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Un vistazo al futuro

JULIO FAESLER

Al salir de la pandemia nos encontraremos un comercio mundial influido por el nacionalismo proteccionista desplegado por el presidente Trump que nos llegará filtrado a través del T-MEC. El ambiente internacional estará altamente sensibilizado por fuertes presiones sociales al interior de casi todos los países por lo que alterarán la demanda de los productos que ofrecemos al mundo.

Una parte importante de los intercambios continuarán siendo las intrafirma de las grandes corporaciones transnacionales. Muchas otras las realizarán pequeñas y medianas empresas alineadas a cadenas industriales de alcance interregional vinculadas a las plantas armadoras de los artículos terminados que se ofrecen a los mercados del mundo.

En nuestro comercio exterior sobresalen como particularmente exitosos los productos de la agricultura comercial, la de legumbres, frutas, verduras frescas y procesadas. Por su parte las industrias automotriz, electrónica, aeronáutica y farmacéutica aportas productos de alta complejidad. En cada una de estas ramas se han ido formando cadenas de producción cuyos sucesivos pasos añaden valor nacional al producto.

La manera en que orientemos las cadenas de valor agregado determinará si ellas se convierten en factores de independencia para nuestro desarrollo nacional o, por el contrario, serán nuevos eslabones siempre dependientes de decisiones externas. Para que esto último no pase, es importante que los acuerdos comerciales que tenemos o pensemos en firmar ya no se especialicen en traer al mercado mexicano productos extranjeros semejantes a los que nosotros ya producimos, sino que se transformen en vías que faciliten la exportación de las industrias genuinamente mexicanas. Ello dicta que nos convirtamos en una sociedad de productores más competitivos.

Este fin superior implica el respaldo financiero que no puede obtener por sí solas. Este apoyo tendrá que venir del gobierno. Hasta ahora el presidente de la República ha sido contrario a respaldar la actividad productiva con apoyos financieros de cualquier tipo. Las rutas trazadas por la iniciativa privada para contratar préstamos de organizaciones multilaterales como el BID son las que deben ahondarse para programas análogos. Es de suma importancia entender que estos arreglos no requieren ni presencia ni aval oficial por lo que hay que repetirlos.

Por otra parte, los efectos en el comercio exterior de la demografía y de la migración transitoria o permanentes no se han considerado lo suficiente. Las corrientes migratorias que han aumentado en todas sus formas estarán presentes en los próximos años. Para algunos países la dependencia de mano de obra importada como temporal en la agricultura irá más allá de la existente. Es más, en algunos países de Europa, el bajo índice de reposición poblacional los orilla a recibir inmigrantes para mantener niveles no solo la producción sino la simple dimensión nacional. Para Estados Unidos la creciente población latina y asiática es social y políticamente relevante por lo que una parte de la población intenta controlar o seleccionar la migración con el argumento de garantizar la identidad histórica de la nación. Para México la llegada de migrantes de nuestros vecinos al sur nos reta a asimilar esos grupos a nuestra estructura social y productora y sumarlos a la pre-existente necesidad de crear cientos de miles de puestos de trabajo. Hay que entender esta migración no solo como política humanitaria sino como potencial que refuerza la capacidad económica del país.

El comercio internacional del futuro responderá más a complejas realidades que exijen una indiscutible respuesta para mantener niveles sanos y equilibrados de empleo explotando los muchos recursos que se han desperdiciado por negligencia y corrupción.

El jefe del Ejecutivo está justamente convencido de que la comunidad mexicana puede autogenerarse el desarrollo para situar a México al nivel de los países más importantes del mundo. En esa confianza se ha obsesionado en prometer un panorama de superación a su cautiva audiencia mañanera.

El rechazo presidencial a todo apoyo se basa en su convicción de que la centralización del mando recluta todas las energías populares cuyas eminentes virtudes sociales son el verdadero camino al desarrollo. El hecho evidente, empero, está en que nuestro pueblo tristemente impreparado para semejante hazaña.

Hablando de las cadenas de valor que mencionamos al principio de este artículo, está la que el presidente cree forjar entre sus metas populares y la posibilidad de superar el retraso sin programas realistas. Esa cadena sin valor es una grave responsabilidad de López Obrador.

El pueblo, desorientado y crecientemente confuso no tiene tiempo para esperar que la historia lo juzgue y rinda su veredicto. La pandemia le está enseñando que el futuro está mejor en sus propias manos que en las del que no tuvo medida en prometer. Las elecciones del año entrante son la oportunidad que, estoy seguro, no desperdiciará.

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