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Un indicador para la '4T'

Urbe y orbe

ARTURO GONZÁLEZ GONZÁLEZ

La recurrencia con la que el presidente Andrés Manuel López Obrador genera con dichos una polémica en medio de cuestionamientos de otra índole, ha dado a pensar a algunos que se trata de una estrategia para desviar la atención y meter a la opinión pública y a la opinión publicada en una dinámica de comunicación diferente con temas alternos a los que medios, críticos u opositores le señalan. Y no faltan razones para pensar que esa estrategia deliberada existe, primero porque desde hace casi 20 años López Obrador se ha revelado como un político audaz a la hora de marcar la agenda pública y, segundo, porque ahora como presidente, la gran mayoría de las veces consigue que sus adversarios y críticos muerdan el anzuelo que lanza en las ya famosas mañaneras. Pero se trata de un arma de dos filos. Si bien el presidente ha logrado mantener su agenda como la predominante en lo que va del sexenio, el abuso de las ocurrencias para hacerlo puede terminar por trivializar su administración y comprometer la seriedad de la transformación que prometió y que aspira a fincar en su sexenio. No quiere decir que todo lo que dice el presidente raye en lo absurdo o insustancial. Dentro de sus planteamientos queda algo de ideología y argumentos que, aunque simples e incipientes, tienen posibilidades de convertirse en políticas públicas que, bien asentadas, encauzadas e institucionalizadas, pudieran contribuir a la transformación que desea. Desgraciadamente, muchos de sus planteamientos no trascienden el dicho y se quedan sólo como parte de esa intención de desviar la atención hacia otros temas.

Uno de esos planteamientos lo hizo en días recientes el presidente cuando le cuestionaron sobre los pronósticos de decrecimiento del Producto Interno Bruto (PIB) de México en 2020. López Obrador dijo que ese indicador ya "debe quedar en desuso" y que en su lugar deben "buscarse otros conceptos" como desarrollo o bienestar. No es un asunto menor, ya que para mejorar la realidad o resolver un problema es necesario medir. Pero no es la primera vez que el presidente cuestiona el PIB como indicador para medir el desempeño económico del país. En otro momento ha dicho que se trata de un sistema de medición propio de la "era neoliberal", que se basa en parámetros estrictamente materiales. No obstante, López Obrador usó varias veces, durante su larga campaña por el poder, el valor del PIB para criticar a los entonces presidentes e, incluso, llegó a prometer que bajo su gobierno México crecería 6 % en ese indicador. Pero dejemos de lado esta evidente contradicción y concentrémonos en su idea de modificar la forma de medir el desempeño económico. De entrada, hay que decir que no es el primero que pone en duda la validez del PIB como indicador rector de la política económica. Ya otros economistas han planteado que ese sistema de medición no es el más adecuado o resulta insuficiente para valorar el desempeño de un país en el renglón de la economía. Y tienen razón. El presidente no parece estar tan errado cuando habla de buscar otras formas de medir. El asunto es ¿cuáles? ¿Las va a construir su gobierno? En realidad, no sería necesario; ya existen indicadores alternativos al PIB para medir el desarrollo y la riqueza social.

El PIB nominal representa el valor en dinero de toda la producción de bienes y servicios de un territorio determinado en cierto lapso, normalmente un año o un trimestre. Es, en términos llanos, cuánto vale la economía de un país o región o de qué tamaño es. Este indicador es engañoso porque deja de lado otros valores importantes como la distribución de la riqueza, el desarrollo social, el bienestar de la población, la equidad, etc. Por ejemplo, aunque México en 2019 ocupó el nada despreciable lugar 15 por valor de PIB en el mundo, por arriba de Países Bajos y Suecia, su grado de desarrollo, bienestar y equidad es muy inferior al de esos dos estados europeos. Además, este indicador no considera las diferencias de precios entre mercados de distintos países, por eso hay quienes prefieren considerar el PIB a paridad de poder adquisitivo, que toma en cuenta esas diferencias. No obstante, ese valor sigue siendo insuficiente para ponderar otras realidades, por ello existen también otros indicadores, como el PIB per cápita, que es el valor monetario de la economía distribuido por el número de habitantes, y que se usa para medir la calidad de vida o el bienestar de un país. Pero este valor también es engañoso,ya que no toma en cuenta el grado de concentración de la riqueza de un país o la desigualdad en el ingreso.

Pero existen otros indicadores que el gobierno de López Obrador puede utilizar para medir, proyectar y planear. Está, por ejemplo, el Índice de Desarrollo Humano, del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo, y que contempla variables como ingreso per cápita, educación, salud, esperanza de vida, entre otros, y en el que México ocupa el lugar 76. O el coeficiente deGini, que mide la igualdad de ingresos y en el que México está en el lugar 119. También está el Índice de Bienestar Económico Sostenible, que considera el gasto de consumo de la población, el trabajo remunerado y no remunerado, la contaminación y el agotamiento de recursos, y que es parecido al Índice de Progreso Real. Otro indicador muy completo y que incluso abarca valores "espirituales", como propone el presidente, es el Índice de Calidad de Vida, que considera factores como salud, vida familiar, vida comunitaria, bienestar material, estabilidad política y de seguridad, clima y geografía, seguridad del empleo, libertad política e igualdad de género. En este índice México se ubica en el lugar 50. Estos son solo algunos de los indicadores que la llamada "Cuarta Transformación" pudiera utilizar para basar sus planes y medir el resultado de sus promesas. Pero lo que no puede ocurrir es que el gobierno sólo desestime los indicadores porque no le sirven para su propaganda y deje un vacío en un paso que es necesario si en verdad quiere mejorar la realidad de los mexicanos, que es el de la medición. Porque, aunque se haya dicho mucho, no está de más recordarlo: imposible es mejorar aquello que no se mide.

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