Este 30 de abril será algo diferente a los demás. Las convivencias llenas de música y color que tradicionalmente se realizan en las escuelas serán trasladadas al interior de los hogares. (EL SIGLO DE TORREÓN)
Una sonrisa es el detalle más sincero de la infancia. Celebrar a los niños es reconocer la semilla de un futuro, colocarla en el campo de la humanidad y cultivarla. Fue en 1924 cuando el entonces presidente Álvaro Obregón, en compañía de José Vasconcelos, instauró que el Día del Niño se celebrase cada 30 de abril en México.
Así, nuestro país cuenta con la Ley General de los Derechos de Niñas, Niños y Adolescentes, la cual reconoce a las niñas y los niños como titulares de derechos y capaces de gozar de los mismos. Esto incluye el derecho a la vida, a la educación, a la alimentación, a la salud, al agua, a la identidad, a la libertad y a la protección.
La ley también aboga para que la opinión de las niñas y los niños sea tomada en cuenta, enfatiza en su desarrollo, custodia su paz y destaca la equidad entre los infantes independientemente de su origen, raza o etnia.
La suma importancia de la niñez ha interesado a grandes pensadores como el filósofo estadounidense Matthew Lipman, fundador del movimiento philosophy for children, corriente empleada para acercar a los niños y las niñas al mundo de la filosofía.
De esta manera, Lipman asegura que la filosofía es una herramienta que permite a los niños y las niñas el acceso a un pensamiento autónomo y de orden, con el cual podrían legitimar una serie de repercusiones sociales.
Bajo esta premisa, todo lo que necesitan los niños y las niñas es la oportunidad de crear, que desarrollen una experiencia propia del mundo que los rodea, construyan un juicio que les permita darse cuenta de las injusticias y pinten su propia acuarela de la realidad. Es responsabilidad de la sociedad crear las condiciones necesarias para que esto suceda.
Este 30 de abril será algo diferente a los demás. Las convivencias llenas de música y color que tradicionalmente se realizan en las escuelas serán trasladadas al interior de los hogares. No obstante, la alegría y el optimismo siguen siendo invitados imprescindibles a la celebración.
Desde el núcleo familiar, esta misma inocencia es la que ahora comparte un mensaje de esperanza a La Laguna. Con cartulina en mano, trazos coloridos y la creatividad de quien apenas descubre el mundo, las niñas y niños laguneros brindan unas palabras de aliento como arquitectos del mañana. ¡Feliz día!
