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La Laguna y sus Hombres / CAPÍTULO 15 SAN PEDRO

Dr. Raúl Cuéllar Moreno

En 1865, algunos de los militares veteranos del ejército republicano, eran arrendatarios de la señora Zuloaga, uno de los grupos principales era el formado por: don Jesús María Gámez, don Jerónimo Berlanga, don Epitacio Sifuentes, don Juan Acuña y don Francisco Gámez el tiempo de la confiscación de las propiedades, les habían sido cedidas tierras a los militares que luego reconocieron la propiedad legal y solicitaron su compra; doña Luisa hizo una verdadera donación de los terrenos: a los casados 250 y a los solteros 200 hectáreas, 16 sitios de ganado mayor (28,080 hectáreas) en total.

En 1868, se solicitó al señor presidente Benito Juárez la autorización para formar una colonia agrícola, solicitud que llevó a Saltillo don Epitacio Arreola. Aprobada aquélla el 14 de febrero de 1870 partieron de la Hacienda del Burro los militares mencionados y cruzaron el río. En el camino la esposa de un peón dio a luz a una niña bautizada como Petra y quien murió poco tiempo después. Llegando el grupo al lugar deseado, se puso a votación qué nombre tendría el nuevo pueblo y se eligió la colonia de San Pedro porque así se llamaba la misión jesuita que primero se fundó ahí. Se inició la medición en la Colonia Vieja en el callejón que se nombró como el jefe del grupo: coronel Jesús María Gámez.

A los dos años de fundada la colonia, tenía ya cinco mil habitantes por lo que se erigió en Villa en 1873, siendo su primer presidente el coronel don José María Gámez que determinó el cambio de la Villa al lugar que ahora ocupa.

Disposiciones legales de la fundación de San Pedro.

Decreto 83 del 20 de enero de 1870: se manda medir y deslindar la colonia de San Pedro y dar posesión legal a los colonos.

Decreto 123 del 24 de febrero de 1871: se erige en Villa de San Pedro.

Decreto del 20 de abril de 1871: fundo legal de la Villa de San Pedro. Dimensión: 16 sitios de ganado mayor.

Los colonos hicieron el primer canal para riegos de sus tierras, el canal de La Trasquila de 20 kilómetros de longitud. En 1872 construyeron otro canal de cuatro kilómetros, el Canal de San Isidro y en 1874 el Canal de Guadalupe con su presa que se llamó de San Pedro. Del primer canal sólo sobrevivieron 12 kilómetros. Don Andrés Medellín abrió el Canal de Guadalupe y el de San Isidro una sociedad con el mismo nombre.

En San Pedro terminó el latifundismo y nació la pequeña y mediana propiedad agrícola que permitió el beneficio y progreso de muchos. Cuando vemos las mejores tierras de La Laguna cuya característica era su gran fertilidad y productividad hectáreas por hectárea, nos hace pensar. ¿Cómo es posible que haya estado en el abandono un país tan rico y con tanto futuro?, sólo nos explicamos este fenómeno teniendo como cierto que ése es el resultado de los latifundios donde se tiene como riqueza de unos cuantos la posesión de una tierra que condena al ocio y a la improductividad como aún se hace en el Norte de Coahuila. Es natural que al aumentar la producción y hacerse notable riqueza, fuese atraída una pléyade de inversionistas que hicieron de San Pedro el primer gran centro agrícola y comercial de la Laguna. Pronto el Canal de Guadalupe fue propiedad de: don Evaristo Madero, Francisco Madero, Indalecio de la Peña y Salvador Benavides. Y el Canal de San Isidro de los Señores: Aurelio Corral, Andrés Medellín e hijos, Francisco Gámez, Jiménez hermanos, los hermanos Domene, Pedro Medellín, viuda e hijos de Acosta, Tomás Gámez, Emilio Gámez, J. H. Bauhsen y compañía y señora Catalina Rivas, ¡una avalancha!

Posteriormente en agosto 26 de 1884 se autorizó la construcción de la nueva presa de Guadalupe que se hizo en 1887 bajo los planes y dirección del ingeniero don Federico Wulff con costo de 36 mil pesos.

EL FENÓMENO SAN PEDRO

La avalancha no fue sólo de personajes sino fue un cambio total de mentalidad y actitud capitaneada por don Evaristo Madero, ese gran personaje del que hablaremos en un capítulo aparte. Llegaron los nuevos componentes de la Región Lagunera, y sangres y nacionalidades múltiples que serían la nueva mezcla de razas que al acrisolarse harían de esta región un emporio.

En San Pedro nació un nuevo modelo de Hacienda algodonera que había de perdurar hasta la Reforma Agraria emprendida por el general Lázaro Cárdenas. Nació la pequeña propiedad y una nueva economía con un nuevo tipo de propietario; poseer la tierra no era ya motivo de prestigio, ahora había que ser empresario y diversificar sus actividades en el campo de la industria y el comercio.

Guillermo Purcell, irlandés vecino de Saltillo y próspero hombre de negocios compró una parte importante de la Hacienda de San Lorenzo de La Laguna, San José de los Álamos (El Burro), Jesús Calderón compró El Alamito y Jaboncillo. El yerno de don Evaristo Madero, Lorenzo González Treviño compró Santo Niño, Praxedis de la Peña, El Pilar, Federico Ritter, Bilbao, San Ignacio y Bolívar. Rafael Arocena y Leandro Urrutia, compraron Santa Teresa y Lequeitio. Entre todos estos inversionistas y los ranchos llegaron a tener en cultivo y producción a la tierra, generando riqueza como nunca se vio en nuestro país.

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