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Nuevas crisis, viejas crisis

JORGE ALVAREZ FUENTES

En una anterior entrega destacábamos cómo, en medio de la crisis sanitaria y económica global que vivimos, no se puede perder de vista otros escenarios de conflicto, los cuales están proliferando y agravándose en el mundo. Pésimo presagio es el que, en el Levante, una región donde a lo largo de la historia se han acumulado una serie de conflictos diversos, la situación tanto interna como internacional en Siria, en el Líbano, y en torno a Palestina, esté empeorando, de manera sumamente rápida y peligrosa. Como suele ocurrir en procesos de crisis, son múltiples y diversos los factores que entran en juego. A las preocupaciones presentes, por ejemplo, debemos añadir la advertencia hecha hace unos cuantos días por las Naciones Unidas, que en julio la organización mundial podría quedarse sin fondos suficientes y verse obligada a suspender las operaciones de aéreas, fundamentales para la entrega de ayuda humanitaria. El Programa Mundial de Alimentos, el cual supervisa y opera los vuelos humanitarios, debe entregar en las próximas semanas 78 mil metros cúbicos de suministros médicos a una treintena de organizaciones humanitarias, y de no contar muy pronto con los recursos financieros suficientes que fueron comprometidos por los países donantes, posiblemente termine por entregar la mitad de esa ayuda. Los riesgos son mayores si se toma en cuenta la lenta reanudación del tráfico aéreo comercial y de carga, al que el PMA en múltiples ocasiones debe recurrir, dadas las dificultades persistentes para aterrizar y llegar a muchos lugares.

Por otra parte, la semana pasada, en el Consejo de Seguridad, se aprobó una resolución autorizando la entrega urgente, por vía terrestre, de ayuda humanitaria destinada sobre todo a mujeres, niños y excombatientes opositores al régimen que se encuentran atrapados en la región de Idlib, en el norte de Siria, pero sólo a través de un cruce fronterizo con Turquía, a pesar de que Alemania y Bélgica pugnaron porque fuera a través de dos o más puntos, habiendo considerado el posible veto de Rusia y China. El trágico conflicto en Siria continúa ahondándose y prolongándose después de más de 9 años, no obstante ser la peor catástrofe provocada por el hombre desde la Segunda Guerra Mundial, que ha traído entre otras terribles consecuencias el desplazamiento forzado de cerca de 11 millones de sirios, la mitad de su población y la destrucción de la infraestructura y la economía del país, sin omitir que ha provocado la muerte de más de medio millón de personas. En el Líbano, la crisis política constante se ha tornado en una gravísima crisis económica, que ha puesto de nuevo al país al borde del precipicio. La libra libanesa ha perdido el 80 % de su valor y ha arrojado a muchos libaneses de clase media a la pobreza, y a los más pobres, junto con los más de 2 millones de refugiados sirios, a la miseria. El Banco Mundial ha señalado que el 50 % de la población libanesa podría caer muy pronto por debajo de la línea de pobreza. La crisis económica y financiera se tornado en una severa crisis bancaria, agudizada por el manejo de la pandemia y las protestas populares tanto en contra del gobierno ineficaz de Hassan Diab como de Hezbollah, la formación política y la milicia que mantiene en los hechos la conducción del país. El posible regreso de Saad Hariri como Primer Ministro podría prologar el colapso del país si, como todo indica fracasarían las negociaciones con el Fondo Monetario Internacional para obtener un préstamo. Estados Unidos reimpuso el mes pasado sanciones obligatorias contra Siria, las cuales inevitablemente afectan al Líbano en forma grave, por ser punto de tránsito de entrada y salida de bienes de Siria. Estados Unidos ha hecho saber que no hará excepciones en su aplicación, incluso en el caso de países amigos, como Líbano, siendo ahora más claro que Washington estaría buscando un presunto gobierno reformista que deje de estar controlado por Hezbollah.

Mientras tanto, a la vuelta de la esquina en este tan volátil vecindario, va en aumento el descontento general de los palestinos en contra de los planes de Israel de anexar partes de Cisjordania ocupada y el Valle del Jordán y de perpetuar la expansión continua de los asentamientos de colonos judíos, los cuales, rechazan cualquier atisbo "de fundar un estado terrorista en el corazón de la tierra de Israel". Las enormes tensiones existentes se han disparado, a pesar de la suspensión temporal de la puesta en ejecución del plan por parte del gobierno de coalición israelí, previsto para principios de julio. Hamas, la organización palestina que gobierna en la Franja de Gaza ha reiterado que, de proceder con la anexión, esta medida daría paso a responder a una abierta declaración de guerra. El Secretario de Estado Mike Pompeo hizo explícito que Israel tiene luz verde para anexar territorios palestinos ocupados. Naciones Unidas, a través del Secretario General ha pedido a Israel que abandone sus planes de anexión, medida que, ha reiterado dentro y fuera del Consejo de Seguridad, podría impulsar el extremismo. Para los países miembros de la Liga Árabe, de consumarse el proyecto de anexión, la estabilidad regional estará gravemente amenazada, destruyéndose cualquier perspectiva de paz en el futuro.

En palabras del enviado de las Naciones Unidas para el Medio Oriente: "Nadie quiere una nueva guerra en Medio Oriente y menos [ahora], una con el potencial de extenderse más allá de sus fronteras".

@JAlvarezFuentes

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Escrito en: Editorial Jorge Álvarez Fuentes

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