En México hay muchos méxicos, dependiendo de la región en donde pongamos el foco de nuestra atención. En esta ocasión hay un contraste entre los Congresos de la Ciudad de México y el de Nuevo León respecto de los derechos sexuales y reproductivos y los derechos de la niñez y la adolescencia.
El pasado 17 de mayo, se celebró el día internacional contra la homofobia, la transfobia y la bifobia. Este día, hace treinta años, la Organización Mundial de la Salud eliminó a la homosexualidad de la lista de enfermedades mentales. A partir de ahí, en esta fecha se realizan una serie de eventos en el mundo que lleven a hacer visible la discriminación que sufren las personas homosexuales, bisexuales o transgénero y las acciones que hay que seguir desarrollando para su igualdad y ejercicio pleno de sus derechos.
En Alemania, días antes, el Parlamento aprobó, la ley que prohíbe las terapias de conversión para "cambiar" o "curar" la orientación sexual de las personas homosexuales salvaguardando de esta manera la autodeterminación sexual. Estas terapias se aplican usualmente a los menores de edad con el consentimiento, presión, amenaza o engaño de sus padres. Solo la fracción de la extrema derecha votó en contra.
En la Ciudad de México ya está presentada una iniciativa semejante y vamos a ver qué curso toma. En realidad, la propuesta debería ser nacional. En contraste en Nuevo León se aprobó, el jueves pasado, una reforma a la ley de educación que, sin una visión integral, reformó el artículo 7 -que es el que contiene los fines de la educación- para incluir en la fracción XII que habla de planificación familiar y paternidad y maternidad responsables, el respeto a la vida desde la concepción. Es la primera vez que este tema sale del ámbito de las leyes de salud y los códigos penales.
Pero el tema no termina ahí, porque el ala conservadora del Congreso de Nuevo León con diputados de varios partidos, va por una reforma constitucional para que -siguiendo los pasos de VOX en España- se incluya el PIN parental con el que se pretende que los padres puedan evitar que, en las escuelas, los niños y niñas sean adoctrinados con los que ellos llaman "ideología de género" para que el centro educativo informe previamente sobre cualquier actividad que afecte a cuestiones morales socialmente controvertidas o sobre la sexualidad. El regreso al oscurantismo, pues.
En México la educación sexual de niñas y niños ha estado incompleta; lejana a lo que la Unesco y el Consenso de Montevideo han señalado en la materia. Hasta ahora, ha habido un enfoque muy elemental orientado hacia las funciones reproductivas y los riesgos tanto de embarazo como de contagio de VIH, sin ver a la sexualidad como un aspecto básico de la vida humana desde que se nace hasta que se muere considerando las dimensiones físicas y psicológicas que constituyen las identidades de las personas y que la sexualidad abarca -como ha dicho la OMS- el sexo, las identidades, los roles de género, el erotismo, la intimidad -además de la posible reproducción-.
Todo esto sin considerar que los contenidos de la educación formal en las escuelas, nada tiene que ver con los que niñas, niños y adolescentes reciben hoy por infinidad de fuentes abiertas. Por fortuna, a pesar de las diferencias ideológicas, los mexicanos vivimos bajo una misma Constitución, con principios muy claros, entre otros, el del Estado Laico y el de la educación libre de fanatismos y prejuicios. Asimismo, contamos con un último intérprete de ella, la Suprema Corte de Justicia, quien se ha pronunciado, en varias ocasiones, con posiciones de vanguardia sobre los roles y límites del Estado y la familia en la educación sexual de las niñas y los niños, de modo que, si las reformas de Nuevo León avanzan, podrían ser sometidas a revisión constitucional. Hay que estar atentos.
@leticia_bonifaz