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El milagro de nacer en tiempos de coronavirus

La historia de esta bebé se tornaba oscura antes de su nacimiento

 La doctora Arriola y un grupo de especialistas determinaron que era necesario interrumpir el embarazo y extraer a la niña de manera prematura, es decir, a las 33 semanas de gestación. (ESPECIAL)

La doctora Arriola y un grupo de especialistas determinaron que era necesario interrumpir el embarazo y extraer a la niña de manera prematura, es decir, a las 33 semanas de gestación. (ESPECIAL)

EL UNIVERSAL

Cuando crezca, Sofía (nombre ficticio) les podrá contar a familiares y amigos que su presencia en esta vida es un milagro y una bendición, porque fue la primera niña que nació en el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) libre de Covid-19 a pesar de que su madre estaba infectada con el virus, y todo se lo debe a la doctora Carmen Arriola.

La historia de esta bebé se tornaba oscura antes de su nacimiento, pues su madre, de aproximadamente 20 años, ingresó al Hospital La Raza el miércoles 8 de abril con síntomas de coronavirus: fiebre sostenida arriba de 40 grados, dolor de huesos y malestar en general. Los expertos del IMSS decidieron aislarla y salió positiva de Covid-19, pero el domingo 12 de abril, al notar que su condición física se agravaba y que tenía dificultades para respirar, fue ingresada a terapia intensiva y se le colocó un respirador mecánico.

Ese día fue crucial, pues al paso del tiempo la situación se complicaba y la vida de la madre y la de la propia Sofía estaban en peligro. La doctora Arriola y un grupo de especialistas determinaron que era necesario interrumpir el embarazo y extraer a la niña de manera prematura, es decir, a las 33 semanas de gestación.

"Se decidió interrumpir el embarazo en beneficio de las dos, por bienestar fetal y el materno. El bebé tenía más posibilidades de sobrevivir fuera con esas semanas de gestación que si lo dejábamos dentro de la mamá y podíamos poner en riesgo la vida del bebé; desembarazar a la mamá fue la mejor decisión, sin duda", describe Arriola.

Así fue como se hizo la intervención, con todas las medidas de protección para evitar contagios entre médicos, enfermeras y asistentes; incluso, se realizó un simulacro de la intervención para que todos supieran las labores y los tiempos en los que cada uno participaría.

Antes de la operación, la doctora Carmen Arriola pidió a sus asistentes que vocearan a los familiares de la paciente para avisar de la cesárea; sin embargo, en el hospital no había ningún familiar, pues todos estaban aislados en su casa por un posible contagio de Covid-19.

La doctora habló con el padre de Sofía, quien, angustiado y sin entender la situación, aceptó la operación a distancia. Arriola le prometió que en cuanto finalizara se comunicaría con él.

A las dos horas y media se cumplió el plazo. El padre de Sofía contestó su celular apuradamente y escuchó la voz de la pediatra, quien le dijo que su hija había nacido en buenas condiciones y que, aunque con algunas complicaciones, la menor se pondría bien. Entre llantos, palabras entrecortadas y silencios, le respondió: "¡Gracias, doctora!".

"Es supercomplicado dar los informes por teléfono, y fue lo que más me dolió porque cuando le daba informes al papá yo lo escuchaba del otro lado del teléfono con una desesperación, no sabía qué estaba pasando. Pero es como se está tratando a los pacientes que tienen Covid. Con esta técnica de aislamiento se está perdiendo ese humanismo que tenemos, pero tiene que ser así por el miedo al contagio y a que más gente salga perjudicada, pero esta situación me dejó con muy mal sabor de boca", asegura la doctora.

Al nacer de 33 semanas, a Sofía se le tuvo que asistir porque no lloró ni respiró, por lo que se le aplicaron maniobras avanzadas de darle asistencia con ventilación, con lo cual afortunadamente al primer ciclo mejoró su frecuencia cardiaca.

Más tarde, se le intubó y se le pasó a terapia intensiva; se le hizo la prueba de Covid y salió negativa, con lo que a los dos días ya estaba respirando y estable.

"Lo que se sabe es que el coronavirus no se transmite por la vía vertical. No hay reporte de que la mamá, cuando está embarazada, contagie a su bebé, y se volvió a comprobar, porque la primera prueba salió negativa y la segunda, que se hizo a los ocho días, también, y la bebé se dio de alta y ya está con su familia", asegura la pediatra.

Hoy, a más de 20 días de la intervención, Sofía ya se encuentra con su papá y hermanos en casa, y su madre, aunque permanece aislada, se recupera satisfactoriamente del Covid-19 después de haber estado muy grave y de permanecer dos semanas intubada.

Sin embargo, la mamá no conoce a Sofía, pues por seguridad y protocolos no tuvieron contacto, ni físico ni visual, para evitar un posible contagio. "La mamá no conoce a su hija porque ella estaba con anestesia general, imposible que pudiera verla. Ahorita la señora lo único que sabe es que su bebé está bien y que está con sus hermanos y su esposo, pero no conoce a su bebé. Son situaciones emocionales bien tristes y complicadas", dice la doctora.

"Definitivamente, el que llegue un bebé es una bendición. El que nazca un bebé y esté bien es una bendición, porque nosotros sabemos que una vez que se interrumpe el embarazo puede haber muchos riesgos distintos a la cirugía. Definitivamente, que el bebé esté bien tiene mucho que ver con el trabajo de los médicos, del equipo multidisciplinario. Es una bendición que el bebé esté bien", recuerda.

Tengo miedo, como cualquiera. Carmen Arriola Velasco tiene 43 años y es pediatra, neonatóloga y se especializa en embarazos de alto riesgo. Estudió siete años la carrera de médico cirujano partero en la Escuela Superior de Medicina del Instituto Politécnico Nacional; tiene 18 años de experiencia y actualmente trabaja en el Hospital La Raza, en el Hospital General de Atizapán y tiene consulta privada.

Hoy, al paso de los días, Carmen se sincera y acepta que, a pesar de todos los bebés que ha ayudado a nacer, éste ha sido el más complicado; admite que sí tuvo miedo por enfrentarse a este virus, pero sobre todo tenía que proteger a todo su equipo y a su familia, "porque con uno que se equivoque pone en riesgo la integridad de todos. Siempre me encomiendo antes de entrar a cualquier procedimiento porque tengo familia, porque tengo mis pacientes y soy una gente normal como cualquiera, y también tengo miedo y sufro, y todos los días es muy triste ver a compañeros que ya perdieron la batalla, por eso mientras estemos de pie vamos a seguir luchando y dando lo mejor de nosotros".

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