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Mujeres: nuevo sistema mundo

ÉDGAR SALINAS

Tengo para mí que la igualdad sustantiva entre mujeres y hombres, la sostenibilidad, el bienestar social y la nanotecnología aplicada serán cuatro grandes contribuciones del siglo XXI a la historia de la humanidad. Tal vez sea demasiado optimista en ello, pero hay signos de esa posibilidad en todo el planeta.

Ante tal escenario el poder patriarcal y sus expresiones político-económicas; los patrones de producción y consumo que anulen las capacidades de carga y restauración ecológica; la exclusión del ingreso, salud y educación dignos; y la segregación tecnológica serán, tanto como el autoritarismo, el armamentismo, y las organizaciones delictivas trasnacionales, las amenazas y lastres a superar.

Me referiré en este texto a la primera contribución: la igualdad sustantiva entre mujeres y hombres. En lo sustancial, los sistemas sociales, tanto el hegemónico mundial, como las múltiples variantes de expresiones locales, se erigieron sobre el mito de la superioridad del hombre sobre la mujer y han hecho del poder (religioso, económico, político, cultural) el signo de identidad y valía masculina y, por tanto, en la sociedad en general. Heredamos una historia donde el binomio hombre-poder ha trazado el imaginario sobre el que se asienta la dinámica social. Así pues, lo valioso (el poder) ha sido, culturalmente, motivo de disputa y quien está destinado y "habilitado" a librar la lucha para ello es el hombre (cazador, elegido por los dioses, agresivo, fuerte, veloz); en tanto, lo que se mantenga al margen será tratado como débil, secundario y complementario. Todo multiplicado por miles de años y territorios. Tantos y tantos, que la cuenta se ha perdido y pareciera que así ha sido siempre porque así debía y debe ser.

Hay una expresión sintética de la historiadora Estelle Freedman que, tras muchos años de estudio del feminismo, resume el contenido central del mismo con "la simple premisa de que las mujeres son tan capaces y valiosas como los hombres". Esta frase de aparente candidez ha sido tan eficaz que ha trastocado tradiciones, leyes, culturas, religiones, ideologías, generaciones y prácticas sin atarse necesariamente a una de ellas, pues en mayor o menor grado, también han sido realidades con huellas de un pensamiento arraigado en la supuesta condición secundaria de la mujer y lo femenino.

Y bueno, tan capaces y valiosas… que en relativamente pocos años han logrado cambios desde el reconocimiento en la ley, acceso al voto, a la educación, al poder político, la salud reproductiva y aspectos legales muy puntuales que revelan la gravedad de su ancestral condición vulnerable y secundaria como lo es el tipo penal de feminicidio. Desde luego, siguen vigentes territorios de lucha, entre otros, el de la apropiación de su cuerpo, bastión cultural del patriarcado. Es cierto que la lucha y los avances no han estado aparejados en todos los continentes y en cada cultura, pero como escribió la profesora Freedman, "no hay vuelta atrás" en el feminismo y el futuro de las mujeres, es decir, en el futuro de la humanidad.

Para imposibilitar retrocesos y afianzar logros se hace necesario institucionalizar lo que aún falte por hacer y sobre lo cual hay claridad meridiana en términos de derechos, garantías y oportunidades para la mujer. Pero también se vuelve necesario reflexionar y dialogar porque es preciso construir una masculinidad distinta y una relación entre géneros con criterios ajustados a una realidad de igualdad que, en términos generales y plenos, aún es inédita en la mayor parte del planeta.

Esto último no será rápido ni fácil. No hay moldes, aunque hay buenos ejemplos. Y hasta cierto punto se trata de inventar otros modos, nuevas prácticas, distintas maneras de relacionarnos como géneros. Eso trastocará raíces hundidas en lo más tradicional de las culturas, religiones, leyes, instituciones y la economía.

Luego de lo visto este 8 y 9 de marzo, crece la sensación de que no hay vuelta atrás. Es tarea de mujeres y hombres dar forma a lo que está por venir. Creo que escuchar con empatía y apertura al aprendizaje y al cambio es requisito fundamental en las tareas que en este contexto tenemos los hombres.

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Escrito en: editorial Edgar Salinas

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