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Hablemos de Merkel

JESÚS SILVA-HERZOG

En su mensaje público semanal, la canciller alemana salió a la defensa de sus críticos. La química sabe que el discrepante de la voz establecida es, a un tiempo, acicate del avance científico y oxígeno de la democracia. Un dirigente democrático no debe abstenerse simplemente de la tentación de la censura. Debe alentar el respeto a quienes indagan la realidad con independencia del poder. "Los periodistas deben poder confrontar a un Gobierno y a todos los actores políticos con una perspectiva crítica". Frente a los gobernantes que hostigan a la prensa cotidianamente describiéndola como enemiga del pueblo o cómplice de los criminales, la canciller, de modo inequívoco, aprecia la contribución de quienes han de ser profesionalmente impertinentes. Necesitamos que los datos y la información que ofrece una fuente sea contrastada con otras perspectivas. Es vital que se ventilen las polémicas en una democracia. Pensar que el patriotismo sea solo lealtad al poder es una aberración común de los autócratas.

Si el liderazgo de Angela Merkel en esta crisis ha sido ejemplar es, en buena medida porque el razonamiento de sus decisiones es propio de una persona de ciencia. En busca de la respuesta pertinente no ha perdido el tiempo en fanfarronerías y desplantes. Admite sin problema alguno el espacio de su ignorancia, busca el consejo de los expertos, sin entregar toda su confianza a una sola fuente de información. Coteja datos, analiza informes, contrasta perspectivas. No está casada con una línea de acción predeterminada. Sus decisiones son firmes y se comunican con claridad a todos. No da nombre de Ciencia a un prejuicio o a un dogma para pedir un respaldo ciego. Sabe que el conocimiento está siempre abierto a la refutación y por eso no solamente "tolera" sino alienta el cuestionamiento. Desde muy temprano fue enfática para mostrar la gravedad de la crisis sanitaria. Nunca ha minimizado ese peligro que considera el más complejo desde la Segunda Guerra Mundial. Acompaña las peticiones a la ciudadanía con el ejemplo propio. La información que difunde el gobierno y su equipo científico suscita confianza pública.

La crisis planetaria ha puesto a prueba a todos los dirigentes en el mundo. El caso de Merkel será uno de los ejemplos más claros de responsabilidad pública. No es improbable que sus tres excentricidades hay sido cruciales en esta hora. Una mujer, una científica, una representante del Este. En efecto, la canciller ha roto tres barreras para convertirse en la política más exitosa de Europa y un ejemplo para todo el mundo. La política en Alemania había sido, hasta la llegada de Merkel, un juego de hombres, entrenados en las ciencias del poder y surgidos de Occidente. Desde hace quince años gira alrededor de ella.

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