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Gobierno y tecnología en tiempos de COVID-19

LAURA REYNA DE LA GARZA

El COVID-19 ha cambiado el mundo drásticamente en las últimas semanas. De un día para otro, millones de personas modificaron sus hábitos de manera radical y se confinaron en sus hogares con el único objetivo de evitar el contacto físico. Si bien no es la primera vez que la humanidad le hace frente y supera una pandemia, en el siglo XXI contamos con una herramienta que no existía durante la gripe española o la peste bubónica: internet y nuevas tecnologías.

El internet permite contar con nuevas e innovadoras maneras de enfrentar el coronavirus. En el ámbito educativo y empresarial, plataformas como Google, Zoom, Blackboard o Slack han hecho posible la educación y el trabajo a distancia. En lo que atañe a las redes sociales como WhatsApp, Facebook, Instagram y Twitter, millones de personas siguen en contacto, dan seguimiento al desenvolvimiento de las últimas noticias, memes y hasta las recomendaciones de médicos y autoridades. Todas estas son herramientas que hacen más sencillo el proceso de adaptación a los cambios de comportamiento que exige una pandemia de esta magnitud. Sin embargo, el coronavirus también está afectando a la industria de la tecnología. Esta semana, la Singularity University, institución académica en Silicon Valley y punto neurálgico de la tecnología occidental, realizó un seminario (en línea) en el que se plantearon una pregunta poco común en tiempos de caos, e histeria colectiva: ¿cuál es el estado y el futuro del COVID-19?

Esta semana bajaron las acciones de empresas icónicas como Uber y Lyft ante la caída de la demanda del transporte alrededor del mundo. De igual manera, Airbnb anunció que los depósitos de quienes ya tenían reservaciones serían devueltos, siendo así, el mercado del turismo el principal afectado. La empresa de patines eléctricos Lime, anunció la suspensión de sus operaciones en 23 países afectando así el ya endeble mercado de la micromovilidad. Sin duda, los cambios de comportamiento provocados por el coronavirus están poniendo a prueba a los mayores exponentes de la cuarta revolución industrial.

¿Qué está pasando en México? En las empresas de tecnología empiezan a reaccionar ante la pandemia. Por ejemplo, las redes de Telmex, Totalplay, Izzi y demás proveedores que ofrecen servicios de internet fijo en hogares tienen el reto de mantener un servicio de conectividad eficaz ante el aumento de la demanda. Ante ello, la industria de telecomunicaciones se plantea cómo garantizar la continuidad de las redes, ayudar al combate de noticias falsas y establecer gratuidad para el acceso a portales oficiales.

¿Cómo se están apoyando otros gobiernos? Alrededor del mundo, los gobiernos han impulsado acciones apoyadas en tecnología para atender la pandemia. Por ejemplo, en Corea del Sur lograron contener la epidemia con tecnología sin recurrir al confinamiento y utilizaron una aplicación para elaborar pruebas conforme a demanda y así, evitar la saturación. Además, emplearon cámaras de reconocimiento facial para identificar a todas las personas que estuvieron en contacto con personas contagiadas y las ubicaron telefónicamente con las herramientas de geolocalización.

¿Qué sigue? A pocos meses de su surgimiento, el coronavirus representa el desafío más grande que enfrenta la humanidad desde la Segunda Guerra Mundial, refraseando a la canciller alemana, Angela Merkel: La tecnología -si la entendemos como la aplicación de la ciencia a la resolución de problemas concretos- puede ser una herramienta del Estado para resolver problemas públicos.

Nadie puede predecir las consecuencias de la pandemia en la industria de la tecnología, sin embargo, lo que sí podemos anticipar, es la urgencia de prepararse para cualquier escenario. Se trata de tiempos extraordinarios, que exigen respuestas extraordinarias. Por ello, urge un cambio de perspectiva gubernamental en torno a esta nueva industria. Previo a la pandemia, muchas start-ups sufrieron sobrerregulación, establecimiento de impuestos y obstáculos burocráticos para operar dejando a muchas de ellas vulnerables ante los efectos del COVID-19. Lamentablemente, servidores públicos vieron a estas empresas como fuentes de dinero en lugar de emprendimientos que requerían de su apoyo e incluso subsidio.

La toma de decisiones debe ser basada en evidencia y datos. Por ello, México debería optar por políticas públicas que apoyen e incentiven a las start-ups que ofrezcan soluciones a problemas públicos derivados, entre ellos, el del COVID-19; tal como lo está haciendo Europa.

De seguir así, la proliferación de noticias falsas y el exceso de información en medios digitales terminarán por abrumarnos. He visto cómo algunas personas han decidido apagar el celular, desconectarse y desechar la herramienta que pudo ser la solución a los problemas que nos aquejan. Otro camino es posible.

Twitter: @LauraReyna

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Escrito en: editorial LAURA REYNA DE LA GARZA

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