EDITORIAL Sergio Sarmiento Caricatura Editorial Columna editoriales

#AMLO

ALONSO CEDEÑO

e julio de 2018, dos años desde el contundente triunfo de López Obrador en la elección presidencial. Una fecha que será relevante en la historia de México. El presidente Andrés Manuel López Obrador desea sin duda elevarla a rango de fiesta nacional, no el día de su toma de protesta, sino el día de la victoria en las urnas. Querrá conmemorar el día del inicio de la cuarta transformación.

En los números, refiriéndonos exclusivamente a opinión pública, dejemos los de seguridad, económicos y de salud para aquellos que conocen y estudian el tema a profundidad, no parece que haya mucho qué festejar.

Probablemente Lopez Obrador sea el político mexicano del que más se ha estudiado y medido su percepción, sus campañas para gobernador, jefe de gobierno y las tres presidenciales por supuesto lo ameritan. En enero de 2016, según datos de Mitofsky de Roy Campos la opinión negativa (-34) superaba por mucho a la positiva (18). Poco a poco la brecha se fue cerrando, siendo la diferencia apenas algunos puntos, para el inicio de la campaña, en marzo de 2018, su saldo de opinión era 0, es decir el mismo número de encuestados opinaban bien de él que los que mantenían una opinión negativa. Con el golpeteo de las contiendas electorales el panorama no le era demasiado alentador, en mayo su opinión negativa repuntó hasta -37, pero para el cierre de junio dirían en el argot "se cayeron sus negativos" y cerró con una diferencia positiva de opinión de nueve puntos. En la medición de julio la diferencia era de 25 puntos, 20% de opinión negativa por 45% de opinión positiva.

En agosto, ya midiendo la aprobación, en este diario se valoraba la misma como positiva en un 64% y con una expectativa muy similar sobre el cumplimiento de sus promesas de campaña. En octubre de 2018 AMLO aparecía con una muy alta aceptación y opinión, para la agencia Enkoll el 75% de la población consultada aprobaba las propuestas y las acciones de López Obrador como presidente electo. Aun con variaciones en los números muchos investigadores de opinión coinciden con que el pico de popularidad y aprobación de López Obrador se dio en febrero de 2019, donde algunos estudios lo colocan con aprobaciones nacionales superiores al 90%.

Los números hoy reflejan una percepción muy distinta, en su seguimiento diario Mitofsky muestra apenas un 46% de aprobación con un rechazo del 53%, y la agencia Dinamic.CO a través de un estudio de análisis y valoración de la conversación digital estima la desaprobación en un 44.05% y el desencanto en 7.85%, entendido como un sentimiento que no necesariamente refleja un rechazo a sus políticas públicas sino una cierta desilusión, aunque aún mantienen la esperanza de que mejore.

En este mismo estudio dinamic.co identifica las principales debilidades o preocupaciones de la audiencia respecto a López Obrador, siendo la principal la incertidumbre económica que es seguida de la preocupación de la falta y la falla de la estrategia en la contención de la pandemia. La caracterización de las audiencias es muy clara, donde peor le va a AMLO es entre los jóvenes, de 18 a 25 años, y quienes mayor desencanto presentan son las mujeres, específicamente aquellas de 26 a 35 años de edad, quienes siempre habían sido un segmento extraordinariamente afín. En contraste sus principales fortalezas percibidas son la lucha anticorrupción y los apoyos sociales y suma sus mayores interacciones positivas entre los hombres de 30 a 46 años de edad.

Todos estos datos hacen urgente para la 4T que López Obrador se vuelva a poner la camisola de campaña, que regrese a las calles y a las arengas. Mayores desaprobaciones y descréditos has remontado, pero siempre recorriendo incansablemente el país, con la condición de candidato y no con el desgaste de quién gobierna, por eso la necesidad imperativa de retomar sus recorridos. En su movimiento no existe otro caudillo más que él, sus lugartenientes se apuñalan por la espalda y se golpean en público y en privado. La tarea no se antoja sencilla, las restricciones sanitarias, los compromisos contraídos con actores internacionales, la crisis mundial que se recrudecerá en México por el cambio del políticas públicas, la desconfianza de los inversionistas y la caída en popularidad y aprobación le presentan a López Obrador la mayor de sus batallas políticas. Juega a su favor una oposición dividida y que no termina por despertar y su férrea base de apoyo popular, mermada, cierto, sin el acompañamiento de los que le dieron el beneficio de la duda, pero amalgamada en la fe casi ciega en su líder y en la esperanza de un cambio radical, con ellos garantiza probablemente un tercio de los votos legislativos de la elección del 21, suficiente para ganar la primera minoría en la cámara de diputados y varias gubernaturas. Andrés lo tiene muy claro, no es el futuro de López Obrador lo que está en juego su añorada transformación y su trascendencia a la historia, y ahí él está dispuesto a jugarse la vida, propia y ajena.

Leer más de EDITORIAL

Escrito en:

Noticias relacionadas

Siglo Plus

+ Más leídas de EDITORIAL

TE PUEDE INTERESAR

LECTURAS ANTERIORES

Fotografías más vistas

Videos más vistos semana

Clasificados

ID: 1717524

YouTube Facebook Twitter Instagram TikTok

elsiglo.mx