Columnas Social

PIÉNSALE PIÉNSALE

ARTURO MACÍAS PEDROZA

EL NIÑO EN LA SOCIEDAD VIOLENTA

SEXTA PARTE

UNA CIUDAD PARA ELLOS

"Soy uno de los tantos niños que viven en la periferia de La Laguna, en una de tantas colonias de nombres rimbombantes que, sin embargo son centros "habitados-deshabitados", lejísimos del centro hasta para los adultos. Cuando, después de mucho caminar espero con mi mamá el autobús en aquella solitaria e improvisada parada de autobuses colocada entre la ciudad y el campo, se me apachurra el corazón por el estado de abandono del vasto espacio que está a los lados de la carretera, entre las últimas casas y los primeras tierras desérticas. Algunas hiervas y matorrales crecen y se entrecruzan caóticamente; el terreno se ha convertido en descarga de basura, viejos neumáticos, cartones inservibles y objetos peligrosos. Finalmente después de algunos largos minutos de trayecto termino por ver el parque; 5 minutos más a pie; hace calor pero yo encuentro algunos niños para jugar y hacerme pasar la tarde y esperar la cena. No obstante este calor podré jugar un poco con mi compañero en estos juegos no protegidos del sol y sin funcionar el bebedero; las mamás en el mismo banco podrán platicar las noticias del momento, sorteando las baratijas de una multitud de vendedores ambulantes que invaden los lugares públicos y asolan las ya famélicas bolsas del gasto, exprimiendo los últimos pesos que faltarán para el día siguiente y reservando celosamente lo necesario para el camión de regreso. ¿Qué se necesita para transformarla de pequeño basurero a pequeño parque limpio? Como hacer un lugar para nosotros los niños sin espacios?

No se trata de un hecho aislado de algunas colonias donde la salvaje especulación de terrenos prescinde de toda planeación urbana; incluso los centros de nuestras ciudades laguneras sufren de una desolación y abandono similares. Para colmo los terrenos que tienen la denominación de "parques y jardines", abandonados por años y años, terminan por ser "tierra de nadie": bancas rotas, hierba moribunda, basura esparcida.

Me he preguntado si la Laguna es un caso anormal por ser una megalópolis disgregada, pero creo que ciudad y ciudadanos no nos preocupamos aún lo suficiente para convertirla en ciudad para los niños. Pensemos en un grupo de niños con su balón buscando un lugar para jugar. Cruzan la alambrada de su escuela y apenas comienzan a patear el balón el vigilante los corre. El patio se queda vacío, triste e inútil. Van al campo de fut, pero son rechazados porque no tienen dinero para rentar el terreno de juego. Prueban en una calle con poco tráfico y los corre el policía. Cae la noche y los muchachos terminan desilusionados jugando a la baraja en la parte de atrás de un bar.

Sin embargo una ciudad para los niños no es algo irrealizable. Las hay en muchos lugares del mundo que tienen en cuenta que en ellas deberán nacer, crecer, vivir los niños.

Ahora que el corona virus está cambiando nuestra sociedad, es una gran ocasión para que las ciudades sean administradas también para las exigencias de los niños. El cierre de escuelas y lugares de trabajo nos hará descubrir y administrar el limitado hábitat del niño; conociendo la jornada del niño, su largo aburrirse en casa, su deseo de estructuras para el juego y no sólo para el juego, nos hará encontrar otros puntos de encuentro. Bibliotecas de barrio que no sean silenciosos y polvorientos depósitos de libros donados para no tirarlos, sino ventilados y ruidosos lugares de reunión, donde se va, se está, se lee con gusto, donde hay servicios, hay quién te escuche y te ayude.

Otra oportunidad que traerá esta epidemia será la transformación de las escuelas, de sus patios, de su canchas, de su teatros, en centros a tiempo completo de actividades y recreación. En La Laguna pobre hay muchos despilfarros escondidos que ni siquiera nos hemos dado cuenta. Uno de estos grandes despilfarros es la sub-utilización de las escuelas. Los muchachos no saben dónde jugar, donde hacer teatro, donde encontrarse en las tardes. Hay un lugar: el edifico escolar. ¡Pero está cerrado!

Se dirá: "se necesita personal de vigilancia, de control y de dirección y animación de las actividades". De acuerdo, y de acuerdo también sobre las dificultades mínimas que bloquen grandes iniciativas: No hay dinero para los que hacen el aseo, o cosas similares. Pero en esta fase crítica de nuestro país, para poder despegarse y alzar el vuelo, es indispensable mucha, muchísima actividad voluntaria, promovida y coordinada por las nuevas instituciones democráticas que surgirán de esta crisis sanitaria.

Hay ya experiencias positivas: las celebraciones de la primavera, del día de la madre, los recitales, los grupos de teatro o de danza, la banda de guerra, la kermes, la preparación de la clausura del curso... sólo abría que multiplicarlas y hacerlas más cotidianas para que llenen de sonidos, música y sonrisas las tardes serias de una escuela vacía.

Sin dejar de reconocer grandes esfuerzos para crear espacios como el Paseo Colón los domingos, el Museo Interactivo en Gómez, las acciones de transformación realizadas en el Bosque, el parque de Lerdo y otros espacios en La Laguna, son sin embargo lugares "extraordinarios" que complementarían la cotidiana participación vespertina de los padres de familia en las escuelas, creando comunidad con voluntarios que prefieren estar en su escuela con gente conocida y en espacios seguros.

¿Una ciudad para los niños? Comencemos a construirla nosotros.

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