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EL AGENTE 007

En medio de tantas cifras negras y con los nervios alborotados, en el Centro de Convenciones de Torreón nuestros subagentes, vestidos de cubrebocas de tela magitel, que asistieron a la reunión del Subcomité Regional de Salud en La Laguna, que encabezó el "góber" Miguel Riquelme, nos comentan que se quedaron pasmados ante la sarta de sandeces que pronunció el alcalde de Francisco I. Madero, Jonathan Ávalos Rodríguez, quien con un tono harto arrogante, que le ha generado varios enfrentamientos al interior de su partido (Morena), ostentándose como médico, se puso a dar cátedra a los asistentes sobre el comportamiento del terrible COVID-19 y, palabras más, palabras menos, dijo que el virus muere con los rayos del sol y con las altas temperaturas propias de su tierra; pues si acaso media hora logran sobrevivir las "gotitas" de saliva en el pavimento.

Por eso y por el elevado costo dejó de sanitizar y establecer filtros sanitarios entre los habitantes. Incluso, recomendó a la gente utilizar ibuprofeno para paliar sus malestares, dejando claro además que no podía sancionar a sus conciudadanos que no utilizan el cubrebocas. No bien concluyó con sus argumentos cuando vino el revire del epidemiólogo del Palacio Rosa… Perdón, de "Riquelme Gatell", quien muy tranquilito, raro en él, le ejemplificó con manzanas lo agresivo y letal que ha sido el comportamiento del virus en otros municipios igual o más calurosos, como Monclova, una ciudad que supera los cuarenta grados a la sombra y fue el epicentro de la pandemia en la entidad, con lo que echó por tierra la perorata de las "gotitas" en el pavimento, por lo que varios de los participantes en la mesa terminaron por recomendarle a don Jonathan pavimentar las calles de su municipio y actualizarse, como médico que es, en los efectos del temido coronavirus y las acciones para prevenirlo.

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Nuestros subagentes, desparramando sonrisas por doquier, andan más que festivos por dos cosas: una, por la reaparición del alcalde Jorge Zermeño, quien, como dice la canción, "ya llegó de donde andaba"; y también porque este lunes dijo una frase que quedará guardada para la historia: "la pandemia de coronavirus es real". Así como lo leyó, estimado lector, como si los milagros existieran, por fin el edil reconoció la letalidad del virus y la manera en que tiene golpeado al municipio. También les dijo "irresponsables" a las personas que organizan pachangas con renta de brincolines y grupos musicales en vivo. Y guardó silencio cuando se tomó el acuerdo de que se apliquen sanciones a quienes no utilicen cubrebocas, y que tenían que meterle los Ayuntamientos a la difusión para concientizar a la ciudadanía, la de a pie, tanto la que usa transporte público como la que se mueve en autos particulares, sobre el uso del cubrebocas. Y ni tardo ni perezoso, don Jorge desempolvó varios videos sobre el uso de esta herramienta de prevención, y hasta mencionó que no habría pretextos para salir a la calle sin protecciones… Lo que sí se logró fue bajar la tensión política en las mesas de trabajo, y ahora que habrá mejor comunicación se espera que los programas de prevención logren disminuir los contagios.

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Y nuestros subagentes, disfrazados de cubrebocas, nos informan que la ola de disparos de contagios del mortal coronavirus ha evidenciado que las autoridades del ISSSTE y algunas direcciones del Ayuntamiento de Torreón han sido "candil de la calle y oscuridad de su casa". Y es que ambas se la pasan con "declaracionitis" sobre las supuestas acciones que cada una de ellas realizan para aminorar los contagios, las cuales han sido estériles dados los resultados que tanto el instituto de salud como las dependencias municipales registran a la fecha en su interior, pues en el primer caso incluso se dio hace unos días la lamentable muerte del director de la Clínica del ISSSTE ubicada en Torreón Residencial, e informan que en esta existe un brote considerable entre el personal médico contagiado, varios de los cuales continúan laborando, y lo más grave es que lo hacen sin el equipo necesario, pues por si fuera poco, luego del paro técnico que hace unos días realizaron los trabajadores de esta institución médica en el hospital ubicado frente a la Alameda Zaragoza para manifestar su inconformidad por la falta de insumos, las flamantes autoridades, encabezadas por su director, el doctor Alejandro Gómez Alvarado, le entregaron a cada trabajador (aunque usted no lo crea) solo un cubrebocas KN95 y con la bendición de Dios los mandaron de regreso a laborar como si la vida útil de ese cubrebocas fuera eterna, por lo que las consecuencias podrían ser fatales tomando en cuenta la naturaleza del personal que ahí labora y que diariamente tiene contacto con los derechohabientes.

En cuanto a la presidencia municipal, los subagentes, con don de pitonisas, auguran que todo parece indicar que al Ayuntamiento de Torreón ya se le salió de las manos el control de los contagios entre sus trabajadores; y es que, de acuerdo con los números negros de nuestros informantes, a la fecha se han detectado 35 casos confirmados, además de 25 sospechosos más los que se acumulen, por lo que no se necesita ser matemático para echar cálculos tomando en cuenta los contagios que puede provocar un solo infectado y darse cuenta de que las cosas se puede poner color de hormiga en la plantilla laboral del Municipio, por lo que se espera que en el séptimo piso tomen con seriedad la pandemia e implementen medidas contundentes y efectivas; y ante estas situaciones es inevitable pensar que lo peor está por venir y preguntarse: ¿y ahora quién podrá ayudarnos?

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Bien dicen que la pandemia ha puesto creativos a varios con tal de reactivarse y juntar cuanto pesillo se pueda. Esto se lo decimos, estimado lector, por la "nueva normalidad" en la Deportiva de Torreón, donde han ampliado el estacionamiento sobre el bulevar Revolución, y con ello han sacrificado el área de juegos infantiles, y todo para que quepan más carros, pero no crea que por buenos samaritanos, sino porque ya cobran por automóvil la módica suma de 10 pesitos. Nuestros subagentes, disfrazados de pinabete seco, nos cuentan que los deportistas que llegan en auto se han sorprendido al toparse con una pluma y el cobro, y algunos que han intentado darse reversa para evitar el pago se arriesgan a que sus llantas se ponchen, pues hay unos picos para detener a los que intentan huir. Dicen que estas nuevas acciones han causado enojo en los deportistas motorizados que acuden al lugar, pues además de pagar su respectiva mensualidad para practicar en algunas clases y entrenamientos de natación, que por cierto también incrementó su costo, deben pagar por día cada vez que se quieran estacionar en este recinto. Por cierto, el presidente de este patronato ha aprovechado las reuniones de capacitación que han otorgado las autoridades de salud para hacer su aviso parroquial y ofrecer muestras rápidas de COVID, con su respectivo costo... Vaya que aquí aplica el refrán: "hay que sacar raja de donde se pueda".

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