habituado.
Hay que responder con mesura a los retrasos que desde los hace tiempo debimos haber corregido y responder a las rutinas retrógradas que irresponsablemente venimos replicando.
En la inusitada interrupción total de actividad mundial que nos paraliza, no hay que dudar del ingente y multifacético potencial que encierra una población de 130 millones. Trazar y materializar los programas que sabemos necesarios, y desterrando la impune corrupción que nos lastra, e inaugurar un nuevo capítulo en la vida nacional, es la receta más valiosa que nos está legando la pandemia.
Un esforzado funcionario internacional, Tedros Adhanom Ghebreyesus, Director General de la Organización Mundial de la Salud, nos previene del peligro de regresar a la "vieja normalidad".
