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CONTRALUZ

CRISIS Y CAMBIO

MARÍA DEL CARMEN MAQUEO GARZA

No ha habido -en la historia reciente-un tema que nos conecte más, que la pandemia por coronavirus, emergencia epidemiológica para el mundo, independientemente de nuestra geografía o condiciones socioeconómicas. A ratos nos apabulla tanta información que llega por los medios de comunicación, alguna proveniente de fuentes bien documentadas, otra cual leyendas urbanas nacidas de la imaginación. Dentro de este escenario dos cosas son ciertas: 1) Es una situación sanitaria desconocida, que no alcanzamos aún a medir, y 2) El confinamiento a que obliga la etapa preventiva de la misma, nos da oportunidad de reinventarnos.

A través de redes sociales, hemos visto la forma como vuelven a respirar parajes naturales y construcciones hechas por el hombre, libres por un rato del impacto que les causamos. Hay hermosas imágenes de los canales de Venecia y de los cielos en países orientales, que nos invitan a preguntarnos cuál es el costo que el desarrollo industrial nos está cobrando. O bien, hasta qué punto podemos actuar por vías más ecológicas y menos generadoras de daño al ambiente y a nosotros mismos.

Lo que hoy deseo enfatizar de manera especial, es lo relativo a ese espíritu de solidaridad que se percibe. Comenzó siendo como liebre en la maleza, asomando de cuando en cuando su cabeza, para convertirse en fenómeno mundial que nos hermana: Hay conciertos vocales entre condominios en países europeos; surgen videos y corridos que dan cuenta de lo divertido que llega a ser el confinamiento en casa. Aparecen colecciones universales de literatura; música; museografía o películas de todos los tiempos. Artistas generosos ofrecen acceso a su obra de manera gratuita e incondicional; como Alberto Chimal, gran escritor y maestro mexicano, maravilloso ser humano. Él habitualmente comparte en redes textos propios y herramientas de creación literaria. Esta vez se supera a sí mismo.

Absurdo querer comparar lo que estamos viviendo, con el confinamiento asfixiante que nos transmite José Saramago en su novela "Ensayo sobre la ceguera". A través de sus páginas, la amenaza externa de la muerte lleva a los personajes a replegarse cada vez más, hasta quedar confinados a un pequeño espacio. De forma maravillosa, esos personajes anónimos, a los que particularizan solamente algunos rasgos peculiares, terminan por conformar un imaginario colectivo, mediante lazos de solidaridad.

Duro reconocerlo, pero sí, ésta es la parte positiva de algo como lo que estamos viviendo: La solidaridad, finalmente, va borrando diferencias, hasta centrarnos en lo medular y significativo. Comenzamos así a darnos cuenta de que, después de todo, hay criterios que resultan innecesarios, y a ratos hasta absurdos, que sólo llevan a alejarnos unos de otros, cuando en verdad somos tan semejantes. Comenzamos a redescubrir a los miembros de la propia familia, a convivir con ellos de una forma que probablemente nunca habíamos hecho, y a aquilatar más lo que cada uno de ellos representa en nuestra vida.

Hay muchas tareas pendientes para las que ahora sí tendremos tiempo, de modo de hacer de este confinamiento algo positivo en términos prácticos. Una cuestión interesante es, seguramente para muchos de nosotros, el encuentro con uno mismo, algo que en otras circunstancias no nos damos tiempo para hacer, o simplemente encontramos absurdo el intentarlo. Ahora, en esos ratos de soledad, surge una excelente oportunidad para comenzar a hablar con nuestro propio yo, amistarnos y enriquecer nuestra vida de hoy en adelante.

Respecto a la felicidad, hay un refrán popular que me agrada mucho. Habla de que ser feliz no depende de tener lo mejor, sino de hacer lo mejor con lo que tenemos. Vamos a vivir esta etapa de confinamiento con actitud, en primer lugar, porque puede salvar vidas, comenzando por la propia y la de nuestros seres amados. En segundo lugar, puesto que de una u otra forma, tenemos que cumplirla, vamos a hacerlo de la mejor manera. Abordemos nuestro propio hogar con mentalidad de descubridores, dispuestos a encontrar cosas que antes no habíamos visto, comenzando por el rostro que nos mira atento desde el espejo. Luego vamos a desempolvarnos, desintoxicarnos; depurar el ambiente, ventilar relaciones. Seamos creativos con aquello que nos gusta hacer, pero que difícilmente nos damos el tiempo para intentar. Vamos a experimentar, a modificar patrones y actitudes, a generar un mejor mundo desde nuestra pequeña parcela.

…Que, pasado el tiempo necesario para superar esta emergencia, salgamos a las calles con una actitud más humana, cuidándonos de evitar aquellos modos de reaccionar ríspidos, precipitados y agresivos.

Cada uno elige cómo vivir su vida. Este momento crucial, es buena oportunidad para decidirlo.

https://contraluzcoah.blogspot.com/

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