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Humilde consejo

No hagas cosas buenas...

ENRIQUE IRAZOQUI

Estamos ahora sí para efectos prácticos entrando de lleno en la cuarentena necesaria. Aunque esta ya había sido declarada semanas atrás y las clases quedaron suspendidas ya hace más de un mes, la actividad económica fue disminuyendo paulatinamente ante el avance de los contagios y las amenazas del Gobierno federal hacia las empresas de parar actividades.

Así pues, ya estamos ahora en medio de las consecuencias que trae consigo la pandemia. La cifra de enfermos y sobre todo de víctimas fatales en otras latitudes resulta espeluznante. La tragedia en términos de fallecidos en Italia y España impresiona y ni qué decir de lo que sucede en la ciudad de Nueva York, epicentro del daño generalizado que el coronavirus le está causando a la primera potencia económica y militar del mundo.

Por fortuna, en México el maldito virus no ha causado los estragos que sí ha hecho en otros países aún; tiene un registro de todavía menos de doscientos muertos por este mal y 3,441 enfermos oficialmente. Aunque antier el subsecretario de Salud y responsable de informar a los medios los pormenores del avance de la pandemia, Hugo López-Gatell Ramírez, informaba que, aunque los oficiales son los casi 3,500, la autoridad estima que realmente los infectados deben ser alrededor de 25 mil, algo así como elevar por 8 tantos la cifra que se actualiza día con día. Aun con esas cifras, todavía nuestra patria en términos numéricos no es de los más afectados.

El problema viene más por el lado económico. Mientras los países del primer mundo han anunciado medidas económicas denominadas contracíclicas importantes en términos de los fondos que se invertirán para mantener a flote sus respectivas economías, que fundamentalmente se traduce en aumentar el gasto público vía apoyos a distintos sectores que componen su estructura económico social, López Obrador aprovechó para presentar el domingo pasado un informe que tenía especial expectativa y que no fue otra cosa que un compendio de lo que cuenta en las Mañaneras.

Si bien es cierto que moralmente es inapelable el lema del presidente que versa, palabras más, palabras menos, algo así como: "por el bien de todos, primero los pobres", lo que sí es igualmente cuestionable son los cómos que está aplicando.

Aceptando que en el pasado la clase del gran capital se coludió con el poder político en el ánimo de obtener pingües ganancias a costa del pueblo humilde que fue robado, y que esto ha traído décadas de atraso e injusticia a la gran parte de la población mexicana, las medidas económicas que ha tomado el presidente no son en algunas de ellas más que ramplonas acciones donde AMLO cobra revancha originado en ese sentimiento común que se entremezcla entre soberbia y envidia.

Sí, claramente lo que el primer mandatario está ocasionando es la destrucción de valor, y eso naturalmente afecta más a los que cuentan con mayor patrimonio, justo los que el tabasqueño está decidido a afectar. Quizá por eso declaró que esta crisis ha caído como anillo al dedo. Ahora claro que el empresariado tiene menos capital que antes.

El problema es que cuando ocurre, los fifís, como despectivamente suele llamar el jefe del Estado mexicano a este grupo social, simplemente ven disminuir el valor de sus estados financieros o las cantidades que marcan sus reportes bancarios. Quizá acaso reduzcan el ritmo de gasto de sus vidas, particularmente los lujos, esos que tanta envidia causan.

Sin embargo, mientras unos pocos dejan de viajar o gastar meramente, muchos más regresan o se hunden más en la línea de la pobreza, simplemente porque el ciclo funcional de la economía ha sido roto, que es lo que parece que nuestro presidente constitucional pretende lograr.

Es discutible si para salir de la crisis hay que endeudar a México, tal como lo contemplan los planes de otras naciones y que nuestro mandatario se ha negado; el tiempo dirá si López Obrador tuvo o no razón en este aspecto, pero en muchos más no los tiene, como lo es su aeropuerto, su tren, su refinería y su revocación en el sector energético, así como la cancelación en Mexicali de la construcción de una cervecera so pretexto de una consulta popular. Y así tantas cosas.

Con este escenario, el único humilde consejo de quien esto escribe, al vernos obligados a convivir en serio con nuestros respectivos núcleos por estas inéditas circunstancias que no se pueden cambiar, es aprovechar para encontrar las maneras que nos lleven a estar en paz para hoy y para el futuro, porque la normalidad de la vida, aunque tarde, regresará.

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