Columnas Social

PEQUEÑAS ESPECIES

Así era mi padre

M.V.Z. FRANCISCO NÚÑEZ GONZÁLEZ

Que mayor reconocimiento te puedo hacer querido viejo, que agradecer a Dios por habernos bendecido con el mejor de los padres.

Sé que es tarde a veinte años de tu partida, pero quiero expresarlo ahora y no callarlo para siempre. Pedirte perdón por no haberte dicho lo mucho que te quería, porque jamás te di un beso, por no haber agradecido tus sabios consejos que absolutamente todos resultaron ciertos y aún me apoyo en ellos. Desde que tengo uso de razón, fuiste un hombre intachable y trabajador que predicabas con el ejemplo, siempre vestías de traje por tu profesión de Galeno, fuimos seis hijos, a los que siempre trataste con un cariño desmedido, tuviste un corazón lleno de amor, la educación fue tu insignia, nunca conocimos un no cuando te pedíamos para un libro, recibimos todo tu apoyo cuando decidimos estudiar las seis profesiones diferentes de mis hermanos, fuimos tu más grande orgullo, así lo pregonabas con tus amigos. Era el inicio de los años sesenta, la situación económica no se encontraba holgada, pero nunca te quejaste, no te veíamos en todo el día, salías de casa amaneciendo para Mapimí a consultar pacientes, mi madre se quedaba a trabajar en una pequeña farmacia que tenían, regresabas en la tarde al hospital ejidal y terminabas en la noche dando clases en el edificio "Dina", que se encontraba en el bulevar Independencia, tenía nueve años cuando te esperaba dentro de un viejo "Mercury 1950", veía como tus alumnos recibían clase pues no tenia paredes la escuela temporal, más tarde se trasladarían al Instituto Tecnológico Regional de la Laguna del cual eres fundador, el día de su inauguración en 1967, te acompañé vistiendo como tú, de traje, y me llevaste a saludar de mano al presidente de México, Gustavo Díaz Ordaz. Los domingos era nuestro día familiar, despertábamos y ya habías ido por el sabroso menudo y la fruta de "La Alianza", después nos llevabas al puesto de revistas a un costado de "Chácharas y juguetes", escogíamos una docena de cuentos y tú, dos periódicos locales, dos capitalinos y tu enorme revista "Siempre", fue así como nos inculcaste con agrado el hábito de la lectura, recuerdas que también fuiste tú quién nos enseñó a nadar cuando nos llevabas a la alberca, que bellos momentos disfrutamos en la niñez. Cursaba la secundaria y era mi primer tardeada de la escuela Venustiano Carranza, la fiesta sería en la colonia Vicente Guerrero, al pedirte permiso dudaste, tenía trece años, me explicaste que se trataba de un lugar diferente, sería un extraño en ese ambiente donde había pandillas y calles sin vigilancia, le dije que solo sería unas horas, estaría dentro de la casa y además todos mis compañeros iban a asistir, me diste permiso con la condición de que tú me llevabas, pero yo me regreso en el camión con mis amigos, y accediste. Se dieron las seis de la tarde y empezaron a retirarse los compañeros, es muy temprano pensé, además tengo permiso hasta las siete, cuando me quise ir, la calle que se encontraba a un lado del cerro completamente oscura, me dice mi compañera la dueña de casa, espera un rato porque ya se están peleando las pandillas, no te vaya pegar una piedra y el camión pasa a dos cuadras, cuando salí de la casa, me temblaban las piernas, la calle sin pavimentar, sola y sombría, cuando veo a lo lejos las luces y el clásico sonido del claxon de tu carro, aún recuerdo el gran gusto que me dio, y hasta ahora te lo digo, cuánta razón tenías. Recuerdas cuando te dije que quería ingresar a la escuela de veterinaria en la ciudad de Durango, ya me había puesto de acuerdo con amigos para rentar una casa, te dio gusto pero antes me enviaste con mi madre a buscar una casa de asistencia, contaba con diez y siete años de edad, pasaron los años y entonces me di cuenta porque me habías enviado antes a seleccionar una vivienda adecuada. Tuve compañeros que vivieron en casas de renta y fueron dedicados, pero la mayoría tuvo problemas con los estudios y claudicaron, tenían grandes distracciones como la alimentación, pago de renta, privacidad, extravío de pertenencias y la bebida. Nunca olvidaré el último año de la carrera a semanas de graduarme, dejé la casa de asistencia y vivía con algunos compañeros de la escuela, estudiaba con otro condiscípulo para los últimos exámenes "Clínica Caprina", cuando nos visitó un compañero en automóvil e invita a pasearnos, no fue difícil convencernos, íbamos felices pues tener un vehículo de estudiante era un lujo, compramos cerveza, regresamos temprano pero nos venció el sueño y no estudiamos adecuadamente para el examen oral. Cuando tocó mi turno, el Dr. Jorge Hidalgo, una persona muy sensata, se extrañó verme titubear con las respuestas, y me cuestionó, le dije realmente lo que había pasado, y dijo, tus otros dos compañeros también me contaron de su irresponsabilidad, solo por estar a punto de graduarse, mañana los volveré a evaluar. Lo que tanto me esmeré en cinco años de estudio, estuve a punto de echarlo a perder en un solo día. Cuánta razón tenías viejo. Tenía cinco años de casado con tres hijos, sin darme cuenta seguía tus pasos, trabajaba en Mapimí, contaba con una pequeña farmacia, la situación económica era difícil y aún no nacía mi cuarto hijo. Fue entonces cuando me ofreciste impartir clases en secundaria, me otorgarías siete de tus horas a la semana y me negué, y cuando me dijiste muy serio; "Es que no te estoy preguntando", entonces capté perfectamente el mensaje. Gracias a Ti, ahora disfruto de una jubilación y de tranquilidad en mi vejez, cuánta razón tenías. Como me hubiera gustado haber sido un poco como Tú..¡Papá!

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