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Generación 'C'

Diálogo

YAMIL DARWICH

Con la moda de nombrar a las últimas generaciones humanas que han poblado al mundo, seguramente nosotros seremos denominados como la Generación C, del coronavirus.

Es evidente que la pandemia que estamos soportando nos va dejado una profunda huella, tanto en salud física como psicológica, que espero sea para el bien general, al menos haciéndonos reconocer que las formas que hemos elegido para vivir no son las que nos generan la verdadera felicidad. Bajarlo del cerebro al corazón y luego a la acción, será responsabilidad de cada uno.

Me da gusto ver en los medios de comunicación social diferentes videos y pensamientos escritos sobre lo que hemos estado haciendo mal; todos, reconociendo que nos hemos distanciado de los seres queridos, descuidando el factor familia para mejor vivir; eligiendo lo material a costa de la renuncia a lo espiritual; y otras observaciones importantes, como aceptar que estamos fallando en temas de solidaridad y subsidiaridad humana.

A partir del coronavirus, hemos sido estrujados, despertados bruscamente y llevados a reconocer que hemos confundido la libertad con el libertinaje y, en tal sentido, aunque tengamos consciencia de las injusticias contra las minorías, estamos permitiendo que estas, a su vez, agredan a las mayorías.

También vamos aprendiendo a diferenciar las noticias verdaderas de las falsas y las malintencionadas.

Caso aparte es el abuso del conocimiento, que también vamos sabiendo identificar, incluidas las prácticas de los politiqueros, que buscan llevar agua a su molino generando divisionismo y/o provocando la anarquía intencionada.

¿No le parece dato orientador que, a la fecha, no haya detenidos por los últimos desmanes padecidos en manifestaciones públicas?; de facto, el vandalismo se ha transformado como parte importante del procedimiento de protesta, con el visto bueno de las autoridades… ¿intencionalmente incompetentes?

Me resulta confirmación del principio del cambio, el hecho de la aparición de oraciones religiosas, publicaciones de todo tipo, incluidas las de estampitas con imágenes de vírgenes y santos, y los repetidos llamados a la oración comunitaria. ¿Será que solamente "vamos al peral cuando tiene peras?; espero sea el inicio del retorno a la espiritualidad, sin importar credos ni religiones.

Entre algunos cercanos, he podido constatar la real preocupación por sus familiares viejos; más aún entre mayores sesentones, con las recomendaciones de cuidar su salud, siguiendo las instrucciones de la ONU y OMS. Eso es reforzamiento del amor filial.

La respuesta solidaria, ante la amenaza del coronavirus, despertó el interés de los ricos por sus trabajadores y sus familias; algunos les permitieron trabajar en casa; otros, que faltaran a sus labores ¡con goce de sueldo! y todos, tomando medidas de desinfección en sus negocios, buscando atenuar el riesgo de contagio. Luego, el gobierno federal "se subió al tren".

Es fenómeno interesante ver la voltereta de la porfiada negación del gobierno federal a atender las indicaciones de expertos mundiales para, luego, ante el empuje de gobernadores y empresarios, cambiar el discurso conveniente y limitadamente, llamando a la contención del virus.

No tiene desperdicio, como ejemplo de ignorancia, el gobernador de Puebla, quien insiste en curar con platos de mole, prevenir con caldito picoso y despreocupar a los pobres, porque ¡el coronavirus es enfermedad de ricos!; de los escapularios habremos de conservar recuerdo como evidencia de terquedad, abuso de autoridad y malicia. Es enorme injusticia que representa el engaño intencionado a los más pobres ignorantes.

Esta "G-C" superará la pandemia, como otras generaciones lo han hecho en casos anteriores; sin duda sobreviviremos al virulento coronavirus, con incremento del humanismo; la pregunta que queda en el aire: ¿cuánto aprenderemos del tropiezo?

Ahora sabemos que la reacción inmediata a los problemas sociales y de salud siempre dan mejores resultados, con menor costo en vidas y dinero; hemos confirmado que en política existen malosos que tienden al engaño, utilizando como arma la desinformación; atendimos la solidaridad y subsidiaridad, siempre representan grandes retribuciones anímicas para quienes las aplican; que las guerras ahora pueden ser sofisticadas bacteriológicas, confirmando como estúpido el insensato gasto militar mundial; confirmamos que la familia representa nuestro verdadero alimento espiritual, riqueza que hemos descuidado; comprobamos que el dinero no llena las necesidades de salud ante pandemias y catástrofes; nos resensibilizamos en temas ecológicos; en fin, usted puede agregar más aprendizajes.

Las preguntas para esta Generación "C", habiendo sentido el temor a la enfermedad y a la muerte de personas queridas y nosotros mismos, son: ¿Seremos capaces de mejorar en temas de salud, familia, sociedad y búsqueda de verdadera realización?... o ¿continuaremos con nuestra terca insistencia en buscar la felicidad en el materialismo y el individualismo, comprando y aceptando sacrificar calidad de vida para tener "con qué gastar"?

Se dice que "el hombre es el único animal que se tropieza con la misma piedra", yo creo, firmemente, que aprenderemos de la mala experiencia. ¿Usted qué piensa?

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