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Por el bien de todos los laguneros

A la ciudadanía

GERARDO JIMÉNEZ GONZÁLEZ

La pandemia que enfrentamos en estos meses va cambiar algunas cuestiones de la política pública federal, no sólo en el sector de salud pública donde se resentirán los peores estragos de esta emergencia sanitaria. Lamentando los costos que inevitablemente tendrá en la vida de quienes resulten afectados, algunos no sobrevivirán y otros, los que la superen hayan o no contagiados por este virus, resentirán impactos psicológicos, económicos, sociales en su ámbito familiar y laboral.

Esperemos que esta crisis sanitaria sirva de aprendizaje que haga resurgir y fortalecer los servicios de salud pública, que nos dé una lección de lo que no se debe volver a ser con hospitales deteriorados, insuficiente personal médico, servicios saturados, corrupción y demás debilidades que le caracterizan, que salgan fortalecidos y los mexicanos podamos aspirar a una atención digna.

Pero no solo en el sector de salud pública hay rezagos estructurales que requieren una atención prioritaria desde las entidades oficiales y de nosotros como ciudadanos. Hay otros ámbitos de la política y la vida pública que nos siguen preocupando y que, en medio de esta emergencia sanitaria, no esperemos a que los problemas se agudicen para voltear a verlos.

Nos referimos a un tema que hemos abordado y continuaremos haciéndolo a través de este espacio informativo que se nos brinda, como de otros que nos permitan continuar comunicando nuestra visión ciudadana de la problemática y las alternativas que proponemos para resolverla. Nos referimos a la cuestión del agua, lo que se conoce en el ámbito académico y gubernamental como la gestión de los recursos hídricos.

En virtud de que desde la política pública y una parte del entorno empresarial se sigue evadiendo enfrentar la problemática hídrica regional a partir de sus causas, donde la visión de las élites ha sido imponernos soluciones parciales y temporales que solo difieren su resolución a las siguientes generaciones y, peor que ello, bajo condiciones más graves que en el futuro reducirán los márgenes de quienes tomarán decisiones para atenderla, con afectaciones más severas para la mayoría de los ciudadanos que habitamos esta región.

Insistimos en que la visión de estas élites es errónea y por ello nuestra terquedad como ciudadanos de que se apliquen, ya no busquen porque ya existen, las opciones atinadas que nos beneficien a todos los laguneros. Estamos ante un problema que es añejo y que cuando vuelve a ser parte de la agenda de desarrollo de la La Laguna, terminan implementando proyectos como Caballo Blanco (bombeo y entubamiento de agua donde no se encuentra contaminada a sitios donde la población la ingiere contaminada) o con filtros en viviendas o pozos que bombean agua para uso doméstico (que secuestran el arsénico para que no lo consuma la población).

No le demos más la vuelta al asunto. La mejor solución es parar la sobreexplotación a que sometemos nuestros acuíferos bombeando más agua que la recargada en forma natural, ahí se encuentra la causa central que está provocando la escasez en el suministro de agua a la población y que cada vez se va acentuar más, así como la contaminación por arsénico y flúor. Mientras no le apostemos a recuperar nuestros cuerpos de agua dulce subterráneos como medida principal solo diferimos la solución.

Entendemos que las élites políticas y económicas evaden esta opción porque les preocupa el impacto que tendrá el ajuste en la extracción de agua al nivel concesionado en la cadena de valor de la producción forrajero-lechero-láctea, como también se reconozca la realización de un bombeo ilegal. Sin embargo, algunos académicos y ciudadanos creemos que aún estamos a tiempo de realizar ese ajuste a través de un acuerdo concertado con los grandes usuarios de agua y no esperar a que la situación se vuelva más crítica de lo que ya está, creemos que aún estamos a tiempo de aplicar una solución concertada.

Peros esa convocatoria le corresponde hacerla al gobierno federal a través de la Comisión Nacional del Agua, algo que no vemos que por el momento vaya a ocurrir, al menos no se observa entre quienes actualmente están al frente de este organismo, su directora general ha mostrado incompetencia para atender este y otros problemas de gestión hídrica en el país, muestra de ello es el reciente acuerdo firmado entre la Conagua y los gobiernos estatales con medidas difusas que continúan evadiendo la problemática central.

Esta política de posponer soluciones a problemas estructurales como el del agua en La Laguna ya no solo nos está preocupando a quienes formamos parte de la generación que está insistiendo se resuelva, observamos que también lo hacen habitantes de las comunidades mayormente afectadas ubicadas en la franja donde se ha expandido la mancha de arsénico, quienes viven en condiciones más vulnerables por el riesgo de exposición y los daños que ya sufren.

Otro segmento que empieza a informarse y compartir dicha preocupación son jóvenes que habitan en la zona urbana metropolitana, quienes se dan cuenta de los problemas de abasto y contaminación del agua, avizoran le tocará enfrentar los más graves impactos de inseguridad hídrica en el futuro próximo, no lejano. Por lo pronto, insistiremos en que se rectifique la política hídrica y se atienda las causas que provocan este grave problema que enfrentamos en esta región, por el bien de todos los laguneros.

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