Cultura

Mario Ruiz Armengol: 106 años de sonoridad popular

El compositor experimentó una infinidad de propuestas

Legado. Su producción comprende más de 300 obras para piano, boleros, música sinfónica, danzas cubanas y bandas sonoras para cine. (ESPECIAL)

Legado. Su producción comprende más de 300 obras para piano, boleros, música sinfónica, danzas cubanas y bandas sonoras para cine. (ESPECIAL)

SAÚL RODRÍGUEZ

Para el investigador musical Eduardo Contreras Soto, México se compone de innumerables “islas” sonoras que no siempre tienen la capacidad de comunicarse entre sí. Pero que cuando lo hacen, se producen mezclas interesante con las cuales pueden transformar su entorno. Contreras hizo esta reflexión en referencia a esos músicos que han sido capaces de centrar su trabajo en el sector popular sin dejar de lado la música clásica y otras influencias. El arte de estos pilares resuena en nombres como Gonzalo Curiel o Rafael de Paz. No obstante, el hombre quien inspiró a Eduardo Contreras Soto para redactar estas ideas en un artículo de la revista Heterofonía, publicado en 2002, fue el compositor Mario Ruiz Armengol.

Nacido en Veracruz un 17 de marzo de 1914, Mario Ruiz Armengol fue hijo de Ismael Ruiz Suárez (quien también fue pianista y director de orquesta) y de Rosa Armengol. A los 16 años de edad, entró a laborar a la XEW, donde comenzó a ejercer sus dotes musicales. Así, su música fue interpretada por grandes artistas de la época como Andy Rusell, Chucho Martínez Gil, Jorge Negrete, Lola Beltrán, Marco Antonio Muñiz, entre otros.

DEVOTO ARTÍSTICO

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La rutina diaria de este pianista, en palabras de Eduardo Contreras Soto, comenzaba todas las mañanas después de almorzar en su café preferido en Ciudad de México. Ruiz Armengol ejecutaba la percusión de sus pasos y entraba a un estudio de la XEW, allí se sentaba frente a su piano para habitar ese espacio que se traza entre la inspiración y la creación.

Su filosofía no se plasmaba en las intermitencias de un genio ocasional, sino en un hombre que era un trabajador constante, riguroso y devoto del arte, y quien traducía su conocimiento siendo arreglista. Según Contreras Soto, Ruiz Armengol “entró a este mundo sonoro con tanta dosis de intuición como de formalidad: con un sentido muy desarrollado para la armonía que parecía arriesgado entre sus colegas que alimentaban a la radio, pero que funcionaban de manera adecuada para los exigentes criterios de uno de sus maestros fundamentales, el jalisciense José Rolón”.

El andar por esos prados que enverdecían sus notas ante el sol musical de su talento, permitió a Ruiz Armengol experimentar sonoramente con una infinidad de propuestas. Vivió en una época donde triunfaron corrientes como el fox trot, al tiempo que trasladaba frases sincopadas de blues hacia las partituras donde se situaban ritmos afrohispanoamericana como el bolero o la rumba.

Así, el trabajo de este maestro consistía en una mezcla bien condimentada entre distintos géneros musicales. Lo mismo podía llevar el jazz hacia los oídos de un público acostumbrado a escalas tonales, que proponer nuevas técnicas de ejecución y generar timbres que no eran común para ese entonces.

“Mario combinó acordes densos, crómaticos, con los timbres sonoros y sorprendió a los jerarcas de la XEW, así como a los ejecutivos de la RCA Victor para cuyas grabaciones realizó incontables arreglos y direcciones musicales”, escribió Contreras Soto.

Ruiz Armengol extrajo el honor que existe en el oficio de un arreglista y lo colocó lejos de esos prejuicios que suelen mirarlo como un “trabajo ingrato y subterráneo que no recibe el crédito del gran público”.

SONIDOS Y COLORES

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En ese estudio radiofónico, el compositor hizo amistad con un mosaico musical de distintos colores y sabores. Aprendió de sus experiencias, de esos intercambios, de esos diálogos que cualquier tipo de arte genera entre distintas propuestas, para después compartirlas entre aquellos que quisieron seguir su ejemplo.

Entre sus memorias, los viajes a Nueva York se narran con una voz especial, pues fue en la Gran Manzana donde pudo conocer a fondo el género del jazz y a algunos de sus máximos exponentes como Art Tatum, Gene Krupa, Billy May, Teddy Wilson o Benny Goodman.

Además de su creatividad para generar relieves tomando esos elementos musicales tan distintos, Mario Ruiz Armengol también ejerció la labor musical como compositor. Entre sus piezas más importantes destacan Lejos de ti, Muchachita, Ay qué adiós, Bola de nieve, Danzas cubanas, Reflexiones, Sonata para piano o Las frías montañas, entre otras.

Fue el 22 de diciembre de 2002 cuando el piano sintió la ausencia de su ejecutante. Mario Ruiz Armengol falleció ese día ante las playas del Caribe, en Cancún, tras el desentonado susurro de un cáncer que lo asechó por cinco años.

Más de Armengol

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*Mario Ruiz Armengol. *Compositor y pianista mexicano. *Nació en Veracruz, en 1914. *Trabajó en la XEW junto a artistas como Jorge Negrete. *Murió en Cancún, en 2002.

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