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PIÉNSALO, PIÉNSALO

UN NUEVO SISTEMA ECONÓMICO

ARTURO MACÍAS PEDROZA

La situación sanitaria-económica que se recrudece día tras día, nos impide seguir evadiendo esta llamada a cambiar de vida, a comprometernos, a convertirnos. Está tambaleándose el sistema que promueve las relaciones utilitaristas, interesadas y competitivas, incluso opresoras y egoístas, que busca sólo intereses de grupo, buscadoras de un aumento continuo de individualismo, del subjetivismo, del relativismo, del consumismo, de la ostentación, del hedonismo, de la insolidaridad, de la exclusión de "los que menos valen", del anonimato. La problemática de pobreza no se puede solucionar con limosnas disfrazadas, sino con un cambio de mentalidad y de sistema económico. No se trata de que todos seamos miserables, sino de una forma de vida modesta, sencilla, pero digna y honesta; que no busca acaparar riquezas para un mañana siempre incierto, sino que vive trabajando honestamente para vivir en el presente; que no se muere por la ansiedad de consumir cada vez más cosas y cada vez más caras, sino que sabe saborear el valor de lo que está a su alcance, lo pequeño; que vive en paz consigo mismo, con la sociedad y con el medio ambiente, sin la mala conciencia de gastar inútilmente lo que otros necesitan para no morir de hambre, ni colaborar al deterioro irreversible del planeta. Si queremos salvar al hombre es preciso un cambio de mentalidad para dejar el materialismo embrutecedor que deshumaniza, rebaja y frustra al ser humano.

El sistema actual en México está produciendo más pobres. No podemos dejar de ayudar a los más necesitados, pero es mejor detener las causas que están produciendo esta pobreza. ¡Basta de estar tratando de remediar superficialmente lo que es un problema estructural y de asistir con limosnas las víctimas que la ideología actual está produciendo! Se trata de pasar del asistencialismo a la promoción de la producción y al desarrollo de capacidades y oportunidades para la población más vulnerable. La participación social efectiva por medio de organizaciones sociales como el cooperativismo de producción y consumo, asociaciones, producción artesanal, huertos urbanos, economía solidaria, intercambio de bienes y servicios, trueque, moneda virtual, son la alternativa que nos habían hecho creer que no existía.

El hambre de nuestro pueblo no es sólo por hambre, sino por justicia, por democracia verdadera, por trabajos dignos, por un desarrollo armónico y no sólo económico, educación de calidad. Un préstamo no es suficiente para superar las deudas que una pequeña o mediana empresa ha adquirido a causa de la pandemia; una despensa e una es una burla de parte de quien, en razón de su cargo, tiene la responsabilidad de promover la justicia y en vez de eso, es otro más de los que roban y producen más pobreza. No basta una declaración cada mañana de parte de las autoridades para superar la desinformación, el caos, la confusión y la impunidad.

Y aunque la política es el medio privilegiado para un amor efectivo, porque tiene la posibilidad de cambiar las estructuras que producen pobreza e injusticia, se desperdicia esta oportunidad por la falta de participación política y ejercicio de la democracia por parte de todos los ciudadanos. Cada ciudadano, por el simple hecho de serlo, está obligado a participar de una u otra forma en el desarrollo de la comunidad. México y el mundo están en transición; tenemos la oportunidad de cambiar las circunstancias que producen la injusticia, la violencia y la pobreza. ¿Es posible vivir de acuerdo a nuestra dignidad o seguiremos pidiendo limosna? ¿Cuáles son las exigencias de la justicia social en nuestra región (transporte interurbano, trabajo, seguridad, justicia, transparencia)? ¿Desperdiciaremos la oportunidad que ofrece la coyuntura actual, de encontrar caminos de desarrollo integral, de búsqueda del bien común por encima de intereses individuales o de grupo? ¿En verdad queremos ayudar real y efectivamente a los necesitados participando en movimientos, asociaciones o grupos que promueven y respetan su dignidad? ¿Nuestras acciones de ayuda han logrado incidir en la transformación de situaciones de marginación, injusticia o violencia? ¿Colaboramos en la reconstrucción del tejido social? ¿Participamos en organizaciones que emprenden acciones concretas que respetan a la persona humana? ¿Somos políticos y/o usamos la política para promover amorosa y efectivamente el bien común?

Estos días donde celebramos la resurrección de Cristo, son una invitación a la esperanza, a renovar nuestra fe en la vida, en la resurrección desde las realidades en que estamos, también si son realidades de muerte.

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