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¡Bienvenido mal si vienes solo!

JULIO FAESLER

La semana nos enseña que estamos todos en el mismo. La concatenación entre hombres y mujeres se confirmó y juntos estamos enfrentando los mismos retos.

La caída de los precios en petróleo nos afecta más de lo que parecería a primera vista. La venta e importación de crudo repercute en una inmensa secuela de actividades nacionales, no solamente las del transporte, sino una infinidad de productos, en el turismo, hoteles, restaurantes y todos los servicios de alta presencia personal. La caída del precio de nuestro petróleo repercute en el presupuesto nacional que no cuenta con adecuados ingresos fiscales, pero lo que es peor, queda a las resultas de seguros diseñados para blindar a la economía precisamente de estas eventualidades.

No puede confiarse en las calificaciones que emitan las agencias calificadoras. En el caso de que la caída de la cotización petrolera afecte a otras naciones, el efecto puede ser una depresión mundial de dimensiones mucho mayores que la de los años veinte y treinta del siglo pasado, simplemente por razones de una mayor población actual. Más aún, la repercusión es mayor si se toma en cuenta lo frágil del prestigio nacional en estos momentos en que crecen cuestionamientos en torno a la administración del presidente López Obrador.

Si queremos seguir por la vía masoquista, diremos que la contingencia del petróleo coincide precisamente en este año de 2020 en que todas las entidades evaluadoras de prestigio nos están informando que el crecimiento del país no llegaría siquiera a un punto porcentual. Nos preparábamos para sortear malos vientos con severas limitaciones y astringencias en ingresos y gastos lo que nos llevarán a reducir drásticamente las ventas de todo tipo con grave perjuicio para la producción y empleo.

No es sano seguir con la larga relación de problemas que la situación nacional y mundial desencadena teniendo a la vista el cierre de posibilidades de recuperación para los productos y servicios que queríamos promover. A esto se añade la emergencia de salud por el coronavirus que se ha propagado a numerosas regiones del mundo y que todos las informaciones técnicas describen que es de pronóstico delicado además de muy reservado y de largo e indefinido plazo.

La pandemia que se anuncia se hace más temible por el estado precario de los servicios oficiales de salud, además de carecer de suficientes equipos para detectar individualmente si son portadores del virus. Desgraciadamente no se tiene aún la vacuna y se desconoce con precisión el remedio farmacológico correcto. La fanfarrona reacción del gobierno mexicano de no tomar medidas drásticas como en otros países es un alarde con que se quiere ocultar el temor de no saber qué hacer. Tardaremos mucho tiempo en desaparecer esta íntima, pero inconfesada debilidad psicológica.

Lo que de inmediato en cambio, hay que hacer es aplicar con rigor las medidas que tengamos a la mano y proceder a aislar los focos potenciales del virus siguiendo ejemplos de otros países en lugar de despreciarlos con altivez. Hay más que suficiente talento en el cuerpo médico mexicano mundialmente reconocido. El público nacional lo sabe.

En los próximos días sabremos si la tranquilidad con que López Obrador ha respondido a las inquietantes noticias es la correcta o bien debimos seguir la espectacular opción que eligió Trump y con la que una vez más apuesta su popularidad.

Caso interesante, por cierto, el del presidente norteamericano al que los medios cada vez menos respetan y que está corriendo por una riesgosa ruta electoral con un impredecible final. La apertura de los canales por los que se cruzan y se entretejen las opiniones políticas en ese país es semejante a la irrestricta ventilación en México de las opiniones del electorado por todos los medios. Estas vías de actuación tan paralelas en ambos países insinúan similitud en cuanto a las circunstancias. Uno se juega su reelección el próximo noviembre y el otro se juega su fuerza en la Cámara baja en el 2021.

No importa cómo se decidan los adversos temas que esta temporada nos presenta. Los miles de jóvenes que ahora están formándose en las secundarias, preparatorias, escuelas técnicas y universidades tienen que prepararse bien y a conciencia para ocupar los puestos de dirección en las trincheras del sector privado u oficial, para que desde sus bastiones defiendan al país con conocimientos, rectitud y profundo nacionalismo en el azaroso torbellino del desarrollo nacional en que muy pronto van a actuar. Los males siempre tendrán remedio.

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Escrito en: Editorial Julio Faesler

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