Columnas Social

PEQUEÑAS ESPECIES

M.V.Z. FRANCISCO NÚÑEZ GONZÁLEZ

En el transcurso de cuarenta y dos años dedicados a la atención de los animales, una de las experiencias más gratas es devolver la salud aquellos pacientes especiales, que sin darnos cuenta nos han puesto a envejecer aceleradamente cuando nos encontramos con casos que nos han hecho perder el sueño a quienes nos dedicamos a esta especialidad. Pacientes de emergencia en la madrugada por cesáreas a causa de vientres repletos de cachorros que se encuentran ansiosos de nacer, intoxicaciones por la ingesta del veneno para ratones, mascotas que salen como bólidos a la calle y son causa de traumatismos severos por atropellamiento.

Cuando menos acordé mi cabeza pintaba canas, sobre todo cuando tenía que dar la noticia de la muerte de un paciente que solo vino a pensión, como explicar a su dueño que su perro joven y sano había fallecido de tristeza y que esa patología aún no se encuentra en los libros de medicina veterinaria, o aquella mascota que jamás despertó de la anestesia durante la esterilización, cirugía que realizamos con frecuencia, cómo explicar al propietario sobre el extravío de su perro que venía para estética, al menor descuido saltó de la bañera aprovechando la puerta abierta para salir a la calle, como explicar aquellas enfermedades raras, que no deben presentarse de la manera en que se comportan, mientras los exámenes de laboratorio son normales y nuestro paciente agoniza, persiste la confianza de nuestros clientes y por ningún motivo buscan la opinión de otro colega, durante ese transcurso jamás escuchamos queja o reclamo hacia su veterinario. A nuestros años no tenemos que esperar a que pase la tormenta, es aprender a bailar bajo la lluvia, jamás darnos por vencidos y sacar provecho de esa enfermedad para contrarrestarla, pues siempre vendrán más desafíos. Con las ideas en calma y después de haber repasado una y otra vez la sintomatología de nuestro paciente, en libros, revistas, memorias del último congreso, es cuando aparece esa pequeña luz de cómo solucionar el problema de aquella mascota moribunda que tal vez no habíamos logrado apreciar ese pequeño síntoma en el transcurso de la enfermedad, y con tan solo el cambio en la dieta nos alejamos de esa intoxicación crónica a la proteína del alimento que no toleraba nuestro paciente y es entonces cuando viene la recompensa. La preferencia durante años de nuestros clientes, es una de las mayores satisfacciones que pueda un veterinario recibir. A nuestros viejos años no hay como la tranquilidad, saludar a clientes y colegas con una sonrisa y la frente en alto. Recobrar la salud de nuestros pacientes es la mejor medicina para rejuvenecer el alma, aunque al vernos al espejo notemos una arruga más en el rostro, siendo este el privilegio de estar con vida, y continuar desempeñándose los veterinarios viejos como abuelos.. "Jóvenes por dentro y viejos por fuera"

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