Con la edad me he vuelto mucho más ligero y pierdo el miedo al qué dirán. Aquí,en los cuarenta, nace mi mejor versión y habré de explotarla según me venga en gana y me acomode, eso sí, buscando siempre el no herir a nadie.
Rosa Nissán, escritora multifacética con diversas condecoraciones en su haber. Se siente cómoda en su cuerpo,abraza la piel de mujer adulta, curvas, pasar de los años y fuerza de gravedad. No lucha contra los estragos del tiempo;al final los abrazó con frenesí y un poco de locura.Ahí, en el supuesto eclipse de la tercera edad, aflora la mejor versión de Rosa Nissán. Supongo que esa Rosa, la de Los Viajes de mi Cuerpo,se había librado de culpas,complejos, ataduras y miedos. Imagino le tomó años,porque gravitar ligeros nos lo otorga la experiencia y los trancazos. Rosa tira al bote los chocantes "qué irán a decir" y "qué irán a pensar".Asumió la sexualidad en pleno,así viajó:riéndose a carcajadas. Esos, precisamente, eran los viajes de su cuerpo.
Yo, a los 42 años,emprendo otro tipo de viaje sin boleto de retorno. Eliminé del diccionario varias losas que me ataban y no me permitían volar. La primera, el "no se puede,no lo vas a lograr".
Dicen que bailo bien,pero que me falta ritmo y no sé mover las caderas. Por azares del destino,cuando me coloco los audífonos y bailo en libertad, mis ritmos y tiempos alcanzan una perfección desconocida, insospechada, contundente. Hasta a mí me asombra, pero sé bailar cuando lo hago a solas.
En la vida no existen los imposibles. Por eso me acuerdo tanto de Rosa, de sus virajes. Por imposibles tengo el que yo volviera a rezar con fe y humildad. Cuando me conecto con los intangibles la vida fluye a mares y expando mis horizontes, recobro la confianza.
Tiro en el baúl de los recuerdos todo aquello que hace daño, lastima o hiere incluyendo a personas que no abonan ni sirven en este momento donde estoy parado y busco nuevos horizontes.
Con la edad me he vuelto mucho más ligero y pierdo el miedo al qué dirán. Aquí,en los cuarenta,nace mi mejor versión y habré de explotarla según me venga en gana y me acomode, eso sí, buscando siempre el no herir a nadie.
Los viajes de mi cuerpo me conducen al cómo sí se puede y a saber elegir bien porque mi destino y futuro me pertenecen a mi. El cielo y el universo me demuestran que a la larga, la bondad retribuye con la fuerza y contundencia del mar embravecido.
Tal suma de bondades es enorme, se expresa y manifiesta de distintas formas. Sí, hoy la vida me compensa el saber sabido estar, siempre, para casi todo el mundo. Porque en ocasiones las columnas se resquebrajan y urge darles un descanso. Mi columna, ayer rota, se apuntala de nuevo y cobra vigor.
Regresará fortalecida para seguir peleando por todas aquellas causas que elijo sin presiones ni ataduras de ninguna especie. Aflora, quizá, mi mejor versión. Y en dicho viaje me acompaña un universo de personas porque si algo en la vida supe y fui capaz de sumar, es un millón de amigos.
Twitter: @patoloquasto